Perdices con denominación de origen Fuenmayor

Gustavo Basurto
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Un joven empresario logroñés pone en marcha en la localidad una granja intensiva de producción de perdiz rojaque aspira a convertirse en la mayor de Europa

Sergio Jorge y su padre recogen huevos de perdiz en su granja. En primer plano, jaulas con aves. - Foto: Clara Larrea

Fuenmayor es conocido por la calidad de sus vinos, y a partir de ahora lo será también por otro producto muy pegado a la tierra, las perdices. El mérito es del joven empresario logroñés Sergio Jorge Anda (36 años), que ha puesto en funcionamiento en la localidad una granja intensiva de cría de perdiz y producción de huevos que aspira a convertirse en cinco años en la mayor de Europa. De cumplirse las previsiones del promotor de la empresa cinegética Serjoran, las instalaciones de Fuenmayor contarían con 120.000 parejas reproductoras, lo que significaría apear del podio a la actual ‘campeona’ del continente, que cuenta con 93.000 parejas en Vizmalo (León).

 

¿Qué llevó a este inquieto emprendedor a embarcarse en la cría de estas aves en Fuenmayor? En realidad, Sergio conoce bien el negocio, ya que tiene otra granja de perdices en la localidad alavesa de Santa Cruz del Fierro dedicada al engorde, con una capacidad de 57.000 animales, y otra en Guipúzcoa de faisanes y codornices.

 

Sus planes de expansión y de contar con capacidad suficiente para producir huevos le llevaron a buscar emplazamiento para una nueva granja. Las buenas condiciones del campo fuenmayorense y la ‘llamada de la tierra’, ya que tanto Sergio como su mujer son riojanos, le animaron a lanzarse a esta nueva aventura empresarial. El proyecto, que sufre como todos los sectores las dificultades de la pandemia, es una realidad. En la granja de Fuenmayor hay ya 8.000 parejas reproductoras produciendo huevos. 
Además de su tamaño y capacidad de producción, tendrá la particularidad de disponer del ciclo completo: producción de huevos, incubación y engorde de pollos. La salida comercial es la venta de patirrojas para la repoblación de cotos de caza o bien la selección de madres para la puesta de huevos. 

 

Parón en el mercado. Al igual que otras actividades económicas, el coronavirus lo limita casi todo. «El mercado está parado», comenta Sergio Jorge. En España, las restricciones de la crisis sanitaria sí autorizan a comercializar huevos y pollitos. Otra cosa es la clientela internacional, que ahora tiene las puertas cerradas. Y es que las perdices y los huevos que salen de las granjas de Sergio deberían estar viajando a Gran Bretaña, el principal importador, pero también a Italia y a otros países europeos, a Arabia Saudí o cruzando el charco hasta Estados Unidos.

 

Esas limitaciones hacen que ahora la producción esté más focalizada en incubar huevos para suministrar pollos a otras granjas para que luego las engorden, que en vender perdices adultas. Con todo, el avance en la desescalada también ha traído alguna buena noticia que le da «oxígeno» al negocio. A partir del 1 de junio se podrán transportar perdices a Andalucía para repoblar cotos de caza, una actividad, la cinegética, que este empresario defiende como necesaria y vital para el mundo rural, tan amenazado por la despoblación.

 

La cría y venta de ejemplares de perdiz roja es además una fuente de riqueza que, paradójicamente, explotan con mayor éxito los franceses, a pesar de tratarse de una especie española. Al igual que ocurre con el aceite de olivos españoles, al que los italianos le sacan mayor partido comercial, Francia aprovecha la demanda de esta gallinácea de sangre hispana y compite en precios, de manera que las granjas galas suministran el 90% de los pollos que importa España.
En tiempos de incertidumbre económica, el proyecto de Sergio Jorge Anda es además una buena noticia para Fuenmayor, y que ha recibido con parabienes su Ayuntamiento. La inversión una vez completadas las instalaciones rondará los 8 millones de euros y ya se han creado tres puestos de trabajo, dos de ellos ocupados por vecinos del pueblo, aunque la intención es aumentar plantilla.

 

Muy pendiente de la genética. La filosofía de trabajo de Sergio Jorge es conseguir que sus perdices no pierdan ni un ápice de la bravura y fuerza característica de las patirrojas que nacen libres en los ribazos del campo español, tan apreciadas por cazadores de todo el mundo e inmortalizadas por Miguel Delibes en varios de sus libros.

 

En esa idea, Sergio cuida al máximo la trazabilidad genética de las aves, realiza analítica de campo e incorpora como madres reproductoras hembras que quedan heridas en el campo, y que aportan raza y carácter salvaje a los animales que nacen en la granja. A Sergio, la afición a este mundo le viene también casi por vía genética. Con menos de diez años, ya sacaba adelante en Hervías, el pueblo de su madre, pollos de perdiz roja que incubaba con gallinas enanas.