Una OTAN sobre el hielo

El Día
-

El Milenio Panthers, colista de Primera, reúne a catorce jugadores extranjeros a las órdenes del sueco Lilljebjörn

De izquierda a derecha, Äke Lilljebjörn, junto a los jugadores Temuri Vedyapin, Nikolas Ulessi, Ivan Shvetsov, Alexander Kireev, Jesse Michel, Mack Miracle y Jaime Peciña. Siete nacionalidades se reúnen en el Milenio. - Foto: Óscar Solorzano

El domingo arrancó en Doha el mayor espectáculo del mundo y un día más tarde se reunió en Madrid la atlántica y nada pacífica OTAN. Trescientos kilómetros más al norte, el Milenio Panthers completó, ese mismo día, una nueva jornada de trabajo después de encadenar el sábado su octava derrota en igual número de encuentros. La marcha del equipo no es buena aunque Äke Lilljebjörn (Gävle, 1962) asume que es difícil amalgamar un grupo tan heterógeo como el que dirige el ex portero sueco.El 2-5 con el Txuri Urdin, pese a ser doloroso, no agosta los brotes verdes que despuntan en los Panthers.

Calidad sobra pero lo que falta es tiempo. «Estamos empezando a ser un equipo ahora», asume el escandinavo, una leyenda del hockey sueco. Sin saberlo, Logroño cobija a un campeón del Mundo, galardonado en 1987 con el Golden Helmet al mejor jugador del torneo conquistado por los suecos.  Drafteado por los Penguins de Pitsburgh, el entrenador se quedó a las puertas de la NHL en la lejana 87-88.

A sus bien llevados sesenta años, asume el reto de hacer del Milenio un equipo competitivo pero, sobre todo, de difundir la pasión del hockey en una tierra poco amiga de los deportes de hielo. 

Lilljebjörn dirige un abigarrado colectivo que, además de la sueca, congrega a otras seis nacionalidades.Hasta hace quince días había una séptima, pero el inglésLiam Dallimore puso fin a su experiencia riojana. Los jugadores españoles son mayoritarios seguidos de estadounidenses,  canadienses y georgianos, con cuatro representantes cada uno. Además hay un ruso, Alexander Kireev (Moscú, 1991), el más veterano de todos y, por supuesto, contrario a la guerra iniciada por su país, y un finlandés que, para sazonar un vestuario tan multicultural, tiene pasaporte italiano.

Se trata de Nikolas Ulessi(Milán, 1995), jugador que repite del año pasado.Se maneja bien con el stick y, aunque asume que no se puede vivir del hocket, está contento «por poder vivir en Logroño, aprender español y conocer otra cultura». Su pasión por el hielo le viene «de mi madre, que es finlandesa». Aunque ni España ni Italia están muy dotadas para un deporte «que en Finlandia es religión», no oculta que los transalpinos «llevan años de ventaja».

La portería del Milenio es una cuestión norteamericana. Mack Miracle(Cleveland, 2002) todavía no ha podido hacer justicia a su apellido (Milagro) aunque es consciente que, tras diez años practicando el hockey sobre hielo, «la experiencia merece la pena». Su compañero bajo los palos es Nicolás Álvarez, nacido en Canarias pero naturalizado canadiense.  

Igual de curiosa es la historia de Temuri Vedyapin (Tbilisi, 2000), al que el stick le viene de familia pues  su padre fue internacional con la selección georgiana. Aprendió el oficio con cinco años y, desde entonces, ha mostrado su voracidad ofensiva en Finlandia yCanadá. El pasado verano, recibió la llamada del Milenio Panthers y no se lo pensó. Con su mujer Kristina y su hijo Alexander se sumó al proyecto liderado por Lilljebjörn . Así, en el hielo de Lobete se ha reencontrado con sus compatriotas Ivan Shvetsov, Ivan Marov y Alexander Kireev.

Responsable de su llegada, y de la de los otros catorce foráneos que militan en el Panthers, es el asesor Rico Boggio, otra personalidad plurinacional en los Panthers: uruguayo de nacimiento, italiano de origen y canadiense de adopción.

«Rico», informa Armando Sotés, el presidente de la entidad, «nos ha ayudado mucho en este apuesta por traer jugadores de fuera que nos ayudan a mejorar el nivel». «Nuestro objetivo», prosigue, «es contar en 4-5 años con jugadores de cantera pero, por el momento, no podemos». Si Ernest Shackleton ofreció a los tripulantes del Endurance « un viaje peligroso, paga reducida, frío intenso, peligro constante y largos meses en la más completa oscuridad», el Milenio les brinda una oportunidad tan lúdica como poco lucrativa en la que, por ahora, los resultados deportivos son lo de menos.