Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Fuese, y no hubo nada

25/05/2022

El padre del Rey Felipe VI ha pasado cuatro días en España. Para unos, aquellos que deseaban de forma ferviente el regreso del rey emérito, ha sido una visita de perfil bajo en la que apenas se ha expuesto públicamente y se ha atenido a lo que habrían acordado los gestores de su vuelta a España, tras los 658 días de exilio en Abu Dabi, a dónde ha regresado, como estaba previsto. Para otros, sin embargo, su exposición pública ha sido excesiva tanto como para resaltar con una carcajada que no tenía que dar ninguna explicación de nada.  

Con esa declaración de principios realizada con tanta contundencia tendría más sentido conocer a qué conclusiones han llegado padre e hijo en la reunión de La Zarzuela, cuando hablaron "sobre distintos acontecimientos y sus consecuencias en la sociedad española, desde que el padre del Rey decidió trasladarse a Abu Dabi el 3 de agosto del año 2020", además de charlar de los asuntos familiares. A estas alturas los circunloquios y los eufemismos tienen poco sentido cuando el propio Juan Carlos I se ha convertido en el principal enemigo de la institución que encarnó durante cuarenta años. Ni Don Juan Carlos ha dado explicaciones públicas, ni del comunicado remitido por la Casa Real se sigue que se las haya exigido Felipe VI. La prudencia en las palabras y en las actitudes trata de evitar que la polémica se extienda, porque el silencio, aunque elocuente, limita la posibilidad de enredar una situación endiablada, pero va en contra del principio de transparencia que impulsa Felipe VI en el ejercicio de sus funciones. En cuanto a los asuntos familiares, es posible que el Rey Felipe VI los supiera de sobra; y los otros, los privados -los que han tenido relación con la corrupción económica-, los repudió de forma inmediata en cuanto que tuvo conocimiento de ellos.  

Juan Carlos I se ha marchado de España, pero queda abierta la posibilidad de que vuelva en unas fechas muy próximas. Quizá sea esa la principal conclusión del primer viaje del rey desde que salió de España. Cuánto más tiempo permanezca aquí, en una residencia privada, más desapercibida pasará su presencia, aunque la normalización no se logrará hasta que el padre del Rey ofrezca algún tipo de disculpa. Esa es precisamente la exigencia de la pata socialista del Gobierno. A la pata de Unidas Podemos ni tan siquiera le sirve eso, pero no deja de ser una posición tan legítima, como la de la derecha que defiende al rey emérito sin asomo de crítica.  Una exigencia que muchos se esfuerzan en presentar como el trabajo de zapa de Pedro Sánchez contra la Corona, cuando todas sus referencias al rey emérito van seguidas de los elogios hacia el trabajo de Felipe VI y, lo que es más contundente, con las decisiones políticas que abren cortafuegos para proteger a la Corona en el Congreso.   

Como en el poema cervantino, el rey emérito "fuese y no hubo nada". Al menos hasta que los portavoces oficiosos de Juan Carlos I comiencen a dar cuenta del resultado de la reunión familiar en La Zarzuela. Y si ha habido alguna reconvención por parte de Felipe VI para que su padre se mostrara más comedido en próximas ocasiones, el tiempo deparará la oportunidad de comprobar si han tenido efecto en una persona que ha dado muestras sobradas de soberbia y falta de humildad en las ocasiones en las que se ha mostrado en público.