La inflación apaga el calor

Ana Torrecillas
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Encender las estufas eléctricas en las terrazas aumenta hasta un 40% la factura de la luz para la hostelería. La mayoría del sector opta por la calefacción de gas butano:más económica, más cómoda pero más contaminante

Una de las camareras del bar Aroma de Logroño coloca una estufa de butano en la terraza del local - Foto: Óscar Solorzano

Tomar  un café o una copa en una terraza de Logroño puede resultarnos más incómodo que el año pasado. La imparable inflación de estos últimos meses está dejando 'heladas' muchas terrazas de bares y restaurantes, porque encender los calefactores eléctricos supone un 40% más en la factura de la luz.  La hostelería riojana, como recuerda el presidente de la Asociación de Hostelería de la FER, Francisco Martínez Bergés, optó por invertir en elementos de calefacción de las terrazas durante la pandemia. El covid-19  'sacó a la calle'  a los clientes por lo que los locales  'rearmaron' el espacio público cedido por los ayuntamientos con mayores estructuras cubiertas de plástico y con estufas para aguantar el tirón ante las restricciones en interiores de los establecimientos. La gran mayoría optó por las elementos de calefacción por combustión, es decir, las estufas de gas butano más conocidas como 'setas'. 

Por contra, las estufas eléctricas, son más pequeñas y sostenibles pero exigen además, una estructura determinada para su instalación como las cubiertas de las terrazas o bien, en las sombrillas de las mismas lo que supone un montaje y desmontaje diario; y una persona que se encargue de hacerlo. «En muchos locales se combinan ambas para dar más calor a los clientes», afirma Bergés, «lo que supone un sobrecoste de tiempo y de trabajo para el personal».

«Muchos hosteleros se plantean encender las estufas el tiempo estrictamente necesario, porque tenerlas encendidas desde que se abre el local hasta el cierre puede provocar un agujero importante en la cuenta final que les habrá dejado la factura», apunta el representante de los hosteleros. 

Es la decisión que ha tomado María, propietaria del bar con una gran terraza denominado 'Aroma' situado en la Plaza Primero de Mayo, un lugar con gran afluencia de gente durante los fines de semana. En la actualidad, el local coloca 4 estufas de butano mientras que el año pasado eran cinco. «Solo las encendemos cuando hay clientes al lado», asegura María, «y cuando no hay gente, las apagamos, no podemos permitirnos tenerlas encendidas constantemente porque el gasto sería increíble». María calcula que gasta unas 6 bombonas de butano y calcula que al mes se le van unos 500 euros en ellas.  De hecho, a pesar de la lluvia y las bajas temperaturas de estos días, las setas de su terraza permanecen apagadas a la espera de clientes.

En ese sentido, coincide Denisa Toma, del bar Marenostrum situado en la calle Club Deportivo de Logroño.  Hace unos meses que se hicieron con el local y con la llegada del frío, han instalado cuatro estufas de butano en su terraza. «Ni nos planteamos colocar unas eléctricas», confiesa Denisa, «las 'setas' son más económicas y cómodas, además son las que siempre hemos visto en las terrazas». Esta hostelera  no se imagina no poder calefactar su terraza: «Son los clientes los que nos piden que encendamos las estufas cuando llegan», recuerda, «si no, las mantenemos apagadas».

Alternativas económicas al butano. Sin embargo, este tipo de elementos calefactables podría tener los días contados. En ciudades como Barcelona o Madrid ya se ha puesto fecha. El Ayuntamiento de Madrid ha decretado que el 31 de diciembre de 2023 sea el último día en el que se encienda una estufa de combustión en una terraza. En Logroño, todavía no hay nada en claro sobre este asunto. De hecho, según indican fuentes del consistorio, esa cuestión deberá tratarse y aprobarse en la nueva Ordenanza de Terrazas de la ciudad.

Sin embargo, tal y como asegura Javier Martínez, profesor del Máster de Gestión Ambiental y Energética en las Organizaciones de la Universidad Internacional de La Rioja, a pesar de que los calefactores de butano generan dióxido de carbono por combustión, son menos contaminantes que otros sistemas que utilizan residuos fósiles como el carbón y el gasoil. «El modelo eléctrico es mucho más sostenible pero menos eficiente ya que el poder calórico del butano es mayor y tiene un coste que entra dentro de unos márgenes; mientras que el precio de la electricidad puede dispararse», asegura, «en España hay una cuestión cultural que nos hace estar en las terrazas tanto en verano como en invierno.Así que lo deseable sería buscar una manera de calefactar los espacios que fuera más sostenible: bien mejorando los cerramientos de las terrazas o, bien utilizando otros elementos de combustión como pellets». Brennes, una ciudad de Francia ha sido la primera en prohibir el uso de calefacción externa en la terraza de los bares porque, según los expertos, calefactar un espacio abierto es no tiene ningún sentido. Ante este futurible, Bergés lo tiene claro: «Si esto se produjera en La Rioja, significaría el cierre para  muchos hosteleros».