Aurelio Martín

LA COLUMNA

Aurelio Martín

Periodista


Más sosiego

10/10/2022

Continuamos en este país sin que se pueda llevar a cabo un debate sosegado sobre asuntos que se enquistan en la sociedad como es la legislación que permita de una vez poder rescatar de las cunetas los restos de decenas de personas fusiladas durante la Guerra Civil, independientemente del bando en el que les tocara luchar, por desgracia, o que dejen de ocupar los de quienes permanecen en lugares preeminentes, según ha quedado aprobada en la llamada Ley de Memoria Histórica.  

Cuando han pasado más de 83 años del final de la contienda, fruto de una rebelión militar, y 45 desde las primeras elecciones democráticas, es evidente que sigue habiendo una brecha y que el consenso es imposible, máxime cuando hay partidos que han anunciado la derogación del texto, como otros tantos, en el caso en que gobiernen. 

Todo lo contrario, hay menos espíritu de acuerdo ahora que en los primeros momentos de la democracia, incluso, se percibe cierto avance en la pérdida de derechos fundamentales, en continua  erosión porque hay sectores que no los respetan directamente, y una crispación que se extiende como el aceite vertido desde algunos foros políticos, pero que embadurna ya en otros ámbitos.

Se pueden entender las discrepancias en temas políticos, aunque a veces vayan acompañadas de cierta demagogia y falseamiento interesado de la realidad, como la diferencia de criterios presupuestarios, elemento fundamental para analizar la gestión de un Gobierno, pero se enquistan los asuntos que requieren un consenso -el que se ejerció en la transición- que, no solo evita que salgan adelante, sino que alborotan aún más el ambiente.  

En este sentido, el más reciente es el tema de las residencias de mayores durante los primeros días de la pandemia donde se registraron miles de muertes porque, en algunos casos, había protocolos que impedía su traslado a hospitales, lo que nunca se conocerá con certeza porque se impide la creación de comisiones parlamentarias de investigación.  Desde luego, que la situación no estaba prevista, tampoco en algunos hospitales, que se vieron obligados a utilizar la cafetería o el salón de actos para albergar camas y enfermos, incluso, hubo comunidades que levantaron centros con rapidez, aunque no les dotaran con los medios humanos suficientes, y también había peleas a pie de avión para traerse a España elementos de protección desde China, como epis o mascarillas, con las que no solo especuló el país soberano de Asia Central, sino también algún intermediario. 

Ni hubo consenso entonces, sino caceroladas y protestas con palos de golf, ni tampoco ahora, pero no por remover tiempos pasados sino por evitar que vuelvan a ocurrir estas situaciones donde había residencias sin médicos ni tampoco personal, hasta el punto de que hubo casos en que en el edificio, de noche, solo se encontraba la persona que atendía la recepción. Lo que no es de recibo es que se argumente en nombre de los familiares que no hay que hablar de ello porque se pueden herir sus sentimientos.