Almeida apela a "una fantasía" en su agresión sexual a Álex

R. Muro
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El acusado asegura que «no quise matarle» en un último intento por convertir la acusación de asesinato en homicidio. Una declaración «repugnante y cínica» en opinión de la acusación particular

Un momento de la sesión celebrada ayer en la Audiencia Provincial - Foto: Ingrid

Más allá de la veracidad o no del relato formulado por el propio Almeida, el acusado de agredir sexualmente y sesgar la vida del pequeño Álex tiró de ciertas artes escénicas para dirigirse al jurado, mirarlo fijamente y asegurar que «no quería matar» al pequeño de nueve años.  Con el tono frío que ha proyectado durante todo el procedimiento legal pero tratando de mostrarse «arrepentido», el ya condenado por violación y asesinato, contó que el pequeño fue a su casa «voluntariamente» a ver «un agapornis. No le forcé». 

Almeida aprovechó su derecho a la última palabra en el procedimiento legal que desde la pasada semana sigue la Audiencia Provincial por la violación y muerte del pequeño Álex el 28 de octubre de 2021 en el barrio de Entre Ríos de Lardero. Y, de nuevo, más allá de la veracidad de su relato, Almeida quiso, metafóricamente hablando, morir matando. Quiso mostrar el lado humano del monstruo intentando justificar en «una fantasía» su contacto sexual con el pequeño de nueve años mientras propios y extraños se estremecían con sus argumentos. Y en un tono que resultó repugnantemente afable, quiso mostrar también que no tenía intención de sesgar la vida de Álex y que cuando se percató del estado del pequeño, «salí a pedir ayuda». 

Bajo el amparo que le confiere su última palabra, el acusado fue capaz de hilvanar su completo relato de los hechos e incluso culpó a la prensa de «tergiversar y malinterpretar» lo sucedido y justificar así su silencio durante la sucesión de pruebas y evidencias puestas sobre la mesa a lo largo del procedimiento legal para concluir pidiendo perdón.

Un relato en aboluta coherencia con el esbozado instantes antes por César Martínez, abogado de oficio encargado de la defensa. Uno y otro buscaron la opción, en base a la interpretación de los hechos y las pruebas, de que se determine como homicidio, y no asesinato alevoso, la muerte de Álex a manos del acusado. El letrado de la defensa, en su informe final, insistió en pedir la absolución del acusado.

Martínez señaló que «ha sido un juicio difícil para mi e incluso para poder llegar a la verdad». Señaló que Almeida «confesó» la agresión sexual, «no engañó» al pequeño para llevarlo a su casa y dio «satisfacción a su deseo sexual sin violencia», esbozó el letrado.

Instantes antes, en su informe final, César Martínez, encargado de la defensa mediante el turno de oficio aludió a que «confesó el acto sexual y no se puede tratar igual a alguien que confiesa». Cuando la policía empieza a llamar al edificio en busca de Álex, «el pequeño grita y trata de huir». Almeida lo sujeta de la camiseta, «le tapa la boca y lo agrra del cuello con holgura». Y precisamente esa holgura supone para el abogado de la defensa una de las claves. «Si hubiera querido le bastaba con apretar y lo hubiera matado en segundos», espetó.

«Arrepentimiento». A juicio del letrado, Francisco Javier Almeida se percata del estado del pequeño y «sale a pedir ayuda con las llaves pero sin la documentación del coche» lo que, en su opinión, evidencia que fue a pedir ayuda. «Es un arrepentimiento voluntario porque sale con el niño en brazos sin un plan ya que sabía que había cámaras en el portal. Quería, arrepentido, salvar al niño», relató Martínez ante el jurado. La defensa pidió los atenuantes de reparación del daño y confesión y que «se tenga en cuenta el relato coherente de los hechos».

El testimonio, al que Almeida dotó con todos los ingredientes precisos en un último intento por blanquear los hechos ocurridos el 28 de octubre de 2021, no hicieron sino profundizar, aún más si cabe, en la herida crónica de la familia del pequeño que presenció la séptima jornada del juicio en la sala de vistas número 13 de la Audiencia Provincial. Gonzalo, portavoz de la familia, aseguró tras la declaración de Almeida que «salimos machacados.  Dan ganas de abalanzarte sobre él.  Lo único que ha hecho es incrementar el dolor de la familia»

Por su parte, Alicia Redondo, abogada de las acusaciones particular y popular que abandera la Asociación Clara Campoamor, admitió que «se esperaba» la última declaración de Almeida, «pero, desde luego, no que fuera tan repugnante y cínico». 

Enrique Stern: «Es esperpéntico tener que explicar que el niño no sabía lo que le iban a hacer» 

Ministerio fiscal y acusaciones particular y popular consideran totalmente probado que Francisco Javier Almeida engañó, agredió sexualmente y asesinó al pequeño Álex la noche del 28 de octubre de 2021 en el barrio de Entre Ríos de Lardero. Ambos mantienen sus peticiones iniciales de Prisión Permanente Revisable y otros quince años de prisión por la agresión sexual. 

En su informe final, Enrique Stern no dudó en calificar al acusado como «un depredador sin remordimientos» incidiendo en la «violencia» ejercida contra Álex. El ministerio público restó importancia a si Álex fue voluntariamente o no a la vivienda de Almeida.  «Entró y ahí terminó su vida», añadió. Realizó un exhaustivo a «la calidad» de las pruebas expuestas durante las siete jornadas de juicio en la Audiencia Provincial. El niño, prosiguió Stern, «no tuvo posibilidad» de consentir el acto sexual pero, además, Almeida usó «la fuerza» y así se vio en los múltiples moratones que presentaba el menor. «Se me hace esperpéntico tener que explicar que el niño no era consciente de qué le iban a hacer», expresó el ministerio público. «No mató a Álex, le asesinó y la diferencia está en la alevosía», concluyó.

«Sació sus asquerosos deseos». Alicia Redondo tampoco alberga duda alguna de que Francisco Javier Almeida, «de manera despiadada e inhumana», terminó con la vida del pequeño Álex y  «sació sus asquerosos deseos». 

En su informe final, aseguró que todos los hechos descritos durante el procedimiento legal que sigue la Audiencia Provincial ocurrieron de forma premeditada e incluso «estuvo varios días intentándolo».

Redondo fue desmontando, con antelación, lo que parecía presuponer que argumentarían defensa y acusado. Dejó claro que Almeida no había bebido ya que «cuando la Guardia Civil le dijo que corriera para protegerle (tras los hechos) vaya si corrió».

También considera probado que el acusado «apretó y apretó» en el cuello de un pequeño que solo pudo sobrevivir durante «unos segundos». En este momento, la letrada se dirigió al jurado y les invitó a coger «un reloj y calculen lo que son cinco minutos comprimiendo el cuello de un niño de nueve años inconsciente. Cómo no va a existir ánimo de matar», apostilló.

También recordó Alicia Redondo los informes de los psiquiatras que avalen un perfecto estado mental por lo que «a la desesperada, dijo que había bebido».  

Con todo, Redondo se dirigió de nuevo a los miembros del jurado y señaló: «Quédense con esto: un niño de nueve años sin ninguna posibilidad de defensa», demandó. «Estamos, sin lugar a dudas, ante la personificación de la maldad». La acusación concluyó su informe demandando al jurado que «no tengan problemas de conciencia, piensen en Álex».