«Me gustaría que la muerte de Álex no cayera en el olvido»

R. Muro
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Gonzalo, tío del pequeño, participa mañana en el acto que promueve la asociación de vecinos del barrio Entre Ríos de Lardero al cumplirse un año del trágico suceso

Gonzalo, tío de Álex, junto al parque de Entre Ríos - Foto: Óscar Solorzano

El tiempo no siempre sella las heridas ni silencia el recuerdo. Y así quiere que sea el portavoz de la familia del pequeño Álex. «No quiero que la muerte de mi sobrino se quede en el olvido». Gonzalo, tío abuelo del pequeño, participará mañana en el emotivo acto de recuerdo y homenaje que ha organizado la Asociación de Vecinos. Él se ha encargado de colocar carteles por los colegios de Logroño «porque me gustaría que acudiera mucha gente». Gonzalo conversa relajado, distendido en la terraza de la cafetería situada junto al parque en el que jugaba Álex cuando fue engañado por Francisco Javier Almeida. Su tono tranquilo no esconde el sentimiento de rabia y de pena, ni el recuerdo constante de Álex. El tío del pequeño de nueve años y portavoz de la familia lamenta que la escasa información sobre la instrucción del caso «que tenemos», cuyo escrito de acusación ultima la abogada Alicia Redondo. «Solicitamos hace tres meses unos informes que nos han denegado y que nos gustaría que estuvieran incluidos en el auto de procesamiento». 

Lo que sí tiene claro es que «las cosas se hicieron mal. Hubo llamadas a la policía» en los días previos al 28 de octubre de 2021 alertando de la sospechosa e incómoda presencia del que han venido a llamar 'el hombre del banco'. «Se sentaba en delante del parque vigilando a los pequeños», acudía al bar y pasaba tiempo mirando al parque por la ventana de su domicilio. «Tenía antecedentes y había informes contrarios a su puesta en libertad y aun así, se le permitió vivir al lado de un colegio y de un parque infantil sin vigilancia», detalla Gonzalo.   «No creo en la reinserción -añade- de alguien que sale de la cárcel pensando en su próxima víctima. No tenemos porqué vivir con este tipo de gente», sentencia un emocionado Gonzalo, que al igual que sus sobrinos, ven acercarse un nuevo 28 de octubre.   

«Es terrible que lo que iba a ser una tarde feliz terminé así». La celebración de Halloween era, según narra Gonzalo, la preferida de Álex. Aquella fatídica noche iba disfrazado de niña del exorcista, «y siempre me preguntaba de qué me iba a disfrazar el año que viene», recuerda mientras piensa en el hermano del pequeño, ahora con siete años. «Estaban muy unidos, siempre jugaban juntos». Tiene palabras también para sus sobrinos, los padres de Álex. «No se van a reponer nunca en la vida. De cómo los he conocido a ahora, se me cae el alma a los pies».

Todo movimiento, toda palabra del portavoz de la familia en relación a Álex cuenta con el consentimiento de sus sobrinos. Gonzalo se propuso atender a todos los medios de comunicación en un momento especialmente difícil y «así lo he cumplido. Os estáis portando maravillosamente, siempre con respeto». En este sentido, insiste en que quiere mantener vivo el recuerdo de su sobrino, «que el nombre de Álex no sea solo un recuerdo» y «llegar hasta el final». Es consciente de que la justicia es lenta, de que sigue su curso, pero «lo que realmente quiero es que la justicia sea justa, le caiga la máxima pena posible y se pudra en la cárcel», sentencia. La acusación particular y la popular, ejercida por la Asociación Clara Campoamor, solicitará la Prisión Permanente Revisable y «espero que esa sea la condena». 

La noche del suceso. Gonzalo recuerda la multitudinaria respuesta de la gente alrededor del domicilio de Almeida cuando se empezó a conocer lo sucedido en la trágica noche del 28 de octubre, cuando la familia de Álex, celebraba una fiesta de halloween en compañía de unos amigos. «No puedo criticar a las Fuerzas de Seguridad por su actuación hicieron su trabajo». 

A sus 58 años, Gonzalo, haciendo gala siempre de un tono tranquilo y cordial, vuelve a emocionarse al pensar en Halloween, en el especial cariño que el pequeño tenía hacia esta celebración y en cuando «Álex ponía sus pies sobre los míos para dejarse llevar mientras yo bailaba». 

«No puedo creer en la reinserción», repite el portavoz de la familia. Almeida acudía «a menudo al bar, a la tienda, se sentaba en un banco delante del parque y mientras iba planificando todo». Y todo ocurrió en dos terribles minutos, desde que la madre de Álex le llamó para que acudiera a cenar. «Hoy en día siento miedo», admite Gonzalo. «Siento miedo cuando veo a niños o niñas jugando en un parque sin saber si sus padres estarán pendientes de ellos». 

El tío abuelo del pequeño no quiere que Álex «sea solo un nombre, no quiero que todo esto caiga en el olvido», insiste sensiblemente afectado. «Álex somos todos», concluye.