El fin de la mafia del campo

R. Muro
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La Operación Libertad desarrollada hace 15 años por la Guardia Civil, una de las más importantes coordinadas desde La Rioja, supuso un punto de inflexión en la explotación de temporeros, muchos de ellos en régimen de esclavitud

Una de las viviendas en Tricio donde la mafia alojaba a los temporeros - Foto: Guardia Civil

La Operación Libertad supuso un punto de inflexión para las mafias portuguesas del campo que durante años camparon a sus anchas por buena parte de los viñedos de España, y en concreto de La Rioja. Este 2023 se cumplen quince años de una de las operaciones más importantes coordinadas por el Instituto Armado de la Comunidad que permitió la desarticulación de un grupo criminal dedicado al tráfico de personas, la explotación laboral y que mantuvo en régimen de esclavitud a más de tres mil personas, fundamentalmente compatriotas portugueses captados de las zonas más pobres de la zona de influencia de Braganza, en el país luso.

Después de tres años de investigación, el 21 de abril de 2008 se producían 19 detenciones de forma casi simultánea, 6 de ellas en La Rioja, 8 en Navarra, 3 en Zaragoza, 2 en Álava y otras 6 en Portugal. El grueso de la operativo fue coordinado por la Guardia Civil de La Rioja en colaboración con la Policía Judiciaria portuguesa y, por primera vez en España, con Eurojust (organismo internacional de Justicia de la Unión Europea). En los registros se hallaron numerosas cartillas bancarias y documentación perteneciente a los trabajadores, además de armas de fuego.

La mafia de carácter familiar, encabezada entonces por un portugués gitano apodado Bimba que sorteaba la Justicia con continuos cambios de residencia entre La Rioja y Álava, mantenía una jerarquía perfectamente estructurada entre captadores, los que se encargaban del transporte hasta España, los que infringían miedo y se encargaban de las numerosas palizas públicas a los que osaban enfrentarse a la mafia y los que custodiaban el trabajo en el campo y que a su vez trataban con los empresarios de las tierras. Las mujeres, por su parte, se encargaban de la manutención, y en algunas ocasiones, de acompañar a los trabajadores al banco para extraer un dinero que les era requisado.

Captaban en Portugal trabajadores adictos a drogas y alcohol e incluso a los sumergidos en la más absoluta miseria. Les prometían ventajas económicas en un nuevo paraíso situado en los campos agrarios del país vecino. Una vez en España, la situación se tornaba en tragedia. No recibían  los pagos pactados y buena parte de sus ganancias iban a parar al clan familiar. Entre la numerosa documentación hallada por la Guardia Civil, figuran dos cartillas bancarias encontradas en una casa de La Riojacon sendos depósitos de 400.000 y 130.000 euros, procedentes según la investigación, del dinero cobrado de los empresarios agrarios y arrebatado a los empleados del campo. El alojamiento tampoco respondía a lo prometido en los marginales barrios de Braganza. Más bien todo lo contrario. Pabellones poblados por ratas y casas y habitaciones en estado deplorable donde, de vez en cuando, les entregaban tabaco y droga para calmar las ansias de libertad e incluso, muy puntualmente, algún servicio sexual. Varias denuncias aisaladas en diferentes pueblos de La Rioja en un margen de tiempo relativamente corto levantaron las sospechas de la Guardia Civil e iniciar la investigación.

Relevo generacional. Todo cambió desde entonces. Según fuentes de la Guardia Civil, siguen produciéndose casos aislados de explotación en el campo, pero a una escala infnítamente inferior al clan familiar. Algunos de estos infractores son los mismos que en 2008 y en algún caso, hijos y familiares de los detenidos entonces que han dado un triste sentido al concepto de relevo generacional.