Rioja baja rendimientos y eliminará 30 millones de litros

Feli Agustín
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Los rendimiento se limitarán a un 90% en tintas sin restricción para blancas; la conversión en vino pasa del 70 al 69%. Piden ayudas de 0,60 céntimos para descalificación y 0,80 para destilación. El Gobierno riojano guarda silencio

Fernando Ezquerro conversa con Álex Las Heras, vocal de ARAG-Asaja en el Consejo Regulador. Junto a ellos, el director, José Luis Lapuente. - Foto: Ingrid

El descenso de las ventas de vino el pasado ejercicio en 1,2%, hasta los 250 millones de litros, que ha contribuido a las que el volumen de vino en bodega supere cualquier cifra antes alcanzada, ha encendido las alarmas en la Denominación, que ha reaccionado con rapidez.  Para evitar males mayores, el plenario del Consejo Regulador aprobó ayer  un Plan para la recuperación del equilibrio entre oferta y demanda, un documento, que contó con la aprobación del 90% de los componentes del sector, con un paquete de medidas que apuntan a la reducción, tanto de rendimientos de producción como del ratio de transformación.

«Estoy muy satisfecho con el acuerdo, fruto de un debate generoso emanado de la preocupación del sector», afirmó el presidente del Consejo Regulador, Fernando Ezquerro, que se encargó de explicar  los detalles del documento que, en principio, tiene una validez de dos años, ampliables a un tercero si las ventas no siguen un camino ascendente.

Acompañado del director general de la entidad, José Luis Lapuente, dio cuenta de los principales aspectos del pacto suscrito, que sin cumplir los deseos de todas las organizaciones del sector, se ajustan a las líneas generales previstas por ellas, de tal manera que los rendimientos de producción se fijan las dos próximas campañas en el 90% en 6.500 kilos por hectárea de tinta, mientras se mantiene en el 100% -9.000 kilos- en el caso de blancas. El mejor desempeño de esta variedad queda patente además en el hecho que el documento contempla también el fomento de los reinjertos de tinta hacia blanca así como la priorización de la reestructuración de viñedos de variedades tintas a blancas o a variedades tintas minoritarias.  «Es un mercado con el que estamos muy contentos», aseguró Ezquerro, que informó de que el rendimiento de transformación [de uva a vino] se bajará del actual 70% al 69% para tintas; mientras que las blancas no experimentarán cambios. 

Se acentuará «todavía más» -añadió el presidente del Consejo- el control sobre el viñedo y la vigilancia sobre las parcelas que producen por encima de los rendimientos contemplado en el pliego y se ha solicitado a los gobiernos de la Denominación que se active la vendimia en verde, para la que se han establecido unas ayudas de 53 céntimos por kilo.

Con estas menguas, la previsión es que se recojan alrededor de 380 millones de kilos -fueron 409 la pasada campaña- y se reduzcan de 336 a 270 los millones de litros producidos durante, al menos, las dos próximas cosechas, en las que no  aumentará el potencial productivo, como tampoco lo hará al año siguiente.

Eliminación.  La hoja de ruta marcada por los operadores del Rioja, además de no aumentar, contempla también actuaciones para reducir el vino almacenado en las bodegas de la Denominación, que asciende a 938 millones de litros, a razón de 30 millones de litros anuales durante dos ejercicios.

«Se pide ayuda a las administraciones [gobiernos de La Rioja, País Vasco y Navarra] para reducir las existencias que se han generado estos años en los que los mercados no han sido optimistas a la hora de consumir», afirmó Ezquerro, que recordó el cómputo de vicisitudes que han afectado al mundo y al vino -Brexit, pandemia o guerra de Ucrania entre otras-, que han supuesto importantes baches a lo largo del camino para un producto que no es de primera necesidad.

Son dos las opciones que plantea el Consejo Regulador para disminuir las existencias, descalificación, para lo que esperan recibir una prima de 60 céntimos;o destilación, esta última la preferida por el sector, para lo que solicitan una ayudas de 80 céntimos. En la sesión plenaria participaran representantes de las tres administraciones, aunque el Gobierno de La Rioja guarda silencio.

Lo que sí está descartado de momento es proceder al arranque de cepas, medida que va a acometer Burdeos, que va eliminar el 9.500 hectáreas, lo que supone el 10% de la superficie. «Es un asunto que no se contempla en absoluto», afirmó el presidente de los órganos gestores de Rioja.

