Un Gobierno desbordado

Pilar Cernuda
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Los pactos del presidente del Ejecutivo con formaciones minoritarias le han obligado a tomar decisiones que escandalizan incluso a miembros destacados de su grupo que temen perder las elecciones que se celebran en mayo

Sánchez no tiene atribuciones para decir a los ministros de Unidas Podemos qué pueden o no pueden aprobar. - Foto: Europa Press

Tiene España un Ejecutivo desbordado por los acontecimientos, roto por las diferencias ideológicas y de criterio; un PSOE debilitado porque su secretario general está volcado en sus problemas de Gobierno y no demuestra sentir interés por cambiar impresiones con los dirigentes regionales de su partido sobre la incomodidad que sienten ante posiciones que nunca les fueron consultadas. Decisiones que pueden provocar una fuga de votos en las elecciones autonómicas y municipales que se celebran en mayo. 

En el partido de Pedro Sánchez solo hay una voz que conoce a fondo el partido y a sus protagonistas actuales, Santos Cerdán, secretario de Organización. 

Es el único que está en el día a día de lo que ocurre en Moncloa, en Ferraz y en las distintas federaciones regionales y provinciales. Contra su deseo se ha visto obligado a enfundarse el uniforme de bombero, porque la vicesecretaria María Jesús Montero está centrada en sus responsabilidades de titular de Hacienda, que no son pocas, y la nueva portavoz del partido, Pilar Alegría, no es que le ocurra como a Montero que debe dedicar gran parte de su tiempo al ministerio de Educación, sino que se ha demostrado lo que muchos advirtieron desde el primer momento: sus escasas dotes de comunicadora que se acentúan cuando lo que debe informar es que el Gabinete y el partido van bien. 

Es incapaz de transmitir con firmeza o con credibilidad, y no es solo porque no se cumple lo que es ley en un portavoz, conocer a fondo el terreno que pisa, sino que también, y hay que decirlo en su favor, su tarea es especialmente difícil porque no hay día en el que alguna figura de su grupo no marque distancias con decisiones que toma Moncloa. 

El último en mostrar su parecer ha sido el presidente del Gobierno aragonés. Javier Lambán lleva tiempo expresando su disconformidad con muchas de las iniciativas que adopta el Gabinete, sobre todo su rechazo al indulto a los independentistas catalanes y a la revisión del delito de sedición. Pero, esta vez, el ataque ha sido muy directo hacia el presidente cuando, en una conferencia celebrada en las Cortes aragonesas, declaró que «mejor le habría ido a España si el líder del PSOE no hubiera sido Pedro Sánchez, sino el expresidente de la comisión gestora que se creó tras la dimisión de Rubalcaba, Javier Fernández», presidente entonces de la comunidad asturiana y que, a pesar de las muchas presiones recibidas, no quiso presentarse a las primarias en la que se debía votar al nuevo secretario general y que ganó Sánchez.

Para presiones, las que ha recibido Lambán para que se retractara de sus palabras. No se sabe si la llamada clave se la hizo Sánchez o Santos Cerdán. Fuentes socialistas aseguran que fue Cerdán que, además, mantiene buena relación personal con Lambán. 

Encaja más, Sánchez suele huir de los conflictos y enfrentamientos personales. Lambán, más que rectificar, sostuvo que se habían interpretado mal sus palabras, que eran de elogio a la figura de Javier Fernández, allí presente, más que contrarias a Sánchez, a quien reiteró la lealtad que debe como secretario general del partido. 

En cualquier caso, no solo los aragoneses, sino toda la España que sigue los avatares políticos, sabe bien que Lambán, como ocurre con García Page y, en menor intensidad, con Fernández Vara, distan mucho de ser fanáticos defensores del madrileño, de sus decisiones de Gobierno y las componendas a las que llega con sus socios. 

También se rumorea por los círculos políticos que Ximo Puig está harto de dar la cara por el inquilino de la Moncloa al que no apoyó en primarias, como tampoco hizo Vara, pero al que prometió lealtad, al igual que hizo el extremeño, cuando las ganó frente a Susana Díaz.

No solo los problemas internos del PSOE se han convertido en un asunto preocupante para el presidente progresista. No le quita el sueño, porque ya sabemos que nada le quita el sueño desde que hace tres años dijo que la sola idea de gobernar con Podemos se lo quitaba, pero se apresuró a formar coalición con Pablo Iglesias en cuanto vio que le abría la puerta de Moncloa si nombraba media docena de ministros de Unidas Podemos. 

