La falta del CCR priva a la capital de ingresos millonarios

Feli Agustín
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La adjudicación de la segunda planta del centro del Rioja queda desierta por falta de licitadores

Centro de la Cultura del Rioja, que habrá permanecido cerrado seis años antes de que vuelva a abrir sus puertas. - Foto: Ingrid

Al Centro de Cultura del Rioja (CCR) siguen sin salirle bien las cosas y  una de las más importantes licitaciones para su puesta en marcha ha quedado desierta. Nadie se ha interesado por el uso de la segunda planta del edificio,  que sacó a contratación el pasado 22 de octubre el Ayuntamiento de Logroño por 81.000 euros, de tal manera que la Junta de Gobierno declaró ayer desierta su adjudicación.

Ello no es óbice, según el portavoz municipal, para que los plazos de apertura sigan inalterados y, conforme a las últimas previsiones del alcalde, Pablo Hermoso de Mendoza, podrá abrir sus puertas el primer semestre de este año.

Si se cumple el calendario, habrán pasado seis años desde su último cierre y para la puesta en marcha de una vez por todas de una dotación que desde su apertura, en 2012, no ha cumplido nunca el objetivo para el que el edificio que lo alberga, el antiguo palacio de Yangüas, fue rehabilitado, convertirse en el principal elemento dinamizador del casco antiguo.

Abierto sin un propósito muy claro, ninguno de los equipos de Gobierno que se han encargado de su gestión -los presididos por Tomás Santos, Cuca Gamarra y Pablo Hermoso de Mendoza- tampoco han tenido muy clara  qué misión encomendarle, una carencia a la que no han ayudado las numerosas deficiencias que ha manifestado el edificio, goteras incluidas. Este cúmulo de circunstancias han privado a la ciudad de un millonario caudal de ingresos del que sí gozan importantes capitales europeas del vino, como Burdeos u Oporto, y otros destinos españoles de mucho menos relumbrón.

La intención del actual alcalde, según ha repetido en numerosas ocasiones, es convertir a Logroño en una enópolis aprovechando las cuatro millones de cepas de una ciudad que cuenta con ocho bodegas y una innegable riqueza gastronómica.

Para ello ha diseñado el proyecto Enópolis, que contempla la inversión de 15 millones has 2025, y que tiene en el CCR su principal eje de actuación. El espejo en el que se mira Hermoso de Mendoza es Burdeos y su Cité du Vin que, al menos arquitectónicamente, poco tiene que ver con el centro del Rioja. El museo del vino considerado más moderno del mundo recibió el año pasado 391.000 visitantes [cerca de 420.000 en 2019], una cifra que sin duda crecerá a lo largo de 2023. Con un precio de las entradas de 22 euros -el bono cultural con, además, transporte y visita guiada a Burdeos es de 34 euros para un uso en 24 horas-, implica sin duda unas cifras millonarias que engordan, y mucho, las arcas del municipio.

World of wine. El otro gran foco europeo del enoturismo urbano es Oporto, que ha aprovechado sus 44.000 hectáreas de viñedo para convertir a la ciudad portuguesa a orillas del Duero en un enclave de referencia. En agosto de 2020 abrió el World of Wine (WOW), un distrito del vino con siete museos, bares y restaurantes consecuencia de la iniciativa privada.

Como fruto de la iniciativa privada es uno de los museos del vino más importantes del mundo, Vivanco que, ubicado en Briones, recibe unos 100.000 visitantes anuales; de hecho, el impulsor del germen del CCR, Julio Revuelta, había concebido el nuevo espacio como complementario al Museo Vivanco de la Cultura del Vino.

Es, sin duda, un negocio que alcanzó sus mayores cotas en 2019 y al que la pandemia no parece que haya podido frenar. La Asociación del Museos del Vino contabiliza más de 35 aunque, eso sí, de muy diferente tipología. Hay otros al margen de esta asociación, como el de Peñafiel, en Valladolid, con unas 100.000 visitas anuales; la Galería del Jerez, promovida por bodegas Altanza en la ciudad gaditana; o los museos del vino de Calatayud que, según la  Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin), con cuya presidenta se reúne hoy Hermoso de Mendoza, recibió en 2019 cerca de 300.000 visitantes.

El CCR, que supuso una inversión de 12 millones de fondos europeos, es heredero del Centro del Saber del Rioja, ideado por Julio Revuelta en La Grajera con el propósito de ponerse en marcha en 2010 y «convertir a Logroño en un referente del enoturismo mundial», el mismo objetivo que comparte Pablo Hermoso de Mendoza y que, casi tres lustros después, está lejos de convertirse en realidad.

No habrá demora. El portavoz del Gobierno municipal de Logroño, Kilian Cruz, afirmó ayer que el hecho de que la licitación de la segunda planta del Centro de Cultura del Rioja (CCR) haya quedado desierta no impedirá que las instalaciones abran sus puertas como estaba previsto, en el primer semestre del año. «No se demora su apertura, solo se retrasa este espacio concreto», señaló el concejal, que explicó que la voluntad del equipo de Gobierno es «repensar el procedimiento administrativo para ver qué es lo que ha sucedido, la razón por la que no se ha presentado nadie» a la licitación, para acometer una posible modificación que haga más atractivo su uso.

El espacio cuenta con una superficie útil de 557,23 m2, dispone de una sala polivalente, dos aseos, un aula, siete oficinas, una recepción, un espacio de archivo, distribuidores y escaleras y su  «destino»  está orientado a favorecer un entorno formativo, de transformación digital y de innovación del enoturismo y del sector agroalimentario.

«Se siguen dando pasos para su apertura», reiteró el portavoz  municipal sobre el CCR que, según ha explicado el alcalde, tendrá un uso multidisciplinar, de carácter informativo, divulgativo o formativo, vinculado a las actividades enoturísticas, como la ya anunciada por la Asociación de Sumelliers, que tendrá al CCR como centro de operaciones, además de una enotienda. Siguen adelante las licitaciones de los servicios de vigilancia, por 211.000 euros; y auxiliares y de limpieza, por 1,5 millones y cinco licitadores.