Pérdida de respeto y saturación: la tormenta perfecta

Ana Torrecillas
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El personal sanitario se enfrenta casi a diario a pacientes frustrados por la espera

Personal sanitario se concentra en el San Pedro - Foto: Ingrid

Pacientes que deben esperara una semana a ser visitados por su médico de cabecera en el centro de salud, personas que llevan en horas en Urgencias para ser atendidos de su dolencia. Una sanidad saturada que satura a sus usuarios que terminan pagando su frustración con el personal sanitario.

«Se han juntado varios factores que explican las últimas agresiones a sanitarios», apunta Patricia Mogena, delegada del Sindicato de Enfermería de La Rioja, SATSE, «la primera es que se ha perdido el respeto al personal sanitario por parte de los pacientes pero también de sus familiares y, en segundo lugar, la saturación de la sanidad que provoca que el paciente se enfade cuando le dan cita en su centro de salud en una semana. Al no ser atendido con rapidez, acude a Urgencias y allí también tiene que esperar por horas, así que se frustra y lo paga con quien tiene delante; en este caso, con los sanitarios». 

pacientes 'cabreados'. Para Mogena, la saturación del sistema viene de lejos, no es una cuestión actual, solo que la pandemia ha enseñando las vergüenzas de la sanidad pública: «Están fallando profesionales a los que no se les da relevo, las bajas laborales no se sustituyen, no se contrata más personal sanitario. Además, tenemos una sociedad está cada vez más envejecida que  precisa de más atención médica de todo tipo. Si sumamos todo esto tenemos la tormenta perfecta».

 Una tormenta perfecta que hace estallar al paciente y agredir al sanitario. Verbalmente y físicamente. Según un estudio elaborado por SATSE, en 2021 el 78,7% de las agresiones a las que se enfrentaron los médicos y enfermeros fueron amenazas e insultos. Y el 23,4% son agresiones físicas. 

En el momento de la agresión, el sanitario se encuentra ante una persona muy nervioso y que no atiende a razones. Para tratar de frenar estas situaciones, el Servicio Riojano de Saludimplementó un programa informático de alerta en los centros sanitarios, una especie de 'botón del pánico' que se coloca en los escritorios de los despachos y que el personal puede activar cuando existe una situación de riesgo. «Pero, ¿qué pasa si la agresión se produce en un pasillo o una sala de espera dónde  no existe la posibilidad de activar ese botón?», se pregunta Mogena. 

«Yo he trabajado durante muchos años en la planta psiquiátrica del hospital», señala esta enfermera, « y para enfrentarme a posibles agresiones he realizado cursos de defensa personal pero a nivel particular y pagados de mi bolsillo.

Por eso, desde el sindicato SATSEconsidera muy positivo este tipo de cursos que ayudan a profesionales sanitarios a desarrollar sus habilidades, trabajar desde la comunicación en positivo y, llegado el momento, poder defenderse de una agresión física. Aunque Mogena reconoce que no siempre se puede poner en práctica lo aprendido.

 «Amí me ha pasado. Una vez que he terminado los cursos, al final esa formación se diluye sino la practicas todos los días. Algo que, por otra parte, es  imposible porque implica estar en alerta durante tu jornada laboral por si se produce cualquier incidente y no podemos trabajar así».