Un local con garra y solera

Bruno Calleja Escalona
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El elegante café Los Leones vio pasar por sus mesas a ilustres como Azcona y Pepe Blanco y a los actores de la película Calle Mayor

Clientes en el café Los Leones en torno a los años 20 del siglo pasado. - Foto: Archivo Histórico Provincial

La capital riojana tuvo su particular 'café Gijón'. Por el café Los Leones, que asentaba sus suntuosos salones en lo que hoy es el pasaje entre las calles Portales y Rodríguez Moroy, pasaban logroñeses ilustres de la talla del genial escritor y guionista Rafael Azcona o del venerado cantante Pepe Blanco, y gentes de todo tipo, dado que durante décadas fue un establecimiento popularísimo y muy frecuentado.

Aunque este referente de la hostelería local bajó definitivamente la persiana hace más de cuatro décadas, dos leones rampantes de gran porte dan testimonio sobre la pared del pasaje del lugar donde se encontraba un café indisolublemente ligado al siglo XX logroñés, pero que hunde sus raíces en el XIX. Su nombre original era un poco más pretencioso, Grand Café de los dos Leones, y su fachada fue reconstruida en 1886 por el arquitecto Maximiano Hijón, cuando el edificio pertenecía a Juan Domingo de Santa Cruz.

Los fundadores del emblemático negocio fueron la familia Barrenengoa, que lo diseñó al estilo de los cafés decimonónicos, cuyos elegantes interiores llevaban la firma de Arturo Menac. El bar contaba con bodega y tostadora de café y dividía su espacio en dos pisos. Sus salones fueron testigos de la fundación del Club Taurino en 1949, del Hogar Navarro y del Club Deportivo Logroñés.

En los 50, la familia Bellido regentaba el ya popular bar Los Leones. Por aquella época fue el primer local hostelero con cámara frigorífica y el primero en distribuir leche helada. Pronto sería sometido a una reforma que le dotó de dos salas de baile. A la más popular de ellas se entraba desde Portales y a la más selecta desde Hermanos Moroy, pues Los Leones tenía accesos por ambas calles. 

Poco a poco, el lugar fue forjando su imagen castiza como lugar de reunión para mucha gente. Y un hito que lo relanzó se produjo en 1956, cuando fue elegido como uno de los escenarios de la película Calle Mayor, que inmortalizó en celuloide el bar, dado que la mayoría de los actores pasaron por sus mesas. 

Posteriormente, Ricardo Bellido tomó las riendas del negocio, donde se mantuvo hasta los 60. Tras su marcha, el local volvió a manos de la familia fundadora, hasta que en 1970 se planteó la apertura de un pasaje comercial en el local ocupado por el bar, que tuvo que echar el cierre tras unos años de decadencia.