"Que haya enseñanza pública y concertada es sano"

Francisco Martín Losa
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Catedrático de Instituto de Filosofía, dedicado a la educación, exvicepresidente del Consejo Escolar del Estado y fundador del Club Bitácora del siglo XXI, Juan Antonio Gómez Trinidad reflexiona sobre el sistema educativo en la sección Encuentro

Juan Antonio Gómez Trinidad. - Foto: Ingrid

Pregunta mortal. ¿Por qué? Es la interrogación con la que arranca la mayoría de sus contestaciones y es un lujo de carácter conciliador. El periodista se ha propuesto que pasen por este espacio aquellas personas que han contribuido a progresar nuestra tierra y han dejado huella. Ya no están en los focos mediáticos, ni persiguen arrebatar un flash a la cámara. Con la venia. Aquí el profesor, el gestor, el legislador y el educador, que fue vicepresidente del Consejo Escolar del Estado en 2017 hasta que pasó su tiempo. Juan Antonio Gómez Trinidad repite algo ya archisabido en sus 40 años, dedicados a la educación: suscitar en los alumnos el deseo de filosofar no es otra cosa que tener curiosidad, apreciar y respetar la verdad, la belleza y el bien que tiene el mundo que nos rodea, los demás y nosotros mismos.

 

DE EXTREMADURA A LA RIOJA. No hay la menor vacilación en su relato y, con esa seguridad, late saber por qué un extremeño en La Rioja: «Por esos caminos que tiene la vida y que uno no diseña. Soy extremeño, nacido en La Zarza. Estudié la carrera en la Universidad de Navarra, lo mismo que mi mujer Pilar. Los dos éramos funcionarios del Ministerio de Educación: yo, catedrático de Filosofía, y ella, de Latín. Primero estuve en Alsasua y, más tarde, en Estella. A ella, le enviaron a Albacete hasta que conseguimos ambos Logroño». Tiene todavía algo de estudiante y supera con nota los recuerdos de la niñez y adolescencia: «Provengo de una familia muy humilde. Mi padre era un pequeño tratante y representante de algunas cosas, no había nadie universitario en mi casa y Extremadura, en los años 60, estaba sumida en la pobreza, en la España de blanco y negro. Por entonces se produjo una emigración brutal, donde un millón de extremeños salieron fuera, entre ellos, mi padre».

 

LA VERDADERA VOCACIÓN. Nos habíamos quedado en un retrato de la época para situarnos mejor: «En Extremadura, como en el resto de España, los institutos sólo existían en las grandes capitales de provincia y los niños, que vivíamos en pueblos, lo teníamos crudo. En La Zarza, con 4.000 habitantes, estaba a 20 kilómetros de Mérida con dotaciones y hubo una obra social, que hizo el marqués de la Encomienda, Don Mariano Fernández de Córdoba, al que no se le ha dado el mérito que debía. En aquella tierra de latifundios, creó una cooperativa agrícola en Almendralejo y los beneficios los invirtió en una institución educativa en la que los niños de cortijos o pueblos, como fue mi caso, pudieran estudiar internos y así empecé». Habla siempre con un inicio de sonrisa, transformando en un relato sencillo todo lo que dice. «Tuve la suerte de que existían lo que hoy llamamos orientadores, tutores o profesores que iban más allá de la transmisión de contenidos. Yo quería ser ingeniero, pero uno de ellos me sugirió: «'Tus cualidades te llevan a que disfrutes mucho más en el mundo de las Letras' y me convenció con un argumento irrefutable; muy importante arreglar aviones, pero mucho más trabajar con personas». A esa firme reflexión, se unió una cierta inquietud intelectual para decidirse por la Filosofía y dedicarse a la enseñanza, pilares fundamentales de su trayectoria y que se inclinaría por la educación: «Y eso es clave para los jóvenes. El problema es que tenemos muchos medios pero somos incapaces de transmitirles unos valores de finalidad».

