Luis del Val

LA COLUMNA

Luis del Val

Periodista y escritor


Violinista al suelo

21/10/2022

Un profesor de violín ha sido despachado de su puesto en el Conservatorio de Castellón. Incluso los lectores veteranos, tras el titular, casi intuimos que habrá algún asunto de extorsión a alumnos o abusos, porque es difícil suponer que lo hayan puesto en la calle, por no saber tocar el violín, aunque estamos tan acostumbrados a los enchufes autonómicos que podría ser una hipótesis interesante.
El profesor en cuestión, Ángel Sampedro, no solo domina el instrumento, y ha sido reconocido fuera de nuestras fronteras, sino que es creador de la Orquesta de Música Barroca de Salamanca, con la que recorrió toda Europa; y creó, por encargo del Ayuntamiento de Madrid, la Orquesta Barroca-Conde Duque... Y, en fin, muchos de sus alumnos, en Castellón, proceden de otros lugares de España, debido a su prestigio.
Llegados a este punto, casi tomamos aire para estar preparados y enterarnos de la terrible acción que habrá llevado a cabo para hacerse merecedor de este rechazo, un año antes de su jubilación, y es bueno que tomemos aire, porque el crimen cometido por este excelente violinista y profesor es... que no ha aprobado el nivel superior de valenciano. Tiene capacidad para entender el valenciano, pero no lo domina, y eso ha colmado la paciencia del Consejero de Cultura del Gobierno, de Ximo Puig, y quién sabe si del presidente de la Diputación Provincial, que estará sumido en un barril de vergüenza, al comprobar que, en los últimos años, este sujeto ha estado enseñando a tocar el violín a castellonenses y españoles de otras ciudades, sin poseer el nivel de valenciano que merece el conservatorio.
¡No hay derecho! Es más, hace poco, otra profesora de música de Onteniente, tras 35 años interina, intentó dejar de ser interina, pero... ¡Tampoco sabía valenciano! ¡Hasta ahí podíamos llegar! Menos mal que el gobierno de la Generalitat de la Comunidad Valenciana comienza a estar atento al despropósito de que magníficos violinistas puedan dar clases de violín sin saber valenciano. ¡Qué despropósito!
Todavía no hay sustituto, porque los alumnos tienen un nivel más alto que los aspirantes a ser sustitutos, pero aunque sea un rascatripas, estemos tranquilos, porque sabrá hablar valenciano. Y, aunque tarde, se ha hecho justicia, y el violinista no está en el tejado de su categoría, sino en el suelo. Le está bien empleado... por irse a Valencia, esa maravillosa tierra, regida por tontos contemporáneos.