El 'vigía' da nuevas pistas del origen de Logroño

G.B.
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Los trabajos en el Monte Cantabria constatan un incendio en el siglo III A.C. en una acción bélica y su repoblación centurias después, cuando su muralla se reforzó con piedras de villas romanas

Trazas de paredes en el antiguo recinto fortificado del Monte Cantabria, con Logroño al fondo. Desde la cima, los antiguos pobladores vigilaban los pasos del Ebro. - Foto: Óscar Solorzano

Desde lo alto del Monte Cantabria, el 'vigía' de la ciudad, se visualiza el Logroño presente, se intuye su crecimiento futuro y se siente, bajo los pies, el vértigo de un pasado intenso y en ocasiones convulso.  Y a aportar luz sobre episodios históricos aún nebulosos del germen de la capital riojana ha contribuido la última intervención arqueológica en el omnipresente cerro logroñés, sobre todo acerca de dos momentos poco conocidos: el cambio de la época prerromana a la romana y el tránsito del mundo romano al medieval. Del paso de los romanos había constancia por la ciudad de Varea y por un pequeño asentamiento en el centro histórico. Ahora, se sabe que también ocuparon el Monte Cantabria en la fase final del periodo romano. 

 La que ha sido la segunda intervención en el yacimiento del Monte Cantabria, ejecutada del 3 de junio al 13 de octubre, con un presupuestos por encima de los 191.000 euros, se centró en el lado oeste, junto a la entrada al antiguo recinto fortificado, que ya fue excavado en los años 2018 y 2019. 

De partida, el objetivo de estos recientes trabajos era consolidar restos ya a la vista, fundamentalmente tres lienzos de muralla, dos torres y ocho habitaciones interiores, en una zona objeto de una primera excavación entre los años 50 y 90 del pasado siglo.  

Como explica el concejal de Patrimonio y Centro Histórico de Logroño, Adrián Calonge, en esta última campaña no han salido a la luz nuevas estructuras, pero sí información para  conocer las fechas de construcción y la delimitación de las tres fases diferentes de la antigua muralla de la fortaleza. 

La parte más antigua del recinto corresponde a época prerromana, con restos de habitaciones hallados en las primeras excavaciones y que sitúan en el Monte Cantabria a habitantes de la tribu Berona. 

Ahora los expertos han podido confirmar la existencia de señales de un incendio que asoló el asentamiento en torno al siglo III antes de Cristo, algo que se había constatado en la campaña del siglo pasado, y que ratifican los trabajos de este verano en el flanco oeste y en parte de la muralla celtibérica que se ha encontrado.

¿Qué relevancia tiene la confirmación de aquel incendio? Hasta ahora se pensaba que Monte Cantabria era la fortificación de la ciudad prerromana de La Custodia, en Viana. Sin embargo, los restos aquel fuego devastador evidencian que Monte Cantabria se abandonó y que su población emigró a la ciudad berona de La Custodia. Sin embargo, aquellas gentes dejarían ese asentamiento en favor de la ciudad de Varea, levantada por los romanos hacia el año 43 o 45 después de Cristo. «Todo esto replantea un poco los orígenes de una primitiva ciudad de Logroño», comenta Calonge, que abunda en esa idea:  se sabía que el cerro logroñés había estado ocupado por gentes prerromanas, pero se desconocía si continuó habitado hasta la fundación de Varea. «Ahora podemos confirmar que una vez que Monte Cantabria sufre un incendio provocado [por una guerra], no vuelve a tener una población en condiciones hasta que se monta el campamento romano de Varea y una pequeña instalación en el centro histórico», precisa Adrián Calonge.

Los trabajos arqueológicos también han hecho aflorar restos que evidencian una ocupación importante a partir de los siglos IV o V. A partir de esa fase, los ocupantes del cerro reutilizaron materiales de viviendas de villas romanas del entorno, para reforzar la muralla perromana, que siguió utilizándose en época visigoda. Que en el recinto había piedras romanas reutilizadas ya se confirmó en las excavaciones del siglo XX, pero ahora se ha afinado más al encontrarse bases de columnas. Ese refuerzo de la muralla demuestra que aquellas gentes vivieron una época convulsa, coincidente con las últimas fases de ocupación romana en Varea. 

La historia del Monte Cantabria como enclave defensivo concluiría con la construcción del recinto fortificado medieval, que son las estructuras que se ven actualmente.  

Para divulgar todo lo que se sabe sobre este emblemático lugar, el Ayuntamiento ha colocado en la cima un cartel con un código QR que se activará en diciembre, con información sobre su historia.

A por la tercera fase. Además, de cara a 2023 se está planificando ya una tercera intervención arqueológica en el lado este, que es lo que queda por examinar a fondo. En esa zona se espera conocer la altura de la muralla medieval y comprobar si hay restos de época prerromana. Otra posible actuación es aplicar modernas técnicas de georradar en interior del recinto para confirmar la existencia o no de una iglesia cristiana y de un entramado urbano, con calles y edificios de distintas categorías, en un enclave que nunca tuvo reconocimiento jurídico como ciudad.

Mejorar el acceso al yacimiento y al mirador natural que es el Monte Cantabria es otro proyecto, para el que ya se han dado pasos. El Ayuntamiento ha adquirido terrenos de manera que la pista que sube desde el Camino de Santiago es ya cien por cien municipal, lo que permitirá su pavimentación. Además, este año se mejorará el otro camino de acceso, el que discurre junto al  depósito de agua en el flanco del monte que da a Las Cañas.

¿Una iglesia cristiana en el cerro?

La información que extraen los arqueólogos en el yacimiento refuerza la hipótesis de que en el Monte Cantabria pudo haber existido, a partir del siglo VI, una iglesia cristiana. De confirmarse, sería el edificio de culto más antiguo de Logroño y avalaría la importancia del recinto amurallado en época visigótica. A esta conclusión llegan los expertos por la comparación con otros recintos fortificados similares que tenían iglesias, situados en los límites de las antiguas ciudades. En torno a Varea estaría tanto Monte Cantabria como el castillo de Viguera. Otro ejemplo sería el castro de Buradón, que también tiene iglesia, y Bilibio, en Las Conchas de Haro, fortificaciones limítrofes con la antigua ciudad romana de Deóbriga, en la actual Miranda de Ebro, y de Libia, entre Herramélluri y Grañón. «Todo esto nos ayuda desde el punto de vista histórico y arqueológico a ver cómo era la vida de las gentes que habitaban en Monte Cantabria», apunta Calonge.