Solidaridad riojana para cicatrizar heridas

M. A. G-S.
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Los 20 metros cúbicos de material médico llegan a Korczowa tras un periplo de 41 horas y 2.800 kilómetros de viaje

Un brindis con Carán por el trabajo bien hecho. - Foto: M. A. G S.

Analgésicos, antisépticos, suero, medicamentos pediátricos, gasas, vendas y un largo etcétera hasta completar 20 metros cúbicos fueron entregados a primeras horas de la mañana de ayer en la localidad polaca de Korczowa, distante apenas cinco kilómetros de la frontera con Ucrania. Su destino, ayudar a cicatrizar las heridas de una guerra asimétrica anunciada que nadie se acaba de creer. Entenderla es misión imposible.

 

Tras 41 horas de viaje, la expedición Un Viaje para la Esperanza cumplió uno de lo objetivos con los que salió de Logroño en la madrugada del viernes. Atrás quedan 41 horas de conducción y 2.800 kilómetros cargados de buenas intenciones.

 

La iniciativa alumbrada por Paula, Jesús y Vicente, vinculados profesional y sentimentalmente al Promete, tuvo un parto espontáneo. Iñaki y Flor -madre de Paula Estebas, la bandera del equipo riojano- no tardaron en sumarse a una iniciativa impulsada por las redes sociales que si bien la mar de las veces son un vehículo de lo más nocivo, en esta ocasión mostraron una generosidad oceánica. Con cerca de 12.000 euros recaudados (que serán justificados), la expedición salió el viernes a las 4 de la mañana rumbo a la frontera. 

 

Tras atravesar Francia, Alemania, República Checa y Polonia, el cargamento llegó finalmente a destino, sin intermediarios. Un almacén ubicado al pie de una carretera huérfana de pasajeros y repleta de mercancías, fue el lugar elegido para depositar la carga aportada por diferentes ONG, conscientes de que una vez saciadas las necesidades básicas, toca atender las necesidades médicas. Es domingo y Tadek, entrado en años y con la vista cansada, se erige en custodio de la mercancía a la espera de que ésta acuda a su destino. Tras esta entrega, tres furgonetas fletadas desde Madrid por particulares esperan turno para depositar alimentos. Después llegarán muchas más, como sucede desde hace tres semanas en un movimiento nada improvisado y muy bien calculado.

 

La solidaridad, como la guerra, no entiende de horarios y sí de buenas intenciones como la que ha impulsado a Paula, Jesús, Vicente, Flor e Iñaki a huir de su zona de confort para intentar paliar las consecuencias de esta brutal agresión. Si la Unión Europea compromete armas, toca pensar en las heridas de una invasión cuyo final, por ahora, no se intuye.