En aquella ocasión, Sánchez no solo mintió a los españoles sino que, además, hizo una cesión que jamás debe hacer un jefe de Gobierno: renunciar a mandar en parte de su equipo. Los ministros de Podemos los nombró Pablo Iglesias, también a la vicepresidenta segunda cuando él decidió abandonar el Ejecutivo, y el líder madrileño no tiene atribuciones para decir a los ministros podemitas qué pueden o no pueden aprobar. No lo intenta, pero cuando algún socialista de prestigio expresa reticencias a alguna ley propuesta por Podemos acepta sin chistar el documento que recoge los términos del acuerdo de coalición, e inmediatamente salen Iglesias, Montero o Belarra advirtiendo que está obligado a cumplir lo que firmó. 

No es exactamente cierto, hay 1.000 maneras de no cumplir acuerdos alegando razones mayores; pero si Sánchez no lo hace es más por que, en el fondo, respalda lo que promueve su socio de Unidas Podemos en el Gobierno.

Es uno de los puntos que más inquieta, o indigna, a socialistas de siempre que consideran que el presidente del Ejecutivo y secretario general se ha dejado comer el terreno de los principios y, hoy, los de Ferraz son los impuestos por Podemos. 

Feministas

Ahí están dando el do de pecho las feministas del PSOE, de larga trayectoria en la defensa de los derechos de la mujer, que ven con dolor cómo su trabajo está siendo devaluado por una recién llegada sin historia política ni feminista, Irene Montero, que promueve leyes que tienen poco que ver con la igualdad y mucho con iniciativas populistas que, en muchos casos, perjudican a las mujeres y, además, pueden ser inconstitucionales. 

Esas mujeres socialistas no dudaron en organizar una manifestación al margen de la convocada por Montero y Belarra el pasado día 25, Día de la Violencia contra la Mujer. Querían visualizar las diferencias entre su modelo de igualdad y violencia de género con el de Irene Montero.

En este escenario inquietante para cualquier socialista, porque se adivinan tiempos de cambio provocados por el rechazo importante que sufre la imagen de Sánchez, el presidente y su equipo han decidido arremeter contra el PP como si fuera culpable de todos los males que sacuden el país y basan su nuevo argumentario en que los ataques de la oposición han arreciado porque saben que Sánchez tiene importantes cartas en su mano: ha superado con éxito los dos retos más acuciantes por resolver, la pandemia y la crisis económica y, gracias a ese éxito, se ha convertido en el actual líder de referencia para la Unión Europea, lo que se ha demostrado al ser elegido presidente de la Internacional Socialista. Sin comentarios, no hace falta.

Balanza

Ante esta realidad, solo hay que poner los pesos en la balanza de lo que ha provocado el rechazo evidente hacia la figura del actual responsable del Ejecutivo.

En esta cuenta, basta con analizar sus pactos con partidos minoritarios, que le han obligado a tomar decisiones que escandalizan incluso a ?miembros destacados de su propio partido, que temen perder las elecciones que se celebran de mayo. Otros pesos de la balanza son las maniobras para colocar gente adicta en las instituciones del Estado. La última de ellas, ha sido seleccionar para el Tribunal Constitucional a exmiembros destacados de su Gobierno y, además, sin cumplir los requisitos que marca la Constitución sobre cómo se deben nombrar los miembros del TC, por tercios y al mismo tiempo los que propone el Gabinete con los que elige el Consejo General del Poder Judicial. 

Más pesas negativas sobre la balanza: cifras manipuladas, entre ellas, las del empleo, contabilizando a fijos discontinuos en su período de paro; el destino de los fondos europeos, que también investiga Bruselas; la diferencia de trato institucional a empresas y organismos en función de su cercanía a Moncloa o a sus socios y, por supuesto, lo que más afecta al grado de rechazo que sufre Pedro Sánchez: sus pactos innobles con partidos que no ocultan su aversión hacia España, sus leyes y su Constitución.

Su compromiso actual con esos partidos antiespañoles e independentistas, es que antes que termine diciembre se aprobarán las iniciativas más hirientes para una gran parte de la sociedad de este país. 

Temen destacados socialistas que en mayo haya consecuencias.