Las opiniones. Igor Fonseca, secretario general de ARAG-Asaja, valora que el acuerdo contiene cuestiones «fundamentales», como la reducción de un punto en la transformación de uva tinta a vino [del 70 al 69%], que supondrá  la entrada en bodega de cinco millones de litros menos; al igual que un tope de un 4% durante dos años para entrada de vino de mesa.

Fonseca, que menciona la paralización de nuevas plantaciones durante los próximos tres años, considera «importantísimo» que el acuerdo se somete a revisión en función de la evolución de las ventas y de posibles agentes climatológicos.

 «De esta manera, se podrá ir recalculando la ruta», destaca Fonseca, que apunta que el acuerdo contempla la dinamización de la política de promoción. «Sin abandonar la notoriedad de la marca Rioja, creemos conveniente realizar acciones de venta directa», argumenta el representante de Asaja.

Roberto Salinas, responsable vitivinícola de la UAGR, explica que su voto en contra del acuerdo obedece a su rechazo al vino de mesa.

«De inicio se planteaba un 5% más de producción para vino de mesa, y aunque se ha  quedado en un cuatro, nosotros queremos cero», afirma Salinas, que entiende que le hace la competencia a Rioja.

Calcula que serán unos 16 millones de litros de vino «mucho más barato, que hará competencia a los vinos de calidad», insiste el representante de la Unión de Agricultores, que valora la bajada de rendimientos.

De hecho, considera que las medidas son positivas para el sector, y  «echa de menos» un punto más de bajada en los rendimientos de transformación [hasta el 68%], relata Salinas, que espera que las ventas crezcan, «que las cosas se solucionen poco a poco» y que los gobiernos autonómicos «echen una mano».

La Unión de Pequeños Agricultores (UPA) es la otra de las organizaciones de La Rioja que votó en contra del acuerdo, cuyo secretario general, Néstor Alcolea, pone el foco en la reducción, que considera insuficiente.

«Con este acuerdo se va a seguir metiendo en Rioja más vino amparado y desamparado que el que logramos vender», argumenta Alcolea, que augura que el desequilibrio persiste en el sector. 

De hecho, considera que el acuerdo «ahonda» en el actual problema de las existencias que atraviesa Rioja por lo que su organización era partidaria de bajar los rendimientos «al máximo».

«Planteamos un escenario en el que, al menos, produzcamos lo mismo que vendemos», razona el secretario general de UGT que, no obstante, considera positiva la petición de ayudas «de un sector que, afortunadamente, nunca ha pedido dinero a la administración».

Íñigo Torres, director general del Grupo Rioja, la principal asociación de la Denominación,  se muestra satisfecho con el acuerdo, que califica como «bueno y positivo» en un contexto complicado de desequilibrio, aunque, de momento, coyuntural.

Argumenta que la merma de ventas, provocada por factores «exógenos», requería una intervención, que ha deparado un plan «concreto y ambicioso», con un grado de consenso «altísimo». Destaca que es un plan cuya validez podría alargarse tres años, y que ataca a tres ejes, ajustar las entradas a las salidas; reducir las existencias;y la incentivación de medidas de promoción con el fin de aumentar las ventas. Torres  enfatiza que ha sido ratificado por el 90% del sector, lo que ha obligado a las organizaciones a hacer «ajustes»  para alcanzar un acuerdo. «Es más cómodo enrocarse, mientras ha habido otros que se han esforzado para alcanzar un acuerdo», señala.

El representante de Bodegas Familiares, Juan Carlos Sancho, resume  que la pretensión fundamental es la reducción de existencias en bodega y valora que la solicitud de ayudas se sitúe en 0,60 céntimos para descalificación y 0,80 para destilación. «De lo que se trata es que sea una medida atractiva para lograr eliminar esas existencias en el mercado», explica el bodeguero, que argumenta que se trata de una «cadena», que conllevará una subida de los graneles y del precio de la uva. Califica como fundamental que se trata de un acuerdo en revisión, y del que hacer un «seguimiento continuo» porque en el hipotético caso de que no suban ventas y se complique la eliminación de existencias sería preciso cambiar la hoja de ruta.  Quita relevancia a la incorporación de un 4% de producción para vinos de mesa porque «si no se eliminan las existencias, habrá bodegas que pondrán pegas, incluso, a las calificadas».