"Aunque la guerra acabe, las consecuencias económicas perdurarán"

R. Briongos
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El presidente de los empresarios españoles viene de una familia con larga tradición industrial. Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, está al frente de CEOE desde 2018 y aunque no lo confirma, desliza que se presentará a la reelección

El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. - Foto: Juan Lázaro

Si hubiera que elegir un solo adjetivo para definir a Antonio Garamendi (Getxo 1958) sería arrollador. Le gusta manejar el terreno que pisa y eso se aprecia enseguida. Desde el minuto 1 intenta establecer una complicidad con su interlocutor, tanto a través del contacto visual como preguntándole aspectos sobre los que se ha informado previamente. Esto hace mucho más fácil la entrevista y es previsible que también cualquier negociación con los sindicatos o con quien se tercie. A partir de ahí, va construyendo el juego con su discurso, como Guardiola lo hacía en el campo con el balón. Y al igual que a este, al presidente de los empresarios resulta muy difícil quitarle la pelota en el cara a cara. Ni siquiera se puede confiar en un resbalón, pues piensa mucho lo que dice y tiene experiencia en saber dónde puede llevarle una frase sacada de contexto. «La gente puede tener desencuentros conmigo, pero yo con ellos no», resume a modo de filosofía vital.

 

El lunes se reunió con Gobierno y sindicatos para hablar del Pacto de Rentas que anunció Pedro Sánchez. ¿Qué conclusiones sacó?

Agradezco mucho al presidente que nos convocara para informarnos de lo compleja que es la situación actual. Quiero trasladar el rechazo absoluto a la invasión de Ucrania y a la guerra creada por Rusia. Aquí no basta con decir no a la guerra. Hay que ponerse del lado de la libertad, de la democracia, del orden internacional y hacer una condena a la crueldad, a la injerencia, al sufrimiento de Ucrania y de sus habitantes. Estamos en un momento muy delicado en el que es muy importante que estemos todos unidos.

 

Y en ese contexto, el Gobierno pide también unión con empresarios y sindicatos.

El presidente nos reunió para hablar de un posible pacto de rentas. Y lo que dijimos es que, por nuestra parte, unión siempre, pero la Constitución marca que son los agentes sociales los que deben llegar a ese acuerdo. Antes de valorar el pacto de rentas tenemos que saber en qué consiste, porque en esta película tenemos el título, pero el guión todavía no está montado. Pero cuidado con las injerencias desde el punto de vista de la regulación, porque serían muy peligrosas. El libre mercado es esencial para que la economía fluya. Y a mi me preocupa hablar del pacto de rentas cuando algún sindicato ya ha aludido a la limitación de beneficios empresariales o la necesidad de aumentar los impuestos a las empresas. Un Estado intervencionista es lo contrario a lo que necesitamos.

"Aunque la guerra acabe, las consecuencias económicas perdurarán"Pedro Sánchez lleva días diciendo que se avecinas tiempos difíciles. ¿Cómo interpreta eso CEOE?

Tenemos que ser conscientes de que estamos en una situación seria. Grave. Esto no significa que no tengamos que tener confianza en nuestro país y en lo que tenemos que hacer en el futuro. Tenemos una guerra en Europa que va a acarrear consecuencias económicas. Agradezco al presidente que diga que estamos en una situación difícil porque es bueno que se sepa. Hay que tener confianza, pero también ser realistas.

 

¿Cómo está afectando la guerra de Ucrania a las empresas españolas?

Hay muchos elementos. Cuando la marea baja, baja para todos, pero las consecuencias no se derivan solo del precio del gas. Pensemos también que cuando Alemania o Francia se resfrían, nosotros cogemos un catarro, porque son nuestros principales clientes. Además se nota en otras muchas cosas. Por ejemplo, España es uno de los principales productores de azulejos y el 80% de la arcilla necesaria para fabricarlos viene de Ucrania. Puede haber un problema real de suministro de maíz para pienso en cinco semanas. El aluminio exactamente igual. Por no hablar del efecto del Swift en el sistema financiero. Hay empresas que no pueden cobrar, que estaban presentes en Rusia y tienen que salir, que tenían instalaciones en Ucrania que han sido bombardeadas...

