El cánido devuelve a la cabaña ovina a «cien años atrás»

R. Muro
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Javier Elías, ganadero de Villoslada, ha iniciado contactos para vender sus 500 ovejas en Huesca. Otros 3 propietarios abandonan

Las ovejas son los animales cuya cifra más ha disminuido entre 2009 y 2020 - Foto: Óscar Solorzano

La cabaña de ovino en La Rioja «ha entrado en una evidente tendencia a la baja», coinciden Néstor Alcolea y Roberto Rincón, ambos de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos. Es más, prolongando las previsiones, «se podría decir que va camino de la extinción». A lo largo de este 2022, ocho ganaderos riojanos de ovino han vendido o van a vender su cabaña, según confirman desde UPA, aunque por diferentes motivos. De ellos, cuatro ubicados en Laguna, Matute, Valgañón y Villoslada de Cameros han cerrado su actividad ovina o han comunicado al sindicato agrario su puesta en venta con el lobo como principal motivo. Para Javier Elías, ganadero de Villoslada, «hemos vuelto cien años atrás cuando los ataques eran constantes». 

En el caso de Laguna, María José vendió su explotación de unas 400 ovejas a finales de mayo después de que el cánido acabara con 66 de sus ovejas. «En Laguna, ahora, es inviable tener ovejas. De hecho solo queda alguna cabra». Cobró las indemnizaciones habilitadas por el Gobierno «por todas las ovejas menos por una, precisamente la única que portaba GPS y que los lobos arrastrarían hasta alguna zona sin cobertura», explica al tiempo que lamenta una situación que le ha llevado también a «dejar de elaborar queso, porque ya no tengo leche». Eso sí, mantiene su casa rural y cien vacas aunque con cierto temor. «El lobo no va a por la vaca pero si a por los terneros recién nacidos». 

Javier Elías vendió 300 ovejas hace dos años «para ver si con menos cabezas podía controlar mejor el rebaño y el lobo dejaba de matarlas».  En un tono evidentemente desesperado, el ganadero confirma que «la situación sigue igual». Hace unos días perdió dos ovejas y un mastín. Pudo ver a un lobo «a doscientos metros pero mientras intentaba espantarlo, otros dos ejemplares atacaban el rebaño. Es desesperante» exclama entre suspiros de cansancio. 

Su abuelo inició la actividad ganadera hace décadas en Villoslada y con el tiempo pasó a manos de su padre. «Mi hijo con 19 años años iba a continuar pero ya le he dicho que busque otra cosa porque esto te arranca la vida». 

Primeros contactos. Elías ha contactado ya con un ganadero de Huesca para vender su explotación y actualmente permanece a la espera de que «venga a ver las ovejas». Le quedan 500 cabezas y con 57 años desconoce a qué puede dedicarse tras materializar su venta. «Te dejan sin nada. Es muy bonito proteger al lobo pero somos los ganaderos los que les damos de comer» a los cánidos. Elías no se muestra contrario a la protección del lobo siempre  y cuando se regule bajo unos criterios que permitan establecer el equilibrio con el ganado. «Lo que se está haciendo demuestra que no tienen ni idea de lo que es la ganadería extensiva», asevera. Elías pasa cada jornada en el monte para vigilar el ganado y ni aun así logra controlar al cánido.