Un Sinfín de errores

M. A. G-S.
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Garabaya le gana la partida a Velasco en un duelo para olvidar del Ciudad de Logroño

Garabaya le ganó la partida a Velasco. - Foto: Óscar Solorzano

Ficha técnica:

Ciudad de Logroño: Jorge Pérez, Rubinho (4), Keita (3), Javi Rodríguez, Kiselev (1), Palomino (1) y David Cadarso (3) -siete inicial-; Markelau (p. s.), Preciado (3), Dioucou (6, 4p), Javi García (3), El Korchi, Serradilla (2) y Rivero (1). 

Sinfín: Aly, Alberto Pla (1), Leo Alonso (3), Basualdo (2), Zungri (5), Aguilella (4) y Nicolás Bono (3) -septeto titular-; Ernesto Sánchez (p. s.), Lon (3), Marcos Domínguez, Óscar García (4), Perbelini (3), Monzón (3), Rama, Jacob Díaz y Sergio Rubio

Árbitros: Miquel Florenza Virgili y Jordi Ausás Busquets (colegio catalán). Expulsaron con tarjeta roja a Zungri. Además excluyeron con dos minutos a los locales Kiselev y a los visitantes Perbelini (2), Basualdo (2), Sergio Rubio y Domínguez.

Parciales: 1-2, 4-4, 7-7, 9-9, 11-14 y 13-15 (descanso); 14-18, 15-20, 19-24, 21-26, 22-27 y 27-31.

Incidencias: unos 300 espectadores en el Palacio.

Las buenas sensaciones ante el Lemgo se diluyeron en el arranque de la Liga Asobal. En un duelo programado a deshoras, el Ciudad de Logroño se durmió durante cuarenta y cinco minutos y solo cuando el encuentro estaba decidido mostró una reacción insuficiente. El 27-31 fue el resultado más justo a tenor del nivel expuesto por el Sinfín, superior en todas sus líneas desde el minuto 1. El equilibrio del primer tiempo fue un espejismo porque en la segunda mitad, el equipo de Garabaya fue una apisonadora, obligando al Ciudad de Logroño de Velasco, su mentor, a ofrecer una pésima imagen.

Si ante el Lemgo el Ciudad de Logroño convenció desde el inicio, en su estreno liguero el conjunto de Miguel Velasco tardó en cogerle la medida al equipo de Rubén Garabaya que, en su regreso al Palacio, demostró sus hechuras como entrenador.

Fue un gran partido del conjunto cántabro, superior desde el saque inicial. El mal encuentro de los riojanos, que naufragaron en todas sus líneas, especialmente en portería, coincidió con el encuentro de gran nivel ofrecido por todos los jugadores del Sinfín, especialmente por Aly, el mejor de la noche, un continuo dolor de cabeza que los jugadores riojanos no pudieron superar.

Pese a que el cuadro de Garabaya ofreció, por momentos, un balonmano de mucha dureza, su victoria fue inapelable. El conjunto riojano hubiera necesitado varias horas para domesticar a un Sinfín que mira a Europa mientras que los riojanos, que el sábado visitan León, comienzan en el furgón de cola de la tabla.

El Sinfín fue siempre por delante en el marcador en un inicio de partido fallido por los dos equipos. Tres ataques necesitó el cuadro visitante para adelantarse en el marcador, los mismos que precisó Keita para marcar el primero. 

Pero, tras este inicio al ralentí, logroñeses y santanderinos se entregaron a un intercambio de golpes del que salió favorecido el equipo de Garabaya.

El Sinfín siempre fue por delante aunque los riojanos nunca se fueron del partido. La primera mitad fue extremadamente igualada, con abrazos en el marcador a tres, cuatro y, sucesivamente, hasta diez. Entonces, nadie podía presagiar un desenlace tan desequilibrado, y desfavorable, para el conjunto riojano.

Pero a partir del minuto 20, el Sinfín acertó más y abrió una rendija de tres goles (11-14) que pudo ser mayor. El acierto de Markelov, tras un inicio titubeante, permitió que el cuadro riojano se recobrara aunque el Ciudad de Logroño no pudo devolver la paridad al marcador. 

Los de Miguel Velasco entraron dos abajo en el marcador (13-15) en un primera media hora entretenida aunque mejor gestionada por los visitantes. En cualquier caso, el marcador 'sonreía' a los logroñeses que ofrecieron un juego deslavazado.

El paso por vestuarios sentó mal al conjunto riojano, que tardó en anotar y vio como el nivel de acierto de los visitantes aumentaba. Los cántabros no tardaron en marcharse cinco arriba (16-21) y, una vez cobrada esta renta, los de Garabaya la gestionaron para desesperación de un Ciudad de Logroño al que todo le salió mal. El encuentro se antojaba irreconducible por mucho que Velasco agotase sus pausas técnicas.

Los visitantes llegaron a dominar por siete, momento en el que bajaron sus revoluciones (y su nivel de acierto) y sestearon. Aunque los riojanos redujeron a cuatro tantos su desventaja (19-23), el Sinfín no tardó en recuperar su idilio con la portería defendida por Markelov y por Jorge Pérez, superados una y otra vez por el cuadro montañés. 

En el cuarto de hora final, los logroñeses mostraron un nivel de agresividad exento en los 45 minutos anteriores. Fue un brindis al sol porque hacía tiempo que los puntos se habían ido para La Albericia. 

Esta predisposición riojana no fue suficiente para intimidar a un Sinfín que, envalentonado por la gran actuación de Aly (el único que no se relajó en los sesenta minutos de juego), enmudeció el Palacio. 

El inesperado 27-31 supone el primer tropiezo serio de los riojanos en la recién iniciada 22-23. La buena imagen ofrecida ante el Lemgo queda ya muy lejos.