 

¿Cómo cree que va a evolucionar ese conflicto?

"Aunque la guerra acabe, las consecuencias económicas perdurarán"Occidente tiene que reorientar muchas de esas políticas de relación económica internacional que tenía. Todavía es muy prematuro, pero esto va a durar. Aunque finalice la guerra, las consecuencias económicas van a perdurar en el tiempo. Se están viendo también cosas positivas, como que Europa se ha unido y ha reaccionado lo que demuestra la importancia de ser más Europa.

Eso supone que los ciudadanos van a tener que hacer sacrificios.

Las empresas están sufriendo las mismas cargas, los problemas de suministro, el alza en los precios energéticos. Estamos en un mismo barco y tenemos que remar juntos. Y esto vale no solo para empresarios y trabajadores, sino también para la clase política. Me encantaría que los partidos llamados a gobernar nos mandaran un mensaje de unidad para que no parezca que son los extremos los que mandan en este país, que es lo que se está trasladando.

"Aunque la guerra acabe, las consecuencias económicas perdurarán"El coste energético está lastrando a las empresas españolas. ¿Qué cree que puede hacer el Gobierno para contener la brutal escalada actual?

El mercado español de la electricidad es, en realidad, el mercado europeo de la electricidad, donde es el precio marginal el que marca el precio total. Cambiar esto lo tiene que hacer Europa y el Gobierno tiene poco margen de movimiento ahí. Otra cosa es que presione en Europa para que acabe aprobándose. Dicho esto, hay un campo en el que se puede actuar y es el de los impuestos. Porque si el precio está disparado, aunque rebajes la carga tributaria al final vas a recaudar más. Y ahí sí que hay margen de maniobra.

¿Cómo se negocia un convenio colectivo con el IPC en el 7%?

Para nosotros es fundamental deflactar, es decir, actuar al margen de esa inflación porque es coyuntural. Lo sabemos desde hace algún tiempo porque, en el fondo, esta guerra estaba preparándose antes. Ahora sabemos que esa inflación desbocada va a ser de más largo recorrido de lo que pensábamos, pero no es estructural. Nosotros creemos que de lo que hay que hablar es de productividad, de competitividad… Lo que no se puede decir es, como ha subido, que la empresa lo pague y ya está, porque eso solo conduce a que la empresa quiebre y a que el Estado no recaude. Es un momento de mucha responsabilidad social para ver cómo llegamos a un acuerdo, se llame pacto de rentas o como se llame.

También entenderá la postura contraria, que recuerda que en los momentos en los que no había inflación se congelaron los sueldos de los trabajadores.

Pero fíjese, los márgenes empresariales no han llegado aún a las cifras que había antes de la crisis y sin embargo los salarios sí. Todo depende de cómo se quieran mirar los datos. Y luego hay otra cosa que quiero añadir y es que la gente se olvida de los accionistas. ¿Cuánto ahorro han perdido en sus inversiones en las empresas españolas? No hay más que mirar la bolsa. Tenemos además más de tres millones de personas en el paro y lo que hay que conseguir es que esas personas trabajen

¿Temen a corto plazo un escenario de subida de tipos de interés?

Puede pasar y lo decíamos ya antes de esta guerra. A nosotros nos gusta la ortodoxia económica, el rigor y estamos viviendo como la Unión Europea ha estado financiando la deuda de este país y hay que tener cuidado. Se dice que hemos salido de esta crisis mejor que de las anteriores, pero es que hemos hecho políticas populistas con el dinero capitalista que venía de Europa. Hay que trabajar para aumentar la eficiencia en la gestión. Un análisis del Centro de Estudios Económicos habla de que se podrían ahorrar 60.000 millones de euros si aplicáramos una gestión más eficaz. Lo que no puede ser es que nos enseñen un libro con las recomendaciones de sus expertos en materia tributaria y solo dedique una línea a decir que España puede gestionar con mas eficiencia.

