Óscar Soto: 'La Rioja sería un libro con raíces'

Víctor Zurrunero
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Nacido en Villamediana, con su última novela consiguió aunar su cariño por La Rioja y su pasión por la literatura con el favor de la crítica y de los lectores.

Óscar Soto, presidente de la Asociación Riojana de Escritores. - Foto: Clara Larrea

Además de escritor, Óscar Soto es un gran lector que disfruta con el buen trabajo de otros compañeros de profesión. Un oficio que emprendió tras coquetear con el mundo de la música, su primer gran amor. Entró en el mundo literario por la puerta grande. Su primera novela El Diablo en Florencia recibió el Premio del Círculo de Lectores en 2017. Después de llevarnos de viaje a Italia, nos propuso conocer la historia del desarrollo vitivinícola de su Rioja natal con La sangre de la tierra. Sus lectores están deseando leer su próxima novela que ya está en el horno. 

¿Cuándo empezó a escribir?

Supongo que tenía una necesidad de contar historias, así que dejé la guitarra eléctrica y la cambié por la pluma. Empecé escribiendo relatos sin mayor interés que el de expresarme y contar lo que quería contar. Poco a poco ese sentimiento fue creciendo hasta que me planteé escribir algo más largo, y surgió la idea de escribir una novela. La primera que escribí (El Diablo en Florencia) funcionó y me dieron un premio.

Si no hubiera sido escritor ¿se habría dedicado a la música?    

Sí me lo hubieras preguntado con 18 años, diría que sí. Luego ya, con 35, cuando estaba en otra etapa, te diría que no. No hecho de menos la música, al final puedes disfrutar de ella las 24 horas del día. Aunque no te subas a un escenario o no compongas sigues siendo músico de alguna manera.

 ¿Cuál es su escritor favorito?

Tengo muchos. Te diría que Murakami, Eduardo Mendoza, Andrés Pascual… es difícil elegir, no te podría decir solamente uno.

Dígame un libro que le haya marcado especialmente.

Creo que Tokio Blues, de Murakami. Fue un libro que me llegó muy dentro.

¿Por qué decidió situar su última novela en La Rioja?

Creía que tenía una deuda con ello, que no se había tratado de manera justa ese periodo de la historia de La Rioja. Me apetecía mucho. Yo tenía entonces 20 años y me preguntaba por qué nadie había contado esa epopeya. Como un trozo de tierra pequeño, en medio de la nada, de repente se convierte en una región vitivinícola muy potente, incluso a nivel internacional.

¿Por qué se ha puesto tan de moda como escenario de novelas en estos últimos años? 

Por una parte, los escritores riojanos hemos perdido el miedo a contar nuestra historia, y por otra, gente de  fuera está descubriendo que esta tierra da para mucho. 

Si La Rioja fuera un libro, ¿de qué estilo sería?

Sería un libro de estilo costumbrista. Un libro con raíces.

¿A qué político elegiría para protagonizar una novela?

Los políticos ya protagonizan sus propias novelas, no necesitan más publicidad.

¿Alguna vez ha tenido el síndrome de la hoja en blanco?

Creo que hay mucha mitología con esto. Cuando te sientas delante del ordenador, no te pones enfrente de una página en blanco, llegas con un tema sobre el que quieres escribir y una serie de argumentos que vas a desarrollar. No me ha pasado nunca y espero que no me pase. 

¿Cómo atrae a las musas?

Trabajando, como decía Picasso. Si te pillan tumbado en el sofá o de copas es difícil que las musas quieran trabajar.

¿Escribe a mano o a máquina?

A máquina.

¿Cuántos libros tiene en casa?

Tengo una pared llena de estanterías, yo calculo que unos 1.500.

¿Alguna vez ha dejado un libro a medias?

Sí, también al principio e incluso cuando estaba llegando al final. 

¿Considera que nuestra sociedad lee poco?

La sociedad lee poco y ve poca ficción en general. Considero que nos falta reflexionar más que es para lo que sirve la cultura.

¿El confinamiento nos ha reconciliado con la literatura?

Es curioso, porque cuando llegó el confinamiento todos queríamos leer libros, ver series o películas, pero falta entender la parte económica, que la cultura también conlleva un gasto. Si no lo entiende el ciudadano de a pie, imagina los políticos, que muchas veces usan la cultura sólo para hacerse la foto. 

¿Qué es peor, un mal libro o una mala película?

Es mucho peor un mal libro porque la literatura te llega profundamente. Una película, al final, es una hora y media o dos en las que puedes empatizar con los personajes pero después cuando te vas a tu casa, el personaje no lo llevas tan dentro. En cambio, leer un libro es un proceso más profundo y si no te gusta como discurre la trama, te genera una mayor frustración. 

¿Podemos enamorar a través de la literatura?

Sí, por supuesto. Y también se puede odiar.

¿Ha escrito una carta de amor en alguna ocasión?

Claro, imagino que como todo el mundo que haya nacido en los años 70 (sonríe).

¿Cómo surgió la idea de crear la Asociación Rioja de Escritores?

La pregunta sería por qué no había surgido antes. Parecía que cada uno hacía ‘la guerra’ por su cuenta, permítame la expresión bélica. No había una voz unificada para representar a todos los creadores literarios que en esta tierra son muchísimos. Era inevitable que surgiera una idea así.

¿Cómo se encuentra el sector literario en este momento?

Acogotado, muy a la expectativa para ver lo que sucede. Desde la asociación nos estamos empezando a mover para hacer algunas cosas, por ejemplo, un podcast y estamos hablando con librerías. A nivel económico está muy tocado.

La crisis de la Covid-19, ¿cómo ha afectado a los escritores?

De forma distinta, igual a los autores consagrados les ha afectado menos. Pero los autores que se autoeditan, viven de las presentaciones y de establecer relación con los lectores. Ahora que no podemos hacer esos actos, al menos presencialmente, ha hecho que disminuyan las ventas. 

¿Está trabajando en una siguiente novela?

El próximo libro ya lo tengo escrito, ahora estoy pensando en una cuarta historia.