 

UNA CARRERA SIN OTRAS DISTRACCIONES. Soporta con un estoicismo impecable nuestro personaje echar atrás la memoria. Tuvo muy claro lo que quería hacer con ese cierto idealismo que se tiene en la adolescencia: «Franco murió en 1975, teníamos una gran inquietud y buscábamos respuestas. En esa búsqueda, en algunos lugares universitarios, se vivía la lucha política y otros íbamos por otros derroteros, en mi caso, estudiar una carrera en la Universidad de Navarra, con beca y terminarla bien, sin otras distracciones. Con la cátedra de Instituto, empecé en 1981 en Alsasua, en años difíciles, con ETA en todo su apogeo terrorista y mucha población emigrante, pero guardo un grato recuerdo de los alumnos . Estábamos en democracia pero fueron años de plomo».

 

LA VOCACIÓN, ESENCIAL EN UN PROFESOR. Conciso y claro con la naturalidad de su modo de ser. «Lo importante de un profesor, lo que voy a decir que ahora está en desuso, es que tenga vocación, que se sienta llamado y eso ¿qué requiere? Primero, conocer bien la asignatura, conocer bien al alumno, que el alumno te importe, porque los chicos pueden no razonar pero inmediatamente intuyen que tienen delante a una persona que sabe, que le gusta su materia y, que es lo más importante, que a los alumnos les importa. Es un error que se comete con frecuencia pensar que si no exiges a los alumnos vas a caer bien. A los alumnos no les importa que les exijan, con tal que ellos sepan que tú les quieres, que son únicos para ti. No sólo tienes que querer a los alumnos, tienes que tener unas habilidades de comunicación y empatía. Eso es lo importante y, mientras esto no se solucione, la reforma educativa no va a servir para nada». Su firme reflexión es y será imprescindible en la charla y eso de pasar curso de esa manera no le va. «El problema es que va en contra del bien de los alumnos. Un alumno cualquiera tiene unas cualidades magníficas. Uno servirá para pianista, otro para una ingeniería y otro para mecánico, pero la tarea del educador es descubrir la vocación del alumno y exigirle para que sea el mejor y, si no se le exige, se le está traicionando porque la ley del mínimo esfuerzo afecta a todo los alumnos. En educación ha sido una constante: facilitar, empujar, motivar. En definitiva, el chico tiene que recorrer ese camino para lo que es y lo que está llamado a ser». Uno también afirmaría estas opiniones porque está completamente de acuerdo porque sin esfuerzo no se va a ninguna parte. «Nadie llega a futbolista simplemente porque tenga cualidades. Tenemos reciente el caso de Nadal. A unas dotes hay que ponerle un esfuerzo y diré más, bajar los niveles en educación atenta contra la justicia social porque, a quien impide crecer es precisamente a aquellos alumnos que tienen menos recursos. Porque le están diciendo: 'Conténtate con lo que eres', mientras que, con esa misma filosofía, el que dispone de medios económicos, el que vive en un entorno social y cultural alto, siempre tendrá un padre, una madre, que le posibilite otros centros donde le preparen. Por tanto, uno de los grandes errores de la educación es no exigir a los alumnos.

 

POR FIN, EN LOGROÑO Y PARA SIEMPRE. El tiempo no se detiene en Juan Antonio ni en nadie, por supuesto. De Alsasua a Estella, de instituto a instituto, que era el privilegio de un catedrático. Participó en la creación de un sindicato de profesores, que llegó a ser el más representativo de Navarra, fue responsable de formación del profesorado en Navarra en los tiempos en que se implantaba la reforma educativa, conocida como Logse, pero probó otro camino. «Pronto dejé la vida sindical y, a principios de los noventa, abandono temporalmente la docencia para dedicarme a la organización y gestión de seminarios, congresos o cursos de verano en la Complutense de Madrid. En el año 92, después de sus fastuosos acontecimientos, por razones familiares, mi mujer Pilar estaba ya en Logroño, teníamos 4 hijos, solicité el traslado al Tomás Mingot, donde estuve 5 años hasta que tomé otra trayectoria». No ha quedado al margen de las estructuras educativas y está conformado, bien afianzado por la experiencia. Se deja de exaltaciones y suspicacias para ir a lo esencial: «Hay una solución fácil que ha calado, es que la educación va mal en España porque hemos tenido muchas leyes. La Ley de Educación es lo suficientemente seria y afecta a toda la sociedad y no debiera ser un juguete en manos de los políticos. Aquí hubo una gran reforma, que yo he conocido, que fue la Ley General de Educación, que supuso un avance enorme pero tuvo un problema: que se adelantó a su tiempo. La otra gran reforma la hacen los socialistas en el año 90. Previamente, en el 85, fue la Lode, la ley de participación de la sociedad, la que diseña la arquitectura: cuánto tiene que durar la ESO, el Bachillerato, la Formación Profesional, lo que hoy podríamos llamar los supuestos pedagógicos y psicológicos. Luego llegó la Logse».

