Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Conflictos evitables

20/05/2022

Por si la situación política y económica no estuviera lo suficientemente enrevesada, maleada, con un punto esquizofrénico, los responsables de que se baje el tono, de acercar posturas para intentar al menos que se puedan alcanzar pactos de Estado indispensables, esos mismos son los que se encargan de que no haya un momento de sosiego y, porque se les calienta la boca, porque todavía no han acabado de aterrizar en Madrid y hay asuntos que no se tiene bien estudiados el nuevo equipo de la calle Génova, o porque hay quien quiere ser más papista que el papa, o bien porque actúa por libre con una inconsciencia impropia de quien ha tenido tan altas responsabilidades, el caso es que no hay descanso y todos contribuyen a una ceremonia de la confusión que impidee situar asuntos complejos y de gran trascendencia en sus justos términos.

A Pedro Sánchez no le deberían doler prendas en reconocer que se equivocó, o que se expresó mal cuando en ls sesión de control al Gobierno del último miércoles se refirió a los 'piolines' sin aclarar si hacía mención a los barcos donde se alojaron los policías y guardias civiles trasladados a Cataluña con la misión de impedir el referéndum ilegal del 1-0, o a los propios agentes, lo que sería una falta de respeto impropia de un jefe de gobierno con respecto a sus policías. Que la explicación y exculpación sobre las palabra de Sánchez llegaran del ministro del ramo, Fernando Grande-Marlaska, no es óbice para que Sánchez, a la mayor brevedad posible, pida disculpas por un argumento sumamente inapropiado, que añadió a otros que sí tenían una justificación tras el conocimiento de los audios grabados -¿y difundidos?- por el excomisario Villarejo que tiene grabadas conversaciones con todos aquellos que se acercaron a él para obtener información o que contribuyera a desinformar. Quien quiere atacar a Sánchez encuentra nueva munición en su torpeza argumentativa. Quien quiere disculparle se queda corto porque solo él puede deshacer el entuerto.

Que España no es un Estado plurinacional está claro –en eso lleva razón Núñez Feijóo- pero que está compuesto por nacionalidades –que los politólogos y constitucionalistas asimilan a nación- y regiones, también. Son naciones culturales, pero no son sujetos de soberanía. Pero no todas las regiones a las que hace referencia la Constitución son nacionalidades, ni se igualan por la base como dijo el ´número tres del PP, Elías Bendiodo. Feijóo acaba de darse cuenta de que lo que decía y hacia cuando reforzaba el sentimiento regionalista en el extremo noroeste no traspasaba 'el telón de grelos' y que ahora cualquier referencia a todo lo que no sea la unidad de las tierras y los pueblos de España va a encontrar en el seno de su propio partido dirigentes –y medios de comunicación- que le van a llamar al orden y le envían al rincón de pensar.  

Y para acabar de malearlo todo está la horrenda gestión de la vuelta del rey emérito a España, entre la crítica política y el regreso deportivo-festivo después de haber lanzado un torpedo a la línea de flotación de la institución que encarnó, con muchas luces, hasta que se dejó deslumbrar por el fulgor de otras. Los memoriones y los principales estrategas del país han tenido dos años para evitar el espectáculo que está a punto de producirse.