La guerra agudiza la crisis del automóvil que ya tiene ERTE

Feli Agustín
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A la subida de precios energéticos se suma la escasez de algunas materias primas de Rusia y el neón de Ucrania, clave para fabricar chips, cuya carencia es endémica

Un trabajador maneja una máquina en una cadena de producción de una empresa riojana del sector auxiliar del automóvil. - Foto: El Día

Herbert Diess, presidente del consejo de administración del Grupo Volkswagen, el mayor fabricante de vehículos de Europa, ya advirtió hace unos días en el Financial Times, diario económico de referencia en el continente, que un largo conflicto bélico en Ucrania supone un riesgo mucho mayor para la economía de la zona que la pandemia del coronavirus. «La interrupción de la cadena de suministros puede conducir a elevadas subidas de precios, escasez   de energía e inflación», dijo el responsable del fabricante alemán, que ha suspendido su actividad en Rusia.

Daniel Rueda, secretario general del Clúster riojano de la automoción, coincide con las reflexiones del jefe de Volkswagen y considera que los efectos de la guerra pueden acarrear peores consecuencias que la pandemia y la crisis de los microchips para un sector clave en la economía regional, donde genera 7.500 empleos  directos o indirectos y un volumen de negocio de 539 millones de euros.

«En 2020 con el covid y en 2021 con el precio de las materias primas creíamos que lo habíamos visto todo, pero en 2022 la guerra es peor», afirma Rueda, que vaticina que hay algunos aspectos ya afectados que van a empeorar. «Los asuntos relacionados con las materias primas se van a complicar aún más», advierte el secretario del clúster, que asegura que «hay muchos frentes abiertos» para un sector que ya arrastraba serias dificultades con la carencia de semiconductores y el encarecimiento de los fletes marítimos.

Así las cosas, aunque hay más de 40 firmas que producen para el sector,  según los sindicatos automoción tiene muchas de sus 22 empresas que se dedican específicamente a la fabricación de componentes con ERTE pactados o en negociación -entre ellas las que reúnen más trabajadores, como IAC, Standard Profil o Lispar-, expedientes que han ido encadenando debido a la pandemia primero y a la falta de chips después, un aspecto que, lejos de solucionarse, parece que va a empeorar. «El problema no es ya la subida de precios de las materias primas, sino su falta», asegura el representante de la automoción riojana que, al respecto, menciona que Ucrania, uno de los principales productores del mundo, ha paralizado la fabricación de gas neón, fundamental para la fabricación de semiconductores. De hecho, dos empresas ubicadas en Odesa y Mariupol, gravemente afectada por la guerra,  proveen alrededor de la mitad del gas que se utiliza en el mundo para producir microchips.

«El gas neón se usa para crear los láseres que xerigrafían los patrones de los chips  con las especificaciones que pide el cliente», explica Daniel Rueda que, a esta carencia, añade que Rusia es el principal exportador del mundo de negro de humo, material utilizado para la fabricación de caucho, de tal manera que todos los componentes con este material «se ven comprometidos». Reconoce que no es de gran utilización en La Rioja, pero ya ha obligado a parar durante varias jornadas a Michelin Vitoria.

Pero además del caucho,  los semiconductores y el plástico, el acero es el cuarto  eje del cuadrado de materiales implicados en la fabricación de un vehículo, y «todas las grandes siderurgias europeas están en jaque por los costes energéticos», explica Rueda, que menciona que hay grandes empresas electrointensivas, como Arcelor, que han parado por el elevado coste del combustible.

«Tenemos al sector del caucho, de los semiconductores y de las siderurgias en situaciones muy complicadas; hay demasiados eslabones por los que la cadena de suministros se puede romper», asegura el represente de la automoción, que recuerda que toda la línea debe estar «sincronizada y acompasada con el eslabón más débil, y el problema es que ahora hay muchos eslabones débiles».

En esta situación inédita en la historia, Rueda no se atreve a vislumbrar un futuro, ni siquiera cercano, en una Centroeuropa con un importante producción de vehículos en Eslovaquia, República Checa o Polonia.

En un día en el que Stellantis en Zaragoza ya se ha visto obligada a eliminar turnos, Rueda apunta que las fábricas de La Rioja se encuentran en un momento «complejo», principalmente en su relación con los proveedores de materias primas, que garantizan el suministro, pero no el precio por lo que «no hay forma de cerrar en la cuenta de resultados una previsión del año».

«Desagraciadamente, pienso que no tiene visos de mejorar», lamenta Rueda, que asegura que las simulaciones sobre el encarecimiento de la electricidad apuntan a un crecimiento del coste de entre un 200 y 250%, un incremento que no podrán repercutir a los clientes.

 

Hasta fin de año. Poco optimistas se muestran también los responsables de Industria de los principales sindicatos de la región. Así, Carlos Alfaro, secretario general de la Federación de Industria, Construcción y Agro (FICA) de UGT, señala que las empresas ya tienen expedientes de reducción temporal de empleo negociados, «aunque otras cosa es lo que venga después, por la falta de materia prima».

«Hay ERTE firmados hasta final de año», afirma Alfaro, que argumenta que pueden dibujarse dos escenarios, paradas de los fabricantes más largas de lo esperado y falta de materias primas, lo que puede extender los expedientes, reflexiona.

En términos similares se expresa Rodrigo Alfaro, su homólogo en CCOO, que destaca que las empresas más importantes del sector están o se prevé que estén en ERTE, que confía que vuelvan a salvar el empleo.  Recuerda que las firmas de componentes dependen de los grandes fabricantes, de tal manera que las compañías riojanas van a estar a expensas de los constructores, que ya se están sufriendo las consecuencias de la guerra, según confiesan el 89,9% de las empresas del sector automovilístico español, según ha recogido el Clúster de la Industria de Automoción de Cataluña (CIAC), a través de una encuesta a 137 empresas de varios clústers españoles.