 

LEYES Y MÁS LEYES. Es el momento de situar el objetivo del problema , con ocho leyes educativos en 42 años. «A pesar del cambio de leyes, seguimos en el mismo paradigma pedagógico y llevamos treinta años sin ningún cambio sustancial, con esta sopa de leyes respecto a lo que son las bases sobre las que se debe enseñar. Por ejemplo, está extendido que el chico no haga esfuerzos sino que se divierta, ese es el código frente que tiene la educación desde la Logse. Es un corto optimismo, es una teoría que hoy está muy cuestionada pero es la que impera en Occidente. Nacida a finales del siglo XIX, es una pedagogía que ya necesita una urgente intervención». La proliferación de leyes no se acaba y vino la Loce de Pilar del Castillo, la única propuesta de cambio, parcial pero seria, que no se llegó a poner en práctica cuando llegó Zapatero. «Son leyes que están sobre unos pilares que hay que revisar. Con una ley mala, si se tienen buenos profesores, se hacen maravillas; con una ley buena, si no tienen a los mejores, no vamos a hacer nada, y aquí se ha puesto el acento en cambiar el marco legislativo sin atender a otras cosas. Le decía al actual secretario de Estado, con el que he compartido muchas horas en los distintos cargos que he tenido y tengo una cierta amistad y confianza: 'Mira, Alejandro, sabes de sobra que no es necesaria una nueva ley, lo que tenemos es una disputa y, si la ponéis deprisa y corriendo, como se ha hecho, es el certificado de que esta ley va a ser efímera. Cuando haya un cambio político, como no se ha hecho por consenso, se cambiará y vuelta a empezar'».

 

LA HORA DE LOS MEJORES. La pregunta: ¿qué es lo que necesita este país? Y la respuesta de Juan Antonio Gómez Trinidad: «Revisar en profundidad y, al margen de demagogias, luchas sindicales y de presiones cuáles son las políticas educativas que se requieren que, por cierto, tenemos un diagnóstico y tratamiento que provienen de estudios internacionales. Después de lo que ha hecho PISA, se sabe que si un país está en determinado nivel, se requieren unas determinadas medidas y no es lo mismo estar en el nivel 5 que en el 7». A nuestro protagonista le parece que somos un país con cierto aire de superioridad y del vecino ni nos acordamos, como es Portugal. «Ha ascendido en la mejora de la reforma educativa de forma impresionante, por encima de nosotros, y estaba por debajo. Por qué? Supieron hacer un diagnóstico y accionar las medidas adecuadas. La primera política que precisa nuestro país es el profesorado, necesitamos formar bien al profesorado, seleccionar, formar y evaluar al profesorado y, mientras no se haga, pues...Lo que han demostrado todos los estudios es que nunca la calidad de la educación puede estar por encima de la calidad del profesorado». «Y vamos a un ejemplo que todo el mundo entiende y se percibe a diario: «España tiene un cuerpo de profesionales que se corresponde con una calidad admirable, que son los médicos. ¿Por qué? Pues porque seleccionamos a los mejores. A Medicina, sólo entran aquellos universitarios con los mejores resultados escolares, con un proceso de selección que elige a los mejores y, cuando cuentas con los mejores, estás generando un clima en el que ellos tienen conciencia de ser los mejores, con una formación muy exigente de estudios universitarios, una prueba nacional, a pesar de las autonomías. Las universidades podrán enseñar lo que quieran pero ya saben que luego hay una prueba exterior que mide la cualificación de los alumnos, la estancia formativa en los propios centros, realizando el MIR en cualquier hospital de España o del extranjero y eso no ocurre en educación, aunque se está hablando. No sólo eligen a los mejores sino a aquellos con ciertas habilidades, que no es el empollón de turno. En educación, si no tienes un caudal verbal riquísimo, que sepas cautivar con la palabra y luego que tengas claro hacía dónde vas, no conseguimos nada. No se trata de entretener a los alumnos, sino de transmitirles un legado cultural sin el cual no nos explicaríamos dónde estamos. Es terrible lo que estamos haciendo con las nuevas generaciones».

