Sergio se contagió en enero de 2021. Tuvo una enfermedad leve, con pocos síntomas pero que no terminaban por remitir. Y cada vez fue a peor. El diagnóstico fue claro: padecía covid persistente. «Sufro de fuertes dolores musculares, también de cabeza, niebla mental, cansancio crónico», relata, «cada vez que salgo a dar un paseo tengo que tener un lugar donde sentarme o tumbarme. Antes hacía deporte a diario y ahora me tiemblan las piernas cuando hago el más mínimo esfuerzo. Y todo esto me está afectando a nivel mental».
En la asociación hay muchas personas como Sergio que comparten sus dificultades diarias en la covivencia con este enfermedad.Vivir con covid persistente es como adentrarse en un túnel oscuro en el que no se termina de visualizar la salida, a pesar del tiempo que se pasa en su interior y de lo que se va a avanzando. «Estamos igual que al inicio de la pandemia. Se desconoce porqué se produce el covid persistente, sí que intensifican los síntomas, pero no hay tratamiento para enfermedad».
«Cuando vas al médico con covid persistente, éste de deriva a Salud Mental», advierte Sergio, «de hecho, el SERIS solo ha puesto en marcha un sistema de rehabilitación respiratoria que solo han utilizado unas tres personas porque, precisamente, los problemas respiratorios no es un síntoma generalizado de esta enfermedad».
Sergio ha tenido que acudir al fisioterapeuta para paliar los dolores musculares y superar la fatiga crónica. «El propio especialista está sorprendido por los efectos del covid persistente en mi sistema muscular. Me dice muchas veces que, a pesar de que hay oído hablar de los síntomas, hasta que no lo ha visto con sus propios ojos no lo ha creído».
Y estos problemas físicos afectan también a la hora de incorporarse al trabajo. «Las bajas laborales son de un año cuando la consulta con el especialista te la dan en seis meses. No nos da tiempo a mejorar con estos plazos», afirma, «y en la Seguridad Social te dan el alta en cuanto ven en el informe que tienes covid persistente, aunque vayas en muletas».
Una situación que pone al límite a muchas familias y que deriva en trastornos depresivos.
«Mi vida ha cambiado por completo», lamenta Sergio porque de ser una persona activa, ve condicionada su vida social «y eso me está afectando psicológicamente».