Récord de urgencias en mayo, que ponen en jaque el servicio

Feli Agustín
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Los profesionales sanitarios afirman que el gran aumento de las atenciones no se corresponde con causas graves que lo justifiquen y advierten del riesgo de que la eficacia necesaria de servicio se resienta

Una señora, en el servicio de Urgencias del hospital San Pedro en la mañana del pasado jueves. - Foto: Óscar Solorzano

La sanidad pública británica, gratuita como la española, ha realizado una campaña que  ejemplifica como pocas lo que está sucediendo en los servicios de urgencias. Hay cinco personas haciendo fila que, por las dolencias que padecen -dolor de garganta, de estómago o cortes de escasa importancia-, deberían haber recurrido al botiquín casero, a la farmacia o haber acudido a la consulta del médico de cabecera. En último lugar, sobre una corona mortuoria, una  leyenda indica que su depositario, que sufría un grave dolor en el pecho, debería haber estado a la cabeza de la cola.

El coordinador del Servicio de Urgencias, Pedro Marco, menciona esta campaña para apelar a la población al uso racional de un dispositivo, que recibió en mayo un aluvión de  visitas. En concreto, las urgencias  del hospital San Pedro batieron, con 10.006, el récord de atenciones de toda su historia en un mes, con una media superior a 322 al día,  que alcanzó el pico el día 16 con 396 pacientes. Esta razón, sumada a otras, como el aumento de algunas patologías, obligó a poner en marcha un plan de contingencia.

Marco destaca el elevado incremento de la cifra de atenciones a lo largo de este año, que en el primer cuatrimestre ha sido del 31% sobre 2021, y de un 50% en el caso de las atenciones infantiles. «Este aumento no se ha traducido en  un crecimiento en el número de ingresos hospitalarios, que se ha mantenido estable», informa el doctor, que deduce que  esta alza ha sido consecuencia de urgencias menores o afecciones que no revestían este carácter.

Relata que han  compartido su inquietud con responsables del servicio de otros hospitales, «donde sucede lo mismo», y la conclusión es que hay un cambio en el comportamiento  de la población, que busca inmediatez, «aunque es contraproducente porque lo apropiado es la continuidad existencial», garantía que ofrece la Atención Primaria, a diferencia de Urgencias, que presta una atención «puntual».

No elude mencionar las dificultades por las que atraviesa Primaria, «con citas a cuatro o cinco días», a causa del déficit de médicos de Familia, una carencia general en todo el país, «y que se arrastra desde hace años». Pero, además, considera que obedece al «exceso de medicalización», que lleva al doctor a pacientes con dolencias que no han sido, tradicionalmente, motivo de atención en consulta. 

«El fenómeno de acudir al médico por problemas menores o que no son absoluto urgentes ha crecido de una manera muy elevada», señala Marco, que lo opone al  retraimiento ocurrido en 2020, primer año de  pandemia.

De 270 a 322.  «Hubo días en los que recibíamos 78 pacientes», recuerda el coordinador del Servicio, que resalta que se ha pasado de una media de 270 personas en la época precovid a los 322 actuales, «cifras que no se corresponden con la realidad de la urgencia», un hecho que perjudica a los pacientes que sí la tienen, «porque a nosotros nos consume tiempo».

De hecho, durante la conversación, mantenida en la mañana del jueves, se estaba atendiendo a un paciente que había sufrido un infarto, lo que le hizo insistir en que en urgencias se tratan asuntos «muy serios», ictus o accidentes graves de circulación, a la par que otros de menor trascendecia, como roturas de huesos.

«Nosotros salvamos vidas», resalta el responsable del servicio, que, no obstante, señala que del mal uso es responsable entre un 15 o un 20% de la población y narra situaciones extremas. «Urgencias no es un servicio de alta resolución, estamos para las urgencias», zanja el responsable del Servicio del San Pedro.

Otro modelo. El coordinador médico de Consultas Externas y Urgencias, Rubén Castejón, relata que mayo ha sido un mes que ha arrojado cifras muy elevadas del uso de Urgencias, en particular las pediátricas, en todo el país. Argumenta que se han constatado elementos externos, como procesos infecciosos, alergias y un calor inusual, que han podido contribuir al incremento de asistencias al servicio, pero coincide con su coordinador en que se está produciendo un cambio de tendencia.

«Las urgencias están en un momento de reflexión y de valorar cambios estructurales», razona Castejón, que avisa de que «habrá que prepararse para un modelo de gestión diferente».  Explica que el aluvión de pacientes está obligando a los profesionales a una nueva manera de trabajar, «que ha experimentado un cambio drástico» y que  hace que los trabajadores «estén sufriendo de nuevo un estrés»,  después de un proceso pandémico  en el que pasaron «miedo, dificultades e incertidumbre», que dejaron su huella.

Silvia Cuadra, supervisora de Urgencias, coincide con Castejón en la angustia padecida durante el covid,  un estrés que se repite por la alta cifra de pacientes que acude al dispositivo «con alta demanda y mucha exigencia». Pone el acento en las pediátricas, que se han duplicado y calcula que el 85% de las asistencias no deben ser prestadas en Urgencias . «No se puede venir a las primeras de cambio porque un niño tenga dos décimas de fiebre», señala Cuadra, que argumenta que, de esta forma, se hurta el seguimiento por parte del pediatra.

«Hay que buscar soluciones entre todos», invita Castejón, que apunta que las urgencias extrahospitalarias deben fluir. «Nos va a costar inventarnos otros circuitos o protocolos que creemos que son innecesarios ya que los que tenemos son los adecuados para la población con la que  contamos», concluye.