 

¿MATAMOS LA MEMORIA? Por Dios, qué disparate y ocurrencia maldita. Hay que tener conocimientos previos para dominar y valerse de las nuevas tecnologías. No matamos la memoria porque el hombre, como ser vivo, es un ser de memoria. La primera memoria es la genética y es una maravilla y, más que genética, la memoria cultural. Y salió el filósofo y su montón de razones. «Nosotros somos lo que somos porque es una herencia basada en tres pilares; por sintetizar: somos griegos, aunque no hayamos leído a los griegos, que nos legaron lo más importante, que es la razón y hay que revelarse contra lo absurdo y contra lo que es capricho; somos romanos, que nos dijeron señores hay una ley que tiene que cumplir todo el mundo y hemos heredado el Derecho Romano; y somos cristianos, con los valores de la libertad, igualdad de fraternidad y el respeto a la persona. Estamos en un mundo muy crítico de nuestra civilización, incluso se habla de una era postdemocrática y así podríamos seguir». Acertadamente claro. Aquí, el profesor y el filósofo ante las nuevas tecnologías en la educación: «Es un instrumento poderosísimo, al servicio de la persona y de su crecimiento, como todo lo que crea el hombre. No soy partidario del catastrofismo, pero si hay algún ser en la naturaleza, que es problemático, es el hombre que crea problemas pero da soluciones». Y nos metemos en la boca del lobo de la discusión, del hábito a la tableta, peligrosísima en manos de un niño, de un cerebro tan moldeable, expuesto a una sobrecarga de estímulos, atrofiando hasta su capacidad de aburrirse, como es generar su propia imaginación. Bienvenidas las nuevas tecnologías pero hay que saber utilizarlas sin que se arrincone cómo saber calcular, el caudal verbal, el saber expresarse, la capacidad de reflexionar, el silencio y educar en la atención para no crear seres dispersos.

 

LA EDUCACIÓN, EL FUTURO DEL MAÑANA. Lo que tiene el Informe PISA es que, para mantener un nivel de desarrollo, es necesaria la mejor educación. «Creamos un instrumento para diagnosticar cómo está la educación en los distintos países de la OCDE y, a partir de ese diagnóstico, podremos las soluciones adecuadas. Esto se hace en el año 2000. En España nos damos cuenta que hay muchas cosas que mejorar. En el caso de La Rioja, teníamos ya el traspaso de competencias y una cierta capacidad de decisión. Poco a poco, todas las comunidades amplían la muestra y, en La Rioja, como somos pequeños, se extiende a todos los centros. PISA es un instrumento para saber cuál es la salud que tiene el sistema educativo riojano. En La Rioja, en 2006, estábamos que nos salíamos del mapa; ya estaba yo en la Consejería de Educación y lo que instalamos fue la cultura de la evaluación». ¿Cómo se mejora? «Haciendo las políticas educativas que correspondan. La más importante, el profesorado, luego los centros, deje usted a los centros su autonomía, hay un centralismo bestial y se les dice el cómo y el cuándo, con una determinada intoxicación. Hay que implantar políticas educativas, pero eso no significa que la educación tenga que ser política. Dentro de las funciones de la educación, es decirle al chico que vive en una democracia y la democracia es un bien muy valioso y explicarle por qué es valiosa la democracia». Lo dice con intención y quizá lo interesante es que lo exprese así: «Se empieza a percibir que a algunos chicos les importa un rábano la democracia y seguirían a un líder carismático. Lo estamos observando en los movimientos populistas y los nacionalismos, que van creciendo, porque esas generaciones no han sabido valorar los esfuerzos que supone vivir en democracia. Eso sí es tarea de la educación».

