"La corrupción es el mal que sufre el mundo"

Juana Samanes
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El cineasta mexicano ve necesario un cambio de raíz de la situación de su país y de otros de Hispanoamérica como refleja en su filme

"La corrupción es el mal que sufre el mundo" - Foto: Javier Etxezarreta

Con auténtica tensión. Así contempla el espectador la última película del director mexicano Michel Franco, Nuevo orden, un filme de denuncia social y económica. Con ella, el cineasta pretende hacer una especie de advertencia para terminar con la corrupción.  

Su película aborda que la desigualdad social puede derivar en violencia y esta puede ser utilizada para imponer regímenes dictatoriales. 

Cuando ha sucedido algo similar en países sudamericanos, y la extrema derecha ha ganado, vienen épocas muy oscuras. Me preocupa que, en vez de atender las causas de esta desigualdad, se está militarizando y buscando cómo controlar la sociedad. Muchos de estos movimientos que protestan ni siquiera, en ocasiones, obedecen a una ideología. La gente está descontenta y el problema es que no se busca encontrar soluciones porque la clase privilegiada quiere mantener las cosas como están. Mi película lo que dice es que el status quo es insostenible y que, si no cambiamos, esto va a reventar.

¿Qué tendría que cambiar para que no lleguemos a situaciones tan dramáticas como las que muestra en su película?

En México, por ejemplo, hay 70 millones de pobres que viven sin lo mínimo para subsistir, la pandemia ha agravado esta situación, y estamos desaprovechando la ocasión para mejorar y equilibrar. Me preocupa el futuro cercano. La película no habla de nada nuevo, son situaciones que, de manera cíclica, se han repetido en la Historia, pero por mi edad nunca las había visto tan cerca.

Su cinta es durísima por la violencia explícita en imágenes. ¿Lo ha hecho así para que el mensaje fuera más directo, más contundente para el espectador?

Para hablar de manera frontal había que mostrar las consecuencias violentas que puede tener un levantamiento social y por qué hay estos sucesos. Yo no estoy en contra de ellos, todo lo contrario, tiene que haberlos, pero sin llegar a la violencia. Cuando esta se desencadena, es difícil detenerla sin más violencia. En la película no se muestra tanta crueldad. Lo que ocurre es que la imaginación del público se acelera ante lo que ve. Como cuando Marián está con los militares. En realidad, la escena se detiene rápido, lo que ocurre es que el espectador lo completa fuera de cuadro y es más brutal lo que se imagina.   

¿Hubo alguna escena más complicada de rodar?

Todo fue complicado, empezando por rodar en las calles emblemáticas de México DF. Quizás,  lo más difícil fue equilibrar las secuencias para hacer una radiografía a gran escala. La exhibición creó en su estreno mucha polémica porque algunos sectores se sintieron retratados. 

Usted habla mucho de los peligros de la corrupción política.

Porque la corrupción vuelve imposible cualquier tipo de progreso, es el mal del mundo y lo que más contribuye a la desigualdad social.