Alexandra, a salvo en La Rioja tras 6.400 kilómetros

EFE. Rebeca Palacios
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Un ucraniano residente en Nalda, y un amigo, emprenden un viaje de 6.400 kilómetros para rescatar a su sobrina. Ya están de vuelta en el municipio riojano.

El ucraniano Leo Stepanyuk, con su sobrina Alexandra Rezin. - Foto: Raquel Manzanares (Efe)

Tras recorrer en coche 6.400 kilómetros en apenas 5 días, soportar temperaturas de 16 grados bajo cero y atravesar carreteras impracticables por la nieve, el ucraniano Leo Stepanyuk ha podido rescatar de su país a su sobrina Alexandra Rezin, quien ya se encuentra a salvo en La Rioja.

Este angustioso viaje comenzó el miércoles pasado, 9 de marzo, cuando Leo Stepanyuk, residente en la localidad riojana de Nalda desde 2006, pidió prestado un vehículo para poder ir a recoger a la hija de su hermana.

Su amigo Federico Díez del Corral no se lo pensó dos veces, según ha relatado este martes a Efe, pero surgió el inconveniente de que era un recorrido demasiado largo para hacerlo solo, por lo que este logroñés se ofreció a acompañarlo.

El jueves a mediodía salieron de Logroño y, sin parar durante 40 horas, se fueron turnando para conducir, dormir y comer en el coche, en un viaje en el que atravesaron Francia, Alemania, Austria, Hungría y Rumanía, hasta llegar a la frontera con Ucrania.

"Cada vez que el depósito se quedaba a la mitad, parábamos a repostar, porque no sabíamos qué nos íbamos a encontrar más adelante ni cómo estarían las gasolineras", ha explicado Díez del Corral.

Cuando por fin llegaron al límite de Rumanía con Ucrania, a las tres de la madrugada del sábado, no encontraron a Alexandra en el punto acordado, porque la joven había tenido días antes un accidente de tráfico con su coche, en el que dio cinco vueltas de campana.

Al cansancio acumulado por el viaje se sumó la angustia de no poder localizar por teléfono a su sobrina, quien antes de la invasión rusa residía en la ciudad de Irpiñ, a solo 10 kilómetros de Kiev, ha explicado a Efe Stepanyuk.

Además, este trabajador de mantenimiento en el colegio logroñés Alcaste-Las Fuentes no podía cruzar la frontera de su país por el riesgo a que lo reclutasen, y Díez del Corral no sabía el idioma ucraniano para preguntar por Alexandra.

Finalmente, encontraron a Alexandra, de 33 años, quien pudo salir de Ucrania con otro coche, pero antes de emprender el viaje de vuelta tuvieron que soportar una cola de 30 vehículos para poder registrarla como refugiada, lo que supuso "una espera eterna de 11 horas", ha explicado Díez del Corral.

"A pesar de lo angustioso del momento, por ver a tanta gente con los coches cargados con lo que pudieron llevarse de sus casas, Cruz Roja nos atendió fenomenal, con comida, caldo y cafés para soportar las bajas temperaturas", ha añadido.

También aprovecharon la espera para contestar a todos los mensajes de ofrecimiento de ayuda que les llegaban desde La Rioja, algo que ha agradecido, al igual que haber vivido esta experiencia.

Con el cuerpo dolorido por el accidente, la tensión para salir del país, el miedo pasado por la guerra y la pena por dejar en Ucrania a su madre -quien ha preferido quedarse- y sus amigos, Alexandra emprendió el camino hacia una vida más segura en España.

La odisea de vuelta continuó con hielo en la calzada y puertos de montaña en los que el coche patinaba por el hielo, pero el domingo, al llegar a Francia, decidieron parar en el santuario de Lourdes para descansar y pasar la noche en un hotel.

Díez del Corral, presidente de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes en La Rioja, y sus acompañantes aprovecharon para dar las gracias a la virgen y rezar por las personas que sufren en esta guerra.

Antes de formalizar en la sede de Cruz Roja en Logroño algunos trámites con su estatus de refugiada, Alexandra ha detallado a Efe que ahora desea tener un poco de tranquilidad, antes de decidir a qué puede dedicarse, ya que su último trabajo fue en un casino.

Su tío materno y su hija Yuliya, quien hace de traductora a su prima, han expresado a Efe su alivio después de tantos días de preocupación.

Alexandra respira "segura" por fin en España, aunque reconoce que su corazón sigue en Ucrania, su patria, con sus familiares y amigos, quienes, a día de hoy, sufren los bombardeos rusos sobre Kiev.

De momento, se alojará en casa de sus tíos Leo y Valentyna en Nalda, en la habitación de su primo Vitaliy, quien estudia quinto Relaciones Internacionales y Derecho en la Universidad de Navarra, quien ha publicado un vídeo de apoyo a su pueblo en el boletín de este campus.

Este estudiante, para quien "la guerra ha sido un shock, pero hay que ser valientes y magnánimos", anima a la población a ofrecer "apoyo material, lo que se pueda tanto de dinero como productos; apoyo espiritual, rezando; y apoyo emocional, estando pendientes, apoyando a los que sufren y no olvidando o banalizando el conflicto".