Editorial

Argelia responsabiliza a Pedro Sánchez de la rotura de relaciones

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La decisión del Gobierno español de apoyar la postura de Marruecos en cuanto a la situación del Sáhara Occidental trajo cola hace unas semanas. El bandazo dado por Pedro Sánchez en este tema fue de tal calibre que de la estupefacción se pasó al aluvión de críticas a una decisión que no se acaba de entender y que ha abierto una brecha importante en las relaciones con otro vecino como Argelia.

Es cierto que con la famosa carta, Sánchez tapaba una vía de agua abierta en las relaciones con Marruecos, muy deterioradas desde que Brahim Gali, líder del Frente Polisario, estuviese ingresado un hospital de Logroño registrado con un nombre falso, al que llegó en un avión del Gobierno argelino. Aquello provocó una crisis importante con un Marruecos que levantó la mano en su frontera y dejó que miles de inmigrantes entraran en España como respuesta a lo que se consideró desde el reino alauita como una provocación española. El abandono de su embajadora dejó claro el cabreo marroquí.

Una vez abierta esa crisis, la mejor solución que encontró Pedro Sánchez fue dar su brazo a torcer y apoyar la postura marroquí sobre el Sáhara después de haber apoyado desde 1991 la resolución de la ONU de convocar un referéndum para decidir la cuestión saharaui, que nunca se ha llevado a cabo. El cambio de parecer trajo como primera consecuencia el enfado de sus socios de Gobierno, que el presidente capeó como buenamente pudo. Pero despertó la ira de Argelia, máximo valedor de las reclamaciones saharauis, que se vio sorprendido por esta decisión de Sánchez.

Un mes después de hacerse pública la carta del Gobierno español apoyando la postura marroquí, el presidente de Argelia, Abdelmajid Tebboune, señala claramente en una entrevista a Pedro Sánchez como el gran responsable de esta situación. «Con el Estado español tenemos relaciones cordiales y había un acercamiento como con Italia, pero el presidente del Gobierno ha roto todo. El presidente del Gobierno, no España», más claro, el agua.

A Pedro Sánchez debería explicarle alguien la teoría de la manta, aquella que dice que si te tapas los pies, te destapas la cabeza y viceversa. El presidente no ha visto venir el problema generado con Argelia o no ha querido verlo, pero sorprende que esta situación se haya producido en plena crisis energética acentuada por la guerra en Ucrania, enfadando a tu principal suministrador de gas.

Afortunadamente el argelino Tebboune desligó todo este conflicto del suministro de gas a España, eso sí, tras firmar con Italia nuevos acuerdos para incrementar la exportación de gas al país transalpino, no parece que eso vaya a suceder con nosotros. Es el precio que hay que pagar cuando se rompe el consenso.