El Gobierno ya ha anunciado que aparca esas recomendaciones por la situación actual.

Ya, pero para que haya estabilidad se necesita confianza, y esto no la proporciona, porque se mantiene la amenaza sobre su aplicación. Y si cuando hablan de armonización aluden al impuesto de Patrimonio, que es totalmente regresivo y que en Europa no existe te das cuenta de que son expertos, pero de parte. Yo represento a dos millones y medio de empresas que son expertas en pagar. Nosotros sí sabemos de lo que hablamos.

A la vista de estos nuevos factores de inestabilidad para las empresas ¿se arrepiente de haber avalado la reforma laboral?

En absoluto. Todo lo contrario. La reforma laboral era una amenaza que existía desde hacía 10 años y este es un acuerdo que da una estabilidad muy profunda al mercado laboral, porque lo más importante ahí es el acuerdo entre sindicatos y empresarios porque es lo que otorga la confianza. Se mantiene la esencia de la reforma de 2012. El único problema ha sido político, porque a mi no me ha aclarado nadie por qué unos partidos la han apoyado y otros se han opuesto. Da la impresión de que nadie se la ha leído. El filósofo José Antonio Marina dice que hay dos formas de ver las cosas: como un conflicto, en el que uno gana y el otro pierde, o como un problema que hay que resolver. Esto último es lo que hemos hecho y lo que hacemos siempre. Y diré una cosa más: los grandes inversores internacionales que han visitado la sede de CEOE me preguntaban por la reforma laboral. Por los fondos europeos no me ha preguntado nadie.

 

Pero ese apoyo generó tensiones en el seno de CEOE y no es habitual ver a los empresarios con un postura tan diferente a la del PP.

No, no, lo que pasa es que en algunos medios de comunicación es más divertido decir que hay líos que demostrar que no los hay. En un entramado con 400 organizaciones es habitual que haya tres o cuatro que se abstengan en una votación, pero nadie ha preguntado por qué. Hay que hablar también de lo que podía haber venido si no aprobamos la reforma, porque califique de marxista el primer proyecto que nos trajeron. Diré también que cuando Rajoy aprobó su reforma laboral, la CEOE dijo que no le gustaba. No la aprobamos en su momento.

¿Y cómo ve la subida del salario mínimo?

Nos parece un error y ya dijimos que no. En cuatro meses ha subido el 5,2% y hay sectores que no lo soportan como el campo. Las cebollas siguen costando igual que hace tres años y ahora tienen que soportar la subida del gasoil. Antes de esta última subida, había ocho comunidades en las que el  salario mínimo suponía más del 60% del sueldo medio. Ahora son más. No tiene el mismo coste la vida en una zona rural que en Madrid. Pero es que esto además es como si yo te invito a cenar, pero pagas tú. En los contratos públicos, por ejemplo, las empresas no pueden repercutir ese incremento de los salarios. Pueden entrar en pérdidas y, sin embargo, tampoco pueden dejar de prestar ese servicio hasta que se vuelva a sacar a contratación. Por no hablar del servicio doméstico o de los afectados por la dependencia.

¿Qué opinión tiene de los fondos europeos a los que acaba de aludir? ¿Van a poder cumplir el propósito para el que fueron creados?

Es una oportunidad única para España y el segundo Plan Marshall para Europa. Estamos todavía en un primer espacio y hay que aclarar muchos temas. Hay que ver cómo se gestiona el papel del Estado y las Comunidades Autónomas para vigilar que no se conviertan en otro Plan E, sino que haya inversiones muy potentes en las infraestructuras que necesita este país. Hay que definir los PERTES, en los que quiero aclarar que el 70% de la inversión la pone la iniciativa privada. Estamos también a punto de alcanzar un acuerdo muy importante con los sindicatos porque creemos que la formación va a ser clave. Creo que los fondos europeos pueden ser una gran oportunidad, pero si no se utilizan bien serán una frustración.

