Antonio Casado

CRÓNICA PERSONAL

Antonio Casado

Periodista especializado en información política y parlamentaria


Sanchismo, que algo queda

14/06/2022

Si la marca socialista sale de las elecciones andaluzas tan mal parada como anticipan los sondeos estarán justificadas las lecturas a priori de un sanchismo en fase terminal. Un mal resultado del candidato Juan Espadas, se vería como el tercer peldaño del PP (después de Madrid y Castilla y León) en su escalada de la Moncloa.

El Gobierno de Sánchez es el rigor de las desdichas. Por méritos propios. El anunciado contratiempo del PSOE en la Comunidad Autónoma más poblada (todas las encuestas lo cantan) se uniría así a un sumatorio tan activo como el derivado del fiasco saharaui, la reacción del amigo argelino, el empobrecimiento de las familias a causa de la inflación y las grietas de la ecuación de poder conocida como "modelo Frankenstein".

No confundamos imponderables con decisiones equivocadas. Sánchez no tiene culpa de que le hayan salido al paso contratiempos inesperados como Filomena, la pandemia, el volcán de La Palma o la guerra de Ucrania. Pero tampoco se puede estar todo el día culpando a Putin de los problemas que acucian al Gobierno.

No todas las desgracias que amargan la vida a los estadistas de la Moncloa se han debido a las leyes de la naturaleza o a causas ajenas a la voluntad del presidente. Algunas, por no decir todas, como le cuadra a su personalismo en la toma de decisiones, se las ha trabajado él solito y, por tanto, solo a él le son imputables las consecuencias.

Tengo escrito que ese estilo nos recuerda al turista patoso que se despeña al hacerse un "selfie" sin haber calculado antes la resistencia del suelo que pisaba al borde del precipicio. Solo a él ha de endosarse la culpa porque de él ha sido el error de cálculo.

Quiero decir que el personalismo de Sánchez se ha convertido en fuente de problemas internos y externos de la política nacional. Y es en ese rasgo del presidente ha hecho presa el nuevo líder del PP, Núñez Feijóo, para ir forjando su discurso alternativo de poder. Lo explota a partir de una mirada diferenciada entre el PSOE de siempre y el que cursa como "sanchismo" en los circuitos políticos y mediáticos de la vida pública.

Pero no solo Feijóo airea las diferencias entre socialismo y sanchismo. Es un estribillo generalizado, incluso dentro de las filas del PSOE. Especialmente en Andalucía, que es el territorio español con mayor número de víctimas de Eta, cuyos herederos políticos son ahora aliados del Gobierno de Sánchez.

Sin ir más lejos, véase como se coreó el domingo pasado el himno nacional en el estadio de la Rosaleda (Málaga). Si es una forma de objetar las amistades peligrosas de Sánchez, no me extraña que las encuestas, incluidas las del CIS, anuncien el fracaso socialista en las urnas andaluzas del 19 de junio.