La castañera que vino del sur

Ana Torrecillas
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Paula dejó su Cádiz natal para aterrizar en Logroño. A sus 17 años se ha estrenado hace poco como castañera. «Lo que peor llevo es el frío», asegura

Paula Vázquez, castañera de Logroño - Foto: Óscar Solorzano

La voz de Paula Vázquez tiene un deje especial, un sonido marinero y lejano que contrasta con el acento cantarino del norte. Abandonó su Cádiz  natal hace unos cinco años,  siendo  una niña, para instalarse en Logroño. Ahora, Paula tiene 17 años y ostenta uno de los oficios con más solera y tradición de los inviernos riojanos: castañera. Al amor de la lumbre, Paula remueve los frutos redondos en el hornillo de su puesto de castañas asadas en Vara de Rey. 

No hace mucho que ha empezado con el trabajo. «Como no ha hecho mucho frío no se abría, pero ahora ya empieza a notarse la bajada de temperaturas y estamos en marcha», asegura Paula. ¿Cómo una chica tan joven se animó a trabajar en un puesto de castañas?. «Me propusieron el trabajo y me llamó la atención», confiesa, «no tenía experiencia pero mis jefes me han ayudado mucho y  me han enseñado a asar las castañas».

Paula trabaja por la tarde, de cuatro y cuarto a nueve menos cuarto. De su puesto emanan los tradicionales olores del invierno, lo que hacen viajar al transeúnte a una infancia menos urbana y más sencilla, cuando la nieve era una compañera habitual de las calles logroñesas; y señalan la inminencia del invierno aunque las temperaturas actuales sigan siendo inusualmente cálidas para esta época del año. En el puesto de castañas, Paula puede entrar en calor. Porque es lo peor que lleva, el frío del norte, aunque éste ya no sea como el de antes. «Lo llevo fatal, la verdad», insiste, «salgo de casa con un montón de jerséis. En el puesto no tenemos más calefacción que el horno de las castañas».  Este año, la inflación está siendo una de las protagonistas de la temporada. Y también se está notando. «El precio del cucurucho con 14 castañas es de tres euros y por cinco euros damos 24», asegura. Y como hay que reservar el calor lo máximo que se puede, debemos tapar las castañas con una manta para que se mantengan calientes». El de Paula es uno de los seis puestos que afrontan una campaña atípica e inusual marcada por la subida y la escasez del producto. La mayoría de estos puestos son abastecidos por la empresa El Castañero de Alesón. El producto llega de los castañares de Galicia, Extremadura y Portugal. Santiago Palacios, gerente de El Castañero, asegura que «este año hay muy poca producción y la campaña está siendo atípica debido a las altas temperaturas que han tenido que soportar los árboles y a la plaga de la avispilla que ha terminado con muchos de los fruto». El resultado es un tercio de una producción normal de otros años, con un fruto más grande pero mucho más escaso. Y eso se nota a la hora de abastecer a los puestos de castañas de las ciudades y pueblos, y también en el precio. «Estamos hablando que una kilo de una castaña de calidad se está pagando a 3,50 euros, el doble de lo que del año pasado», asegura Palacios. El sector se enfrenta a un futuro incierto y complejo porque, tal y como asegura este comercializados, «el cambio climático afecta mucho al castaño».