Gigantes pese a todo

Diego Izco (SPC)
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La selección nacional prolonga su década mágica en medio de la permanente crisis de sus clubes

Los ‘Hispanos’ ganaron en 2013 el Mundial celebrado en el territorio nacional con Felipe VI (i) como testigo de excepción.

La historia moderna del balonmano español es una maravillosa paradoja imposible de explicar. No al menos con lógica: que un deporte destrozado en nuestro país por las crisis, arrasado por una estructura débil más cercana al amateurismo que a la élite, sustentado en su día por la cultura del 'ladrillo' y las subvenciones, gobernado por un solo equipo (Barça) desde hace tiempo y abandonado por los grandes patrocinadores siga teniendo a la selección peleando por las medallas desde hace 25 años, es lo más cercano a un milagro deportivo que tenemos hoy en nuestro deporte profesional. 

Después de cada gran éxito, jugadores y técnicos desearon en voz alta un punto de inflexión para el balonmano patrio. Sucedió en 2005, cuando España conquistó el Mundial de Egipto; después en 2013, en un Campeonato del Mundo además celebrado en nuestro país; y, más recientemente, en los dos oros consecutivos (2018 y 2020) alcanzados en el Europeo. Nada ha cambiado... pero España sigue aportando talento al mundo y la selección, regenerada una y otra vez a lo largo de dos décadas y media, nunca se ha apeado de las favoritas. 

Evolución

 Primero fue la crisis de 2008 y después la del COVID-19. Ambas han dinamitado la fragilidad de los cimientos del deporte. Pero los 'Hispanos' siguen alargando la década más fructífera de su historia: es difícil justificarlo, más sencillo enumerar los hechos. España no era absolutamente nada en el balonmano mundial hasta la década de los 90. Lo máximo en el ámbito de los clubes, aquel subcampeonato del Atlético de Madrid en la Copa de Europa de 1985 ante la mítica Metaloplastika de Sabac.

El Mundial de 2005 de Túnez fue el primer éxito del país. El Mundial de 2005 de Túnez fue el primer éxito del país. Todo iba a cambiar gracias a dos factores, la influencia de los jugadores extranjeros (que enriquecieron el juego técnica y tácticamente) y la aparición de esos grandes patrocinadores. Así, en las dos décadas siguientes (1990-2010) los equipos españoles lograrían 14 Copas de Europa. Teka, San Antonio, Ciudad Real, Bidasoa y Barcelona conquistaron el Viejo Continente. Los tres primeros desaparecieron, el cuarto ha enterrado su grandeza hace tiempo y solo el Barça (dos Champions en la última década) se mantiene entre los mejores del planeta. 

Pero la selección se mantiene. Y mejora. ¿Dónde radica el milagro? Antonio García, uno de los veteranos, comentaba recientemente: «En el Mundial de 2013 llenamos pabellones como la Caja Mágica o el Palau Sant Jordi… y a la semana siguiente apenas había mil personas en las gradas». Y es que ha vivido este deporte a ambos lados de los Pirineos: en Francia, los jugadores son un activo de cada equipo, acuden a reuniones con los patrocinadores, a los palcos VIP donde están las empresas que apuestan por el club «aunque estés jodido después de perder». Es obligatorio. Apuesta por la imagen, la comunicación, el 'marketing', etcétera, algo que no se ha aprovechado en España a pesar de los éxitos de España y del enorme talento que tienen nuestros jugadores… y entrenadores: en la última década, hasta 24 técnicos españoles han sido seleccionadores nacionales de otros países. La 'escuela española' sigue arrasando. 

 

Deporte 'marginado'

En este sentido, Xavi Pascual (Barça) era contundente tras la plata de las 'Guerreras' en el Mundial de 2019: «En el balonmano estamos hasta las narices de decir siempre lo malo que tenemos y ya va siendo hora de hablar de las cosas que hacemos bien». Y, de lo bueno, lo mejor: una selección que no falla. En los Juegos, cuatro bronces (1996, 2000, 2008 y 2020); en los Mundiales, seis semifinales desde 1999 además de esos dos oros ya mencionados; y en Europeos, seis presencias consecutivas en la lucha por las medallas, con dos oros, una plata y un bronce. Desde 2011, concretamente, España ha jugado 11 semifinales entre los tres principales campeonatos, un hito sin precedentes. 

Más fotos:

Raúl Entrerríos sostiene la copa del Europeo de 2018 de Croacia.
Raúl Entrerríos sostiene la copa del Europeo de 2018 de Croacia.
El Europeo de 2020 de Suecia, Austria y Noruega se saldó con el oro.
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El bronce fue la recompensa en los Juegos de Tokio.
El bronce fue la recompensa en los Juegos de Tokio.

Cada generación ha mantenido la gloria de la anterior. Nueve años después de tocar la gloria ante Dinamarca en el Palau Sant Jordi (16.500 personas), la prueba de la regeneración está en que ninguno de ellos se halla entre los 15 máximos goleadores históricos de la selección (tabla liderada por Juanín García con 822, Íker Romero con 753 y Alberto Entrerríos con 726) ni entre los 15 con más partidos de la historia (David Barrufet es el que más con 280, seguido por Raúl Entrerríos con 279 y Hombrados con 260). Hoy en día, solo ocho de los llamados por Jordi Ribera juegan en España (cuatro en el Barça).