Ellas son el 60% en Medicina pero el 30% de las jefaturas

S.R
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De los 1.449 profesionales médicos colegiados en La Rioja y que se encuentran en activo, 850 son mujeres; pero el techo de cristal aún frena su promoción

Sanitarios en el Hospital San Pedro en una imagen de archivo. - Foto: Clara Larrea

Las mujeres ya representan más de la mitad de la profesión médica en La Rioja. Son el 58,66%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Hace 13 años, en 2008, cuatro antes que a nivel nacional, las médicas riojanas superaron numéricamente a sus homólogos entre los profesionales en activo. 

Fue un momento histórico que constató la feminización de la Medicina. Pero aún no están igual de representadas en los puestos de poder. El techo de cristal sigue haciendo mella en La Rioja, donde hay 1.449 colegiados en activo, de los que 850 son mujeres. Son casi el 60% de la profesión, pero solo ocupan el 30% de las jefaturas del Hospital San Pedro.

El progresivo aumento de la presencia femenina es uno de los recurrentes argumentos esgrimidos para justificar que el paso del tiempo solventará la escasez de mujeres en cargos de poder. En este sentido, la socióloga y directora de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, Capitolina Díaz, acuñó el término «histéresis social», con el que alude al «fenómeno por el que un material depende de su historia previa y que se manifiesta por el retraso del efecto sobre la causa que lo produce». Así, hace referencia a que han transcurrido siglos en los que las mujeres han sido excluidas de los centros de saber y apartadas de las posiciones importantes; y que, frente a ello, «solo» los últimos 100 años han sido de incorporación. 

Dunia Montalvo, médica residente de segundo añoDunia Montalvo, médica residente de segundo año - Foto: EL DÍA

Un pasado que pesa pero que no puede usarse como pretexto, ya que es preciso garantizar un acceso en condiciones de igualdad. La creación del examen MIR en 1976 fue determinante para acceder al ejercicio de la Medicina por méritos. Pero a la hora de promocionar se apela a una meritocracia no reglada. «Esto es un poco engañoso porque ya llevamos muchos años siendo mayoría y porque esa meritocracia depende también de moverte en unos entornos que muchas veces las mujeres no podemos frecuentar porque cargamos con el peso familiar, el cuidado de menores, mayores y dependientes y la maternidad. La meritocracia sería ideal si existiese igualdad real», dice Dunia Montalvo, médica residente.

 

ROLES. A estos roles de género apela también Paula Guerrero, médica de Familia: «Hacen que no te plantees determinadas cosas en según qué momentos. Y eso nos hace llegar menos a los cargos de responsabilidad, más tarde y con más edad», sostiene. «Veo a compañeros jóvenes en esos puestos y es algo que yo a su edad ni me planteaba porque estaba a otras cosas», recuerda, apelando a su maternidad.
«Yo he empezado a hacer cosas diferentes cuando mis hijos tenían cierta edad. Hasta entonces vas mirando donde coger el trabajo para seguir cuidando de tus hijos y luego nos tocará cuidar a nuestros mayores, que es algo que asumimos las mujeres mayoritariamente».

Paula Guerrero, médica de FamiliaPaula Guerrero, médica de Familia - Foto: EL DÍA

Emma Huarte, jefa de Nefrología, trata de explicar la escasez de mujeres en puestos de poder por «la existencia de un alto porcentaje de hombres que siguen ocupando esos cargos y que aún no se han jubilado». Los que lo han hecho, asegura, «han sido sustituidos por mujeres en una gran proporción». 
Alcanzar estos puestos «es una lucha diaria», comenta Aitana García, jefa de Cirugía. «Yo nunca he sentido discriminación, pero las mujeres no lo tenemos fácil y a veces nos cuesta creernos que somos capaces». Por eso considera tan importante la educación. «Para llegar a cualquier puesto lo primero es creer que eres capaz». Eso, dice, inculca a su hija y a su hijo. Lo mismo que le transmitieron sus padres: «Las generaciones que ya nacimos en democracia nos han educado en igualdad. Y el hecho de que vayamos siendo mayoría en la profesión tiene que ver con eso, es fruto de esa educación en la que nos hicieron creernos que podíamos conseguir lo que quisiéramos con trabajo y con esfuerzo».

Para Montalvo hace falta algo más porque «cuanto más se trunca y se restringe el acceso de la mujer a los puestos de poder, peor sociedad se construye y se pierde lo que aporta la mitad de la población». Sin embargo cree que la feminización, «en parte», sí ha supuesto la igualdad porque ahora son más visibles. «También gracias al feminismo, que ha propiciado que identifiquemos y no toleremos cosas como que se nos trate de señoritas y no de médicas». O que se les reconozca menos autoridad. «Cuando haces las prácticas te das cuentas de que no se te ve exactamente igual que a tus compañeros hombres. Se nos reconoce menos autoridad y tenemos que demostrar el doble». 

Ni Huarte ni García tienen esa visión, pero sí Guerrero. «Cuando era residente en el hospital en el 2000 sí notaba que, de primeras, no te trataban como médica por ser mujer y por ser joven». Reconoce que, en sus primeros años en Atención Primaria, sí tuvo algún problema con los pacientes. «Sobre todo con hombres y de otras culturas. Pero hace mucho que ya no me pasa que alguien me pida ser atendido por un hombre».

Aitana García, jefa de CirugíaAitana García, jefa de Cirugía - Foto: EL DÍA


SE DICE MÉDICA. La feminización de la medicina no es solo una cuestión numérica. También está suponiendo un cambio en la atención, que ya se advertía en los informes del Sistema Nacional de Salud del 2006, donde se mencionaba «un impacto en la transformación de los roles profesionales y un cambio sociológico-laboral». Así hace referencia Huarte a la humanización de la medicina. «La mujer ha aportado mucho valor, más cercanía, más empatía», comenta. «Pero sin una ñoñería malentendida. Se trata de la forma de dirigirse al paciente, de atenderlo y de acercarse a él», puntualiza. Coincide Montalvo, ya que «se presupone que las mujeres deben ser dulces y menos autoritarias y no es así», dice. «Al hablar con firmeza, ellos son enérgicos y a nosotras se nos ve como mandonas».

A nivel lingüístico, el término médica también supone un conflicto. «No es algo menor porque el lenguaje hace el pensamiento», recalca Guerrero. «La gente da mil vueltas para no llamarme médica. Me han llegado a decir que es incorrecto y he sacado la RAE», comenta Montalvo, quien cree que esto evidencia «una resistencia a ver a mujeres en puestos de autoridad».

También hay una cuenta histórica pendiente con la denominación de la agrupación colegial, que podría denominarse Colegio Oficial de Medicina para reflejar mejor la realidad actual, como ya han hecho otros colectivos. «Nunca se ha planteado el cambio. Ellos no sienten esa exclusión, pero en cierto modo nos invisibiliza». También el hecho de que en sus batas siga poniendo médico. Y jefe, como en la de Huarte, que lleva una década en el puesto; y en la de

Emma Huarte, jefa de Nefrología
Emma Huarte, jefa de Nefrología - Foto: EL DÍA

García, que lleva un año. «Es verdad, pone jefe», reconoce, tras asegurar que no se había percatado hasta el momento. «Pero en mi contrato y en el resto de sitios pone jefa», indica. Sí era consciente Guerrero, para quien son detalles que mantienen el arquetipo masculino de la profesión. «En mi bata pone médico, en la entrada pone médico también. Pero al cruzar la puerta estoy yo». Ella y casi un millar más en toda La Rioja.