Un polvorín llamado Jerusalén

Agencias
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La escalada de violencia desatada en la Ciudad Santa deja 22 palestinos muertos en Gaza por un ataque israelí y 250 árabes heridos en nuevos disturbios con la Policía hebrea en la capital

Un polvorín llamado Jerusalén - Foto: MOHAMAD TOROKMAN

Jerusalén está al rojo vivo y la violencia en las calles de la ciudad, con centenares de heridos en los disturbios entre ciudadanos palestinos y las Fuerzas de Seguridad israelíes, ha traspasado ya las fronteras de la capital, con un intercambio de bombardeos entre ambas partes que dejó un balance de al menos 22 muertos en Gaza. 

Según informaron desde la Autoridad Palestina (AP), esos 22 «mártires» fallecidos en la Franja, entre los que hay nueve menores de edad, se produjeron por un cohete israelí, que fue lanzado en represalia por el disparo de proyectiles desde este enclave con dirección a Jerusalén, que también dejó 65 heridos. Sin embargo, fuentes militares hebreas achacaron la explosión a un «lanzamiento fallido» de Hamas desde Gaza que acabó cayendo en suelo palestino. 

Tel Aviv sí admitió haber bombardeado la Franja como respuesta al disparo de hasta siete proyectiles desde ese territorio hacia la Ciudad Santa, epicentro de una oleada de protestas que ha provocado graves disturbios entre manifestantes árabes y la Policía judía.

Tras esta ofensiva, que no dejó heridos, la represalia israelí habría sido aprobada por el Gabinete de Seguridad, el núcleo duro del Consejo de Ministros del Gobierno de Benjamin Netanyahu, que habría ordenado así un «bombardeo aéreo masivo» sobre Gaza. «Hamas debe recibir un duro golpe y aún así, todo el mundo comprende nuestras limitaciones. No queremos guerras largas», explicó una fuente del Ejecutivo, que auguró que las hostilidades cesen en «dos o tres días». «El objetivo de Hamas es atacar civiles israelíes. El nuestro es combatir el terrorismo», agregó.

La jornada ya se había convertido en una de las más tensas de los últimos años desde primera hora, cuando se repitieron los disturbios entre manifestantes palestinos y policías israelíes que se saldaron con al menos 250 árabes heridos, de los que 153 fueron hospitalizados. Además, una veintena de agentes tuvieron que ser tratados. 

Los enfrentamientos comenzaronm a primera hora de la mañana en la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar sagrado para la religión musulmana, por causas aún desconocidas. Mientras las Fuerzas de Seguridad denunciaron el lanzamiento de piedras de los congregados, los manifestantes acusaron a los uniformados de disparar granadas aturdidoras contra ellos.

Tras horas de relativa calma, los disturbios volvieron por la tarde por la visita del líder del Partido Sionista Religioso, Bezalel Smotrich, al barrio de Sheij Jarrá acompañado de otros diputados de su formación ultranacionalista y cientos de simpatizantes aprovechando la celebración del Día de Jerusalén, que conmemora la toma de la zona este de la capital durante la Guerra de los Seis Días de 1967. La movilización, no permitida por el Ejecutivo de Netanyahu con el fin de evitar «provocaciones», se llevó a cabo finalmente, aunque el recorrido de la marcha fue reorientado.

Las tensiones en la Ciudad Santa, agravadas la última semana ante el posible desalojo de familias palestinas en favor de colonos judíos en un barrio de la zona oriental, son patentes desde el inicio del mes sagrado musulmán de Ramadán, hace casi un mes, cuando empezaron los disturbios entre árabes y fuerzas policiales hebreas por el bloqueo de la Puerta de Damasco.

Ante los incidentes, Netanyahu, describió las disputas como «una lucha por el corazón de Jerusalén» y mostró su apoyó a la Policía.

Por su lado, el presidente palestino, Abu Mazen, describió los enfrentamientos como «un asalto brutal de las fuerzas de ocupación israelíes contra los fieles» y aseguró que su Gobierno examina «todas las opciones» posibles.