Menos uva, más calidad… y batalla con los precios

M.H. (SPC)
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Se estima que la producción se va reducir entre un 20% y un 25%, aunque el fruto será mejor que en años anteriores. Los viticultores comienzan la campaña cobrando por debajo de los costes de producción a pesar de la Ley de la Cadena, según las OPAs

Menos uva, más calidad… y batalla con los precios - Foto: Alberto Rodrigo

La vitivinicultura es una de las ramas más potentes del sector agroalimentario nacional y el vino, junto con el aceite de oliva y algún otro elegido, es uno de esos productos que convierten a España en lo que es y que forma parte de la imagen que se tiene de nosotros en el extranjero. Ahora, a finales del verano, comienza la que sin duda es la época más importante del año para el cultivo de la vid: la vendimia. Dependiendo de altitud, latitud, clima y otros factores, las primeras uvas comienzan a recogerse ya desde primeros de agosto, o incluso antes, y las últimas pueden llegar a las bodegas bien entrado el mes de noviembre.

Las previsiones para este año apuntan a que la producción será menor que en 2020, aunque se espera que una calidad excepcional en la uva. Así lo afirman desde Cooperativas Agro-alimentarias, cuyo Consejo Sectorial Vitivinícola se reunió a finales de agosto para analizar la situación actual y el inicio de la recolección. La organización asegura que la vendimia ha comenzado con «muy buena calidad de fruto y buen estado sanitario y de maduración; sin embargo, la cosecha se espera corta debido especialmente a la sequía y algún episodio aislado de helada y granizo». Mencionan la cifra de 39,5 millones de hectolitros, por debajo de la media y muy por debajo de los 46,5 millones del año pasado, aunque hay que considerar esta estimación como eso, una estimación. Aún quedan muchas semanas y el clima puede tener alguna carta en la manga.

Denominaciones como Ribera del Duero sufrieron el pedrisco en primavera y hubo zonas muy localizadas que quedaron arrasadas. «Ya está vendimiado en junio», lamentaban algunos viticultores. Desde el Consejo Regulador de esta denominación admiten que esos daños están ahí, pero que parcelas que no se vieron completamente afectadas han conseguido recuperar algo de producción. En La Mancha, donde ya comenzaron el 11 de agosto con las variedades blancas, también han padecido los vaivenes del clima, aunque en este caso ha sido durante las últimas semanas cuando se han registrado los episodios más dañinos. El órgano regulador explicaba que en comarcas como Campo de Criptana se han producido imágenes de devastación total. Rioja, donde ya hay situación de plena vendimia en la zona Oriental de las variedades blancas tempranas (Tempranillo blanco, Sauvignon blanc y Chardonnay), espera un retraso de una semana respecto a la campaña pasada y habla de que «se estabiliza el peso de la baya con ligero ascenso y evolucionan grado y acidez de manera adecuada».

Las tres denominaciones coinciden en que la uva viene más pequeña, pero muy sana precisamente por su tamaño más reducido. Al ser el fruto más pequeño, los racimos están más aireados y es más complicado que se desarrollen enfermedades causadas por hongos. De todos modos, las lluvias de primeros de este mes harán aumentar algo el peso. Alberto Tobes, técnico del Consejo Regulador de Ribera del Duero, explicaba a Cultum que el día 1, justo cuando cayeron las precipitaciones, el peso de cien granos de uva estaba en 150 gramos, pero que gracias al agua caída (entre 30 y 40 litros), que no hizo daño, la cifra podía aumentar hasta en un 10% en los siguientes días, cuando la planta aprovechase la humedad del suelo. Aun así, el calibre del fruto va a ser menor que en vendimias anteriores, lo que explica en gran parte esa reducción generalizada en la producción que se espera entre las organizaciones agrarias, aunque ningún Consejo haya querido mojarse en este asunto. En Rioja también recibieron con los brazos abiertos las lluvias de los primeros días de septiembre que mitigaron «el estrés hídrico que (…) empezaba a hacerse notar».

Por otra parte, parece que la calidad de la uva va a ser excepcional. Desde Ribera del Duero hablan de que podría ser comparable a la de 2005 y producir vinos de muy alta categoría. Las noches relativamente frescas que hemos disfrutado durante gran parte del verano son el causante de esta gran calidad. En La Mancha explican que este fenómeno aumenta el grado del fruto, mantiene a raya a los hongos y optimiza la maduración. Tobes, de Ribera del Duero, explica que esto es porque al bajar mucho la temperatura cuando se pone el sol la planta entra en una suerte de letargo hasta el amanecer que impide que consuma parte de lo que ha generado durante el día, en este caso polifenoles, que son los responsables de la uva sea buena, de que «esté gustosa» y ofrezca la posibilidad de elaborar buen vino.

Producción, calidad...

Y precios. Es la tercera incógnita de la ecuación y la que más ampollas levanta. Las otras dos dependen del cielo y poco o nada se puede hacer para controlarlas, pero el precio de la uva sí se puede controlar, aunque los viticultores no estén especialmente satisfechos de cómo se está haciendo, a pesar de que existe cierto optimismo para esta campaña. Con el canal HORECA y la restauración levantando la cabeza, parece que ya definitivamente, y una previsible reducción en la producción no solo en España, sino también en los otros dos países más importantes (Francia e Italia), todo parece indicar que los precios mejorarán, o al menos así lo esperan desde Cooperativas Agro-alimentarias. Esta organización aboga por los contratos tipo plurianuales que homologó el Ministerio de Agricultura en el mes de julio a solicitud de la Organización Interprofesional del Vino en España, que rigen durante tres campañas consecutivas.

