Errores propios y errores ajenos

Diego Izco
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El Real Madrid puede criticar hasta la extenuación el VAR y su extraña aplicación, pero omite que llega asfixiado a final de temporada por haber soltado demasiado 'lastre'. De los empates, solo Simeone sale contento...

Errores propios y errores ajenos - Foto: Ballesteros

Los grandes, cuando la pifian, suelen hacer como el mal conductor que le echa la culpa al empedrado, al que iba delante ralentizándole, a la duración del semáforo, a que no es esta carretera para ir a 30... antes de reconocer su propio error. ¿Qué el árbitro señaló un penalti de esos extraños, de los que esta temporada a veces se pitan y a veces no, de los que unos días te benefician y otros te perjudican? Por supuesto. ¿Que el Real Madrid ha llegado fundido a final de año pero tiene por ahí pululando ‘satélites’ como Brahim, Odegaard, Bale, Mayoral o Ceballos? También. Vende mejor, que es cualquiera de ‘los otros’ los que te hacen fallar, maldita sea su estampa, y a ver si a base de quejarme muy alto consigo que no se hable de lo que de verdad me dolería. 

 

El 0-0

Llevábamos sin un 0-0 en un Barça-Atlético desde hace casi medio siglo... y sin embargo, era el resultado que sobrevolaba en ambiente. De alguna forma, Simeone sueña con ‘ceroceros’ y los dibuja en su mente de mil y un formas distintas. Es lo que intenta ante los grandes y varios medianos, y el sábado tenía enfrente a un equipo lleno de dudas capaz de encajar dos goles en casa ante el Granada, encaja dos goles fuera ante el peor Valencia en años... Y a pesar de la buena primera parte del ‘Atleti’ alguien pensó al descanso: «saldrá a defender. Cero a cero de manual». El ‘Cholo’, con la excusa de que «el rival también juega y empuja» obtuvo un premio menor. Suerte que en la guerrilla de empates entre candidatos la moneda le salió cara. 

 

¡Aguanta!

El Eibar es el extra de la película bélica que, después de recibir 10 balazos a quemarropa todavía saca fuerzas para entregarle al protagonista una carta para su novia en algún pueblucho de la América profunda. El ‘prota’ le mira a los ojos y le dice: «No, se la entregarás tú. ¡Aguanta! ¡Sigue conmigo!». Estaba muerto y ha ganado dos partidos seguidos: el 0-1 de Getafe vale mucho más que tres puntos, es una pequeña prueba de resurrección.