Casi 160 personas viven en la calle y en albergues riojanos

Ana Torrecillas
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Cáritas presta servicio a 301 personas en lo que va de año, mientras que en 2021 fueron 192. Los problemas económicos son la principal causa de 'sinhogarismo'

Ángel y Antonio comparten cajero automático para refugiarse del frío - Foto: Óscar Solorzano

Tiene 51 años y bajo una densa barba se le adivina una sonrisa cuando habla de su familia cuando tenía una 'vida normal'. Desde hace unas semana, Antonio, riojano de Murillo, duerme en un cajeroComo él hay 158 personas sin hogar en La Rioja, según la encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística de 2022. La mayoría, un 76,7% son hombres, menores de 45 años. Sin embargo, aunque el número de mujeres es sensiblemente inferior, la cifra ha aumentado hasta el 23,3 por ciento cuando hace diez años era de 19,7%.  La pérdida de empleo sigue siendo el principal factor que llevó a estas personas a quedarse sin hogar. El problema habitacional se sitúa en el segundo y el tercer puesto porque la mayoría acabaron en la calle tras un desahucio y no pudieron pagar otra vivienda.  Y es esa necesidad, la de tener  un techo, un lugar donde refugiarse la que les lleva a acudir a los albergues municipales y a las organizaciones sociales como la fundación Cáritas La Rioja. Solo en un año, el número de personas sin hogar atendidas en sus instalaciones repartidas por toda la región aumentó en 2022. El año pasado fueron 196 los usuarios, mientras esa cifra es de 309 personas en lo que llevamos de año.

Marcos Montoya, técnico del programa de Personas Sin Hogar de la fundación reitera que no hay un perfil único de las personas que viven en la calle. «Son mayoritariamente hombres, pero cada uno tiene su historia y circunstancias. Muchos no están establecidos en La Rioja sino que está de paso por la comunidad», apunta Montoya. «Lo que más necesitan estas personas es un hogar, una vivienda. Porque sin ella, no pueden acceder a derechos sociales y sanitarios ya que sin empadronamiento no podrían obtener a una tarjeta sanitaria, vacunarse u contar con  ayudas sociales. La vivienda es clave para su reincorporación a la sociedad». Por ello, Cáritas La Rioja en colaboración con el Banco Santander va a poner en marcha un proyecto pionero en la comunidad denominado Housing First. La iniciativa consiste en entregar una vivienda a una persona sin hogar en riesgo severo de exclusión social. «De esta manera, mejoraremos la calidad de vida de esta persona, que vivirá sola en este domicilio sin estar sujeto a una temporalidad especifica», asegura Montoya, «una vivienda les garantiza el desarrollo de una serie de derechos sociales y sanitarios».

Educadores de calle. En Logroño hay cerca de 80 personas que viven en la calle. Se concentran, en su mayoría, por las zonas de los pasajes de Vara de Rey, la Plaza de la Alhóndiga, la Glorieta del Doctor Zubía y por algunas construcciones abandonadas en caminos. Muchos están de paso. Tal y como indica el concejal de Servicios Sociales, Iván Reinares, no existe un perfil determinado para las personas sin hogar. Sus circunstancias son diversas y su forma de llegar a esa situación es diferente. Lo que les une es el 'sinhogarismo'.

Algunos de ellos tienen una habitación alquilada e incluso un piso en propiedad o bien, cobran una pensión no contributiva por discapacidad pero si ámbito relacional es la calle», apunta Reinares, «juzgar a estas personas sin saber es injusto». Algunas de las personas sin hogar acumulan muchos años en la calle, consumiendo alcohol y drogas o bien asociados a problemas de salud mental. «Juzgar a estas personas sin saber es injusto».  Porque algunas de las personas sin hogar tenían una vida 'normativa' hace años, pero por  problemas económicos o de consumo de drogas terminaron en la calle. La labor de los 'educadores de calle' que forman parte de los Servicios Sociales municipales,  son fundamentales para detectar los puntos en los que se concentran, realizar un seguimiento, generar lazos de confianza para atender sus necesidades porque, en ocasiones, las personas sin hogar son los grandes invisibilizados en una sociedad que camina muy deprisa y que, en ocasiones, no mira más allá.