El Gobierno mantiene frente a todos su previsión de crecimiento en el 7%. ¿En cuánto calcula CEOE ese crecimiento?

Antes de que estallara la guerra ya dijimos que iba a ser del 5%. Yo tengo una gran suerte, y es que tengo a los mejores asesores. Nos premian porque acertamos en nuestras predicciones.

¿Dónde lo sitúan ahora que ya se aprecian los efectos de la guerra?

Estamos en ello. Lo tenemos encima de la mesa, pero que hay analizarlo. Voy a dar solo un dato: el barril de petróleo que estaba a 63 euros está ya a 150. España consume 1,3 millones de barriles al día, por cien euros de subida y por 365 días salen ya 45.000 millones.  Eso es un desfase enorme y no entiendo cómo el Gobierno aun no ha ajustado eso.

El Gobierno ha fiado buena parte de su política industrial al PERTE de la automoción, ¿Lo ve suficiente?

El de la automoción es un sector clave en España. Supone el 15% de toda la producción industrial y afecta a otros muchos subsectores. Es un sector muy innovador, muy inversor donde el PERTE va a ser clave. Este es un elemento transversal; no solo hablamos del fabricante sino también de toda la industria auxiliar, de las electrolineras, de las fábricas de baterías… Ya no hablamos de fábricas de coches sino de movilidad. El automóvil va a funcionar de otra manera, donde el mundo digital tiene mucho que ver. El PERTE es un tema ganador, en el que España tiene una posición inmejorable para jugar el partido. Ya solo hay que ponerlo en marcha.

Estamos en el 8-M y todos nos ponemos detrás de la pancarta pero ¿por qué hay tan pocas empresas con plan de igualdad?

No estoy de acuerdo. Creo que las empresas están en ello y es un espacio que se está ganando. En CEOE, por ejemplo, el 60% de los trabajadores son mujeres y el 50% del equipo directivo. Las empresas lo están aplicando, pero hay algo que se añadió en la ley de Igualdad en el último momento, que es perjudicial  y es que se obligó a la pymes a ir a los sindicatos para ver cómo se gestionaba esto. Y no ha funcionado. Se ha mejorado muchísimo, nadie puede discutir ya que hombres y mujeres somos iguales, y yo quiero ver las reivindicaciones en positivo.

La falta de acuerdo entre PP y PSOE impiden abordar asuntos clave, como el de las pensiones. ¿Cómo cree que debería reformarse el sistema para hacerlo sostenible?

En un Estado social y democrático es vital el derecho a las pensiones. La clase política tiene que ponerse las pilas, sentarse en el Pacto de Toledo y encontrar una solución alejándose del corto plazo y de planteamientos electoralistas. Tenemos que analizar cuándo nos morimos ahora, a qué edad tenemos que jubilarnos y cuántos años debemos cotizar. Porque es un tema actuarial, no es algo de voluntad política.

En diciembre hay elecciones a CEOE ¿Le consta la existencia de alguna candidatura alternativa?

No, yo no temo a nada. Si la hay, fenomenal. Primero yo tengo que preguntar a la gente qué opina y yo tendrá que decidir también qué es lo que voy a hacer. Esta es una organización democrática y si alguien piensa que puede hacerlo mejor, lo que debe hacer es presentarse. Pero esta casa, hoy por hoy, está unida

 

¿Qué tal es su relación con Feijóo?

Muy buena. Sí, muy buena. Creo que es un excelente presidente de Galicia. Tiene una capacidad probada desde hace varias legislaturas y es un político muy respetable.

 

Son mejores entonces que las que mantenía con Pablo Casado, con quien tuvo algún desencuentro.

La gente que me conoce sabe que la gente puede tener desencuentros conmigo, pero yo con ellos no. Yo hablo a la gente. Si ellos no me hablan, es su problema. Pero ojo, que no me estoy refiriendo con esto a Pablo Casado.