El rodaje de Un Amor, la novela de Sara Mesa que Isabel Coixet está adaptando al cine, va viento en popa y según lo planeado. Está previsto que termine a finales de marzo. En total, «cinco semanas y media íntegramente en La Rioja» y no habrá escenas en estudio, según explicó ayer la productora de la película, Marisa Fernández Armenteros, de Buenapinta Media.

A falta de Ribafrecha y una pequeña localización a las afueras de Villalobar, ya han rodado en diferentes espacios del centro y las afueras de Nalda y en las cercanías de Islallana, donde se encuentran estos días. Concretamente han situado el hogar de Nat, interpretada por Laia Costa, en una casa rústica al pie de Peña Bajenza a unos 500 metros de Islallana.

Las inclemencias meteorológicas «las hemos incorporado como un valor de producción, solo cambiamos los planes de rodaje un día que llovía por los planificados para otro día porque encajaba mejor, pero ni hemos parado ni se han hecho horas extra, gracias a que Isabel Coixet tiene una capacidad de organización y decisión muy inmediata», subrayó Fernández. La cineasta reconoció que, aunque «juré no hacer nunca más una adaptación, al leer la novela yo la imaginaba como una película en localizaciones como estas».

La cineasta Isabel Coixet atiende a los medios de comunicación durante su rodaje en La Rioja. - Foto: Ingrid

La elección de La Rioja llegó cuando vino al festival Actual en 2022. «Ese fue el detonante», porque en esas fechas estaban buscando «un paisaje que no hubiera salido ya en cine. A partir de ahí estamos aquí y hasta la fecha todo ha sido bueno».

En el rodaje trabajan un centenar de personas, de las cuales «el 80%» son mujeres, explicó Coixet. «Todas las jefaturas técnicas (fotografía, dirección, guión, arte, producción, peluquería, maquillaje) son femeninas a excepción de la de sonido y montaje. No es nada impostado, es la realidad», matizó Fernández, consciente de que era 8 de marzo, Día de la Mujer.

Coixet explicó que en su experiencia el trabajo con equipos mayoritariamente femeninos es más fluido. «Yo no digo que lo hagamos mejor, pero sí que hay menos gritos y egos en el rodaje, porque las mujeres estamos acostumbradas a domar nuestro ego y no gritamos tanto ni nos hacemos notar. La gente hace su trabajo sin decir que lo hace, lo hacen», reflexionó.

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No es la primera vez. Repite compañeras de películas como 'El techo amarillo', con un 100% femenino; 'Elisa y Marcela' o 'Nieve en Benidorm', «pero también tenemos tipos magníficos, no excluyo»