La Rioja prueba un repelente químico para ahuyentar al lobo

R.M.
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El sistema de aversión, que genera olor en las presas o en las zonas donde pastan, se experimenta actualmente en la zona de las 7 Villas en colaboración con el CSIC

Una granja de ovejas vallada en Ventrosa - Foto: Óscar Solorzano

La Rioja, en colaboración del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), vinculado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) desarrolla un  proyecto de aversión condicionada a la presa con el objetivo de evitar el ataque del lobo a la ganadería extensiva. De momento, el proyecto,  que se desarrollará a lo largo de tres años, se está probando actualmente en las 7 Villas y como confirma Álex Dorado, «aún es pronto para sacar resultados». 

De hecho, los resultados que arrojen estos primeros ensayos que se sucederán lo largo del primer año del proyecto será clave en el futuro del proyecto y determinarán la viabilidad de su continuación, o no. Tal y como señala el consejero de Sostenibilidad y Transición Ecológica, este mismo sistema se ha probado con otro tipo de depredadores con unos balances satisfactorios. 

En concreto, el proyecto se basa en el uso de sustancias químicas en la presa, en este caso fundamentalmente en ovejas, que generen rechazo por olor condicionando de esta forma a los lobos que inhibirán su apetencia por el ganado o por los lugares en los que se encuentra. Todo ello, bajo la premisa  de que el cánido aprenda a rechazar a su presa en encuentros posteriores al asociarla con un sabor o un olor que le genera malestar. Dicho de otra forma, se trata de desencadenar un mecanismo de supervivencia natural que muchos depredadores desarrollan para evitar el consumo de alimentos tóxicos o en mal estado una vez experimentada una primera mala experiencia.

La Rioja ha focalizado el proyecto piloto en la zona de las 7 Villas, una de las más afectadas y en la que se ha detectado, ya desde hace tiempo una manada asentada en la zona. 

El sistema de aversión constituye una de las medidas recogidas en la Estrategia Nacional para la Conservación y Gestión del Lobo y su convivencia con las actividades del medio rural, y trasladada posteriormente a la Mesa del Lobo de La Rioja. Estrategia que apuesta no ya por la conservación del depredador, sino por su expansión hacia el este y hacia el sur peninsular. 

El documento del Ministerio también plasma los datos trasladados por las diferentes comunidades autónomas con el objetivo de dibujar una radiografía lo más actual y lo más fiel a la realidad posible. De esta forma, el grupo de trabajo de 2014, último recuento plasmado en el Documento del Ministerio, hablaba de 279 manadas en España, una de ellas en la zona de las Viniegras riojanas. Los datos actuales trasladados por las comunidades autónomas hablan ya de 346 manadas, tres de ellas, según los datos facilitados por el área de Sostenibilidad regional, asentadas en la Comunidad, y una más compartida entre la zona de Ezcaray y Zorraquín y localizaciones de Castilla y León. A este dato, habría que añadir, detalla Álex Dorado, ejemplares «con un comportamiento más anárquico» que emprenden su viaje en solitario y que podrían ser los responsables de ataques en la zona de Laguna de Cameros, el valle del Jubera e incluso en municipios como Tobía y Anguiano.  Esta radiografía de la situación del lobo podría dar respuesta a los datos que maneja la Unión de Pequeños Agricultores. Néstor Alcolea insiste en la existencia de cinco manadas a lo largo y ancho de la geografía riojana basándose en ataques simultáneos o en breve espacio de tiempo en diferentes puntos de la Comunidad autónoma.

Apuesta por la expansión. Lo que sí es una evidencia es que el Estado, y por tanto las comunidades autónomas, casi al completo, mantienen una firme apuesta por la conservación de los actúales hábitats del cánido e incluso por cuidar lo que vienen a denominar su «distribución potencial». Es decir, zonas a través de las cuales puede expandirse el lobo y cuyas localizaciones se pueden hallar en la historia, cuando el depredador campaba a sus anchas por España. Lo que no ha determinada aún La Rioja, es el número de ejemplares que merodean la Comunidad.