 

LAS TRANSFERENCIAS. Sin perder la tentación del vértigo, con aplomo y sin aspavientos, se mete en el túnel político, primero, tocando el área técnica y luego, el Congreso de los Diputados. «Me siento una persona apasionada de la educación y eso es lo que importa. En el año 1996, Luis Alegre me ficha para preparar, como técnico, las transferencias de educación que en aquellos momentos las gestionaban siete comunidades autónomas. En 1992, hacen un pacto los dos grandes partidos PP y PSOE, está Felipe González en La Moncloa y sacan una ley para el proceso de transferencias, cerrando este capítulo en todo el país». A Juan Antonio le llama el consejero para el desarrollo de las competencias de educación, que no figuraban en el Estatuto, que hubo que modificar. Está un año y pico en primera línea y, al poco, asciende a la Dirección General de Educación. Acepta, sin ninguna intención política, y se mantuvo por espacio de diez años. «La Rioja adquiere su capacidad real en un momento histórico que algún día habrá que revisar y me encuentro con un grupo de funcionarios, la Universidad y lo más importante, generar un modelo educativo. En la Consejería se estaba planificando el cierre de centros ante un declive demográfico; nos sobran, nos viene el fenómeno de la emigración y, por último, la revolución digital. Internet llega a las aulas y había que preparar al profesorado y las infraestructuras. No sabíamos si internet nos iba a llegar por cable o por satélite». Un paréntesis obligado con mención cariñosa a Luis Alegre: «Luis ha sido mi jefe, mi maestro y un amigo inolvidable a quien le debo mucho y con quien creo que La Rioja tiene una deuda de gratitud, sobre todo, en educación. Un gran político y mejor persona»: Juan Antonio Gómez Trinidad.

 

EL PASO POR EL CONGRESO. No lo había perseguido ni lo esperaba pero ocurrió: «Contento, como estaba con mi equipo, diez años de trabajo, el presidente del Partido Popular y del Gobierno Pedro Sanz me ofreció irme a Madrid y después de pensarlo, le dije que sí, obteniendo el escaño en el Congreso de los Diputados, IX Legislatura, 2008-2011. Tuve la suerte de estar en la negociación del pacto educativo, como portavoz de Educación, con Ángel Gabilondo; avanzamos mucho pero finalmente no se logró. Tras los cuatro años, pasé a la Alta Dirección de Educación, compatibilizando el cargo con el del Consejo Escolar del Estado, primero, como vocal y luego, vicepresidente hasta mi retirada como presidente del Consejo Escolar de La Rioja». Un buen historial que le ha mantenido en lo que más quiere: «Siempre me he dedicado a la educación, tampoco tenía objetivos de hacer carrera política, ni vivir de la política sino trabajar en la política educativa, que es lo que me gusta». Al preguntarle por el enfrentamiento y posicionamiento sobre enseñanza pública, enseñanza concertada, no tiene dudas: «Es un debate ideológico que les interesa a algunos. El que haya escuela pública y concertada es sano porque evitaremos el monopolio de los centros en manos de los políticos. Es sano porque genera una autonomía y la autonomía es la plasmación de la libertad y de la responsabilidad. Lo que debe preocupar al político es que ese servicio público sea de calidad. Deje usted que el ciudadano elija libremente, porque esas ayudas a la concertada son muy inferiores al coste real. Ya está bien de decir falsedades y crear discordias donde no las hay, cuando han convivido perfectamente las dos. El bien no hace ruido y el ruido no hace bien».

 

BITÁCORA, UN FORO PARA LA REFLEXIÓN SERENA. Había quedado en que entraría todo en el espacio previsto. Ni por ésas. Juan Antonio Gómez Trinidad tiene historia para un libro. Ahora saca tiempo para sus charlas, sus colaboraciones en revistas especializadas y de un predicamento dilatado. A gusto, es presidente del Club Bitácora XXI, fundado por un grupo de personas que se mueven en el ámbito de las ideas y de la cultura, que ha permitido traer a Logroño a personalidades de gran trayectoria profesional, verbi gratia, Francisco Vázquez, Joaquín Leguina, Mayor Oreja, al cardenal Omella, Pedro Baños, Rodríguez Ibarra, el escultor jefe de la Sagrada Familia y un sinfín de personajes de gran prestigio que exponen sus ideas en un clima sereno y de reflexión sin estridencias. Le gusta la montaña, cultiva la amistad y presume de sus cinco nietos. Sus hijos han estudiado, indistintamente, en la universidad pública y en la privada, medicina e ingeniería. La quinta está hincando todavía los codos y ha puesto siempre por delante la palabra 'diálogo'. Seguro que 'compra' lo que sentenció Nelson Mandela: 'La educación es el arma más poderosa para transformar la sociedad'. Dixit.