UPA en Castilla-La Mancha también apoya el uso de estos contratos y tiene esperanzas de que la situación del sector mejore por la mismas razones que Cooperativas Agro-alimentarias: reducción generalizada de la producción (estiman que alcanzará un 25% en algunas zonas) y reactivación de la economía. ASAJA de esa misma comunidad (no hay que olvidar que Castilla-La Mancha produce alrededor de la mitad de la uva de España) cifra esa reducción en un 20%. Ambas organizaciones mencionan a ‘Filomena’ como uno de los culpables de esta merma junto con la sequía.

En general, todas la organizaciones agrarias apuestan por la firma de contratos antes de realizar las ventas, algo que, a pesar de ser ya obligatorio el año pasado por la Ley de la Cadena, sigue sin generalizarse. Muchas veces los viticultores entregan la uva sin conocer el precio que vana a cobrar por ella. La organización advierte de que hay agricultores que en este inicio de campaña están viéndose obligados a firmar contratos en la entrega de su uva con una cláusula engañosa, que dice que «el precio pactado, según declara el vendedor, cubre el coste efectivo de producción de la uva objeto». ASAJA considera que «es vergonzoso y la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA) tiene que intervenir en los modelos de los contratos». Insta al organismo a que actúe de inmediato para que desaparezca esta cláusula «totalmente abusiva para el productor y que atenta contra la Ley de la Cadena, sobre todo cuando los precios son ruinosos y no son pactados, sino impuestos por el propio industrial».

En este sentido, ASAJA-CLM ha criticado al Ministerio de Agricultura y a la Interprofesional del Vino de España por no publicar unos costes de producción oficiales que llevan años elaborados y que servirían para que la industria se viera obligada a fijar unos precios superiores. Algo que no ocurre porque, según la organización agraria, «están cediendo a presiones o respondiendo a otros intereses», ya que, para otros cultivos, se han elaborado estudios y fijado normas en un breve espacio de tiempo.

UPA también se ha manifestado al conocer los precios que se están pagando. La Organización ha recogido el tremendo enfado de los viticultores de la región ante la publicación de las primeras tablillas con los precios de la uva: «muy por debajo de lo esperado y más en un año donde bajará la producción y han aumentado las ventas tanto internas como las exportaciones». Y añade que los viticultores se sienten «víctimas de una falta de respeto y desprecio por nuestro trabajo». «Baja la producción, suben los costes, aumentan las ventas y las exportaciones. Y nos vienen con estos precios», se quejan.

Por su parte, Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, ante los precios «injustificadamente bajos» de la uva en esta vendimia, ha reclamado que se pongan en marcha medidas para solucionar los desequilibrios existentes en el sector vitivinícola y ha denunciado que los precios hechos públicos en Extremadura, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana no alcanzan el umbral de rentabilidad mínimo, estando por debajo de los costes de producción en más del 25% respecto a los precios de compra que se han ofrecido. «Si los precios de la uva no compensan los costes de producción y la Ley de la Cadena Alimentaria no sirve para corregirlo, y si el mercado atraviesa muchas dificultades y la regulación europea tampoco vale para adoptar medidas excepcionales, ni para regular, ni para poner en marcha la reserva de crisis, no sabemos a qué están jugando los políticos, ni para qué queremos tantos», han manifestado desde la organización.

El Ministerio y la AICA, sin embargo, ven las cosas de manera algo diferente. La Agencia, por ejemplo, constata una mejora en la contratación y en el cumplimiento de los plazos de pago en las últimas campañas. Este organismo, que vela por las relaciones comerciales y los intereses de los distintos operadores que intervienen en la cadena alimentaria y controla el cumplimiento de la Ley de la Cadena, ha realizado desde 2015 casi un millar de controles en el sector vitivinícola; en concreto, 656 inspecciones a viticultores y a las ventas que realizan a los bodegueros y otras 275 en bodegas para analizar tanto las compras a sus proveedores como las ventas a sus clientes.

Además, recuerda que es obligatorio la formalización de un contrato por escrito antes de la entrega de la uva de vinificación y que el viticultor conozca previamente el precio, que debe ser abonado en el plazo máximo de un mes desde la fecha de entrega. No formalizar contratos o pagar fuera de plazo suponen una infracción grave de la Ley de la Cadena Alimentaria.

Agricultura, por su parte, ha señalado que una de las consecuencias de los controles por parte de la AICA es el continuo proceso de mejora en la contratación, aunque persisten aún en la cadena vitivinícola ciertas deficiencias en la fijación del precio de los contratos, especialmente en los momentos iniciales de las campañas.

En resumen, se espera un año de producción menor que el pasado y quizá también que la media, pero con una uva de calidad alta o muy alta, al menos en las tres denominaciones de origen más importantes de España (La Mancha, Ribera del Duero y Rioja). El problema es que a pesar de estos factores, que junto con la reactivación de la economía deberían traducirse en buenos precios para los viticultores, se sigue pagando la uva por debajo de los costes en demasiadas ocasiones.

 

Nuevas plantaciones.

Este año el Ministerio de Agricultura ha concedido autorización para plantar 945 nuevas hectáreas de viñedo, de las que el 41 % corresponden a jóvenes titulares de pequeña y mediana explotación. Por comunidades autónomas, Castilla-La Mancha es la que cuenta con mayor superficie de nueva plantación (526 hectáreas), seguida de Castilla y León (123). La demanda de autorizaciones para plantación de nuevos viñedos mantiene su tendencia a la baja. La superficie total solicitada este año ha caído un 40,7 % con respecto a 2020, año en el que a su vez ya se registró una reducción del 41,6 % sobre el ejercicio de 2019.