Superación en los fogones

Nuria Pajares Ramos
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El chef riojano Ángel Palacios enseña los secretos de la cocina y el valor del producto de la huerta riojana a personas con discapacidad visual con la iniciativa 'Cocinar a ciegas'

Ángel y Nahia Palacios posan con el alumnado de ‘Cocinar a ciegas’ en el Centro Cultural Ibercaja de Logroño. - Foto: Ingrid

No es un taller, «porque aquí no reparamos nada», es un grupo, una familia que ha creado lazos en torno a una pasión: la cocina.

La iniciativa 'Cocinar a ciegas', impulsada por el chef Ángel Palacios, tiene como objetivos enseñar a desenvolverse en los fogones a personas con discapacidad visual. La superación, la diversión y el gusto por los productos de la huerta riojana son algunos de los sellos de identidad de esta idea, que nació hace ya catorce años. 

Ayer, en el Centro Cultural Ibercaja de Logroño, Nahia Palacios, estudiante de Psicología e hija del chef ofreció la charla 'Cocinando a ciegas la sostenibilidad', con la que quería acercar al alumnado los Objetivos del Desarrollo Sostenible y cómo estos pueden ligarse con la cocina a partir de acciones como la compra de producto local, el aprovechamiento de las sobras o la reducción o sustitución de bolsas de plástico por otras opciones reutilizables. «Tenemos que pararnos, pensar y preguntarnos qué estamos haciendo bien o mal», invitó durante su ponencia.

No se trata de grandes gestos, como señaló, sino de desarrollar un sentimiento de responsabilidad hacia un proceso constante para mejorar la sociedad y el entorno.

En sus catorce años, 'Cocinar a ciegas' ha logrado participar en instituciones culinarias emblemáticas como el Basque Culinary Center, enseñando sus recetas a personas en la misma situación. También se ha hecho eco de la iniciativa la Guía Repsol. «Se me pone la piel de gallina cada vez que lo pienso», comentó Ángel Palacios. «Me parece un hito que personas con capacidades diferentes hayamos conseguido estar en sitios tan importantes y que se nos tenga en cuenta», agradeció. 

En 2020 'Cocinar a Ciegas' consiguió cuatro premios en el Concurso de Cocina para Personas con Discapacidad en Málaga. Este año piden apoyo institucional  y particular para sufragar los gastos que conlleva viajar hasta la otra punta del país.

Raíces

«Me parece importante no perder el norte, no olvidar que venimos de Logroño, de La Rioja, un sitio dónde los mercados de abastos han sido esenciales y las tiendas de comestibles se surtían con las verduras de temporada, si perdemos  eso, perdemos identidad», reflexionó el chef. «Tenemos la consideración de que movemos a un colectivo, somos personas ciegas a las que le gusta la gastronomía y creemos en la responsabilidad de ir a este concurso». «Nuestra mayor responsabilidad es que la gente participe, esté, porque no es un concurso al uso, es muy divertido de ver, vamos a divertirnos, a pasarlo bien y lo de los premios es lo de menos, de hecho el año pasado todos los premios personales se cedieron para poder sufragar los gastos de autobús». 

Helado sostenible

La charla se completó con la elaboración de una receta que completó la teoría dada por Nahia Palacios. El grupo, bajo las instrucciones del chef, elaboró un guirlache de escamas de pescado para acompañar a un helado de vainas de guisantes, tarrinas cedidas por el heladero riojano, Fernando Sáenz. «Las vainas de guisante las solemos tirar y las escamas es algo que ni se te ocurriría utilizar», desgrana Nahia Palacios. En definitiva, una receta de alta cocina que sirve para empezar «a realizar cambios y romper con esas barreras que nosotros nos ponemos». 

Actualmente, son cuarenta personas las que participan semanalmente en 'Cocinar a ciegas', como explicó Ángel Palacios. «Se pasa a estar un poco intimidados por la situación y del miedo a utilizar diferentes utensilios en la cocina a ponerse en valor a nivel personal, y ser ellos los que realicen la paella del domingo», reflexionó. «Tenemos un trato que va más allá del mero grupo, lo que la cocina une no lo separa nadie», agradeció.

Entre las participantes, se encuentran María Ángeles y Rosa, ambas pusieron en relieve el buen ambiente que se respira entre fogones y cómo la cocina y las personas que ahí han conocido les han ayudado a desenvolverse de manera más autónoma. Ninguna de ellas pudo  decidirse tampoco por una receta en concreto, entre  toda la variedad que han aprendido.

«Estoy encantada, somos una familia, me siento muy arropada por todos», explicó María Ángeles, que lleva ya seis años en el grupo.

«Llevaba 30 años sin cocinar y en mi primer día, estuve cortando cebollas, luego descubrí que se puede hacer todo», agradeció Rosa, recordando su primera clase hace ya cuatro años.

 «Me gusta mucho la repostería, he aprendido a hacer muchas tartas y, ahora, cuando me reúno con la familia, hago comida para veintitantas personas, eso para mí era impensable, toda esa seguridad la he cogido aquí, porque me han hecho sentir que puedo hacerlo».