Siete siglos de veto, tres décadas llenando las facultades

S.R
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El acceso de la mujer a los estudios superiores fue vetado hasta el 8 de marzo del año 1910, cuando se aprobó una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública, del que era consejera Emilia Pardo Bazán

Imagen de una clase en la Universidad de La Rioja - Foto: UR

Disfraces, indumentarias masculinas y hasta cambios de nombres. Esos fueron algunos de los recursos utilizados por las mujeres para acceder a la universidad, que vetó su presencia hasta principios del siglo XX. Transcurrieron casi siete centurias hasta que el 8 de marzo de 1910 se permitió su acceso, tras la aprobación de una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública, en el que acababa de ser nombrada consejera Emilia Pardo Bazán. Actualmente, las mujeres suman más de tres décadas siendo mayoría en las facultades de Medicina y 13 años entre los colegiados riojanos en activo.

Sin embargo, esos siete siglos de aislamiento siguen teniendo sus consecuencias y, aunque la feminización numérica en La Rioja se alcanzó en 2008, a nivel cualitativo aún siguen siendo numerosos los obstáculos a los que se enfrentan las médicas a lo largo de su carrera. Entre ellos, la temporalidad o el techo de cristal, como se refleja en la encuesta sobre situación laboral de la Organización Médica Colegial y la Confederación Estatal de Sindicatos.

Los estudios de la catedrática en Historia de la Ciencia Teresa Ortiz, explican que, durante los siete siglos en los que la mujer fue apartada de la medicina, se produjo la construcción de la identidad de la profesión, eminentemente masculina, a partir de actores varones e incorporando valores considerados propios de los hombres. De hecho, este arquetipo todavía se mantiene. «Aún sigue la idea del médico mayor de bata blanca muy sabio y a veces no se tiene esa imagen de la médica que también tiene muchísima experiencia y es buenísima en su trabajo», comenta Dunia Montalvo, residente de Medicina Familiar. 

Para Emma, jefa de Nefrología del Hospital San Pedro, sí se está produciendo un cambio. «Al principio de mi carrera, especialmente la gente mayor, sí se notaba que tenían esa imagen de médico varón y de mujer enfermera y les costaba asumir que la mujer era su médica de referencia. Pero esto ya no pasa».

Antes de que se permitiera el acceso de la mujer a la universidad, algunas consiguieron estar presentes en las aulas porque la ley no prohibía expresamente su ingreso. Sin embargo, al finalizar los estudios, la mayoría no recibió el título. Entre estas pioneras se encuentra María Elena Maseras, Dolors Aleu Riera y Martina Castells Ballespi, quienes marcaron una senda que produjo que en 1988 se invirtiese la situación y ellas comenzasen a ser mayoría en las universidades. Actualmente, según los últimos datos del Ministerio de Educación, las mujeres representan casi el 66% de las personas licenciadas en Medicina. «La profesión está feminizada, pero se usa ese término como si fuese algo negativo. Pero es buenísimo porque las niñas tienen referentes y pueden verse reflejadas en ellas», comenta Montalvo.

Ortiz explica en su estudio sobre los espacios de sociabilidad femenina que la discriminación en el ámbito de la medicina no se circunscribió únicamente al impedimento de acceder a la universidad, pues a medida que las mujeres ganaban espacios sociales, se ejercía contra ellas una discriminación en forma de segregación estableciendo esferas diferentes para hombres y mujeres. En el ámbito profesional se restringía su campo a la salud de mujeres y niños. Así se ha mantenido hasta la actualidad, según el último estudio de demografía médica, donde se observa que ellas son minoría en las especialidades quirúrgicas al representar entre el 30 y el 40%. En este sentido, Paula

Guerrero, médica de Familia, explica que esto se debe a la cultura de los roles de género. «Aunque nos revelemos contra ellos, los tenemos metidos en la piel», dice. 

Sin embargo, Aitana García asegura que estas distancias se están acortando. Es jefa de Cirugía del Hospital San Pedro desde el año pasado y recuerda que en 2001 en el servicio solo había dos mujeres. «Ahora somos más del 50% en una especialidad que tradicionalmente ha sido masculina. Y cinco de los siete MIR son mujeres». García ha sido la primera mujer en ocupar el puesto, 32 años después de que las mujeres representasen la mayor parte de los egresados en Medicina y tras 12 años siendo mayoría entre los colegiados en activos en La Rioja.