Los mercados tradicionales de Logroño no salen de la crisis

Carmen Sánchez
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Medio centenar de comerciantes se concentran en el Corregidor y la Plaza de Abastos. En los de Milicias y Múgica solo se mantienen seis puestos ante la falta de relevo generacional que reactive los negocios

Un repartidor camina por el Mercado Milicias de Logroño - Foto: Ingrid

Patricia, Murrieta, Múgica,Corregidor, Milicias y San Blas. Son los seis mercados tradicionales de Logroño que hace medio siglo daban cobijo a unos 300 comerciantes. Desde estos negocios era de donde salía el producto fresco riojano y llegaba cada día a los hogares de los logroñeses. Pero no era solo el espacio en el que se comercializaba, sino también un lugar de encuentro, donde se mantenía un estrecho vínculo entre el comerciante y el cliente, que ahora prácticamente se ha perdido. 

La época de mayor esplendor fue tornando con el paso de los años en un goteo incesante de bajas. La realidad es que en la actualidad solo se mantienen abiertos al público cuatro de los seis mercados: Milicias, Múgica, Corregidor y la Plaza de Abastos. El contraste entre estos supervivientes no puede ser mayor. Subsisten algo más de medio centenar de negocios y la gran mayoría se reparten en las plazas acomodadas en el centro de la ciudad, como es el Corregidor, frente al Ayuntamiento de Logroño y con acceso desde Duquesa de la Victoria, y San Blas, en pleno Casco Antiguo. 

Mientras tanto, los que están más alejados agonizan y sobreviven como pueden, principalmente gracias a la fidelidad que mantiene la clientela tradicional. Solo en Milicias se mantienen en pie tres carnicerías que, aunque  compiten entre sí,  mantienen una  relación estrecha y cercana. Otros tres negocios siguen en pie en Múgica, un mercado que, a pesar de estar a un paso de Gran Vía, no ha podido soportar la competencia. 

Son varios los factores que han provocado el paulatino desmantelamiento de los mercados de Logroño. Fundamentalmente, la competencia de las grandes superficies que con los años se han ido creando en su entorno, pero también la falta de relevo generacional. La jubilación es el principal motivo que ha llevado al cierre de la mayor parte de los negocios. Otros comerciantes optaron en su día por trasladarse al exterior.

«No ha habido relevo generacional y las grandes superficies nos están machacando», se lamenta Toñi González, de Carnicería Martínez en Milicias. A ello suma que el barrio ha envejecido, que la población que acudía ha ido a menos, sin casi juventud como los clientes y, por lo tanto, el consumo ha bajado.  Una combinación que ha acrecentado aún más si cabe el desasosiego de los propietarios que están en activo.

La estampa que ahora presentan estos mercados tradicionales es desoladora, especialmente los de Múgica y Milicias. La sensación que uno siente al poner un pie en su interior es sobrecogedora. El silencio y el vacío que hay en una mañana de diario solo se ve interrumpida por el ir y venir de algún repartidor que lleva el género a los negocios que aún se mantienen pie. Sobrellevan su actividad entre locales vacíos, persianas bajadas y carteles anunciando la venta o alquiler de los puestos.

Y es que, salvo en el Mercado de Abastos, que es municipal, en los de Milicias, Corregidor y Múgica los propietarios de los puestos son los propios comerciantes. La mayor parte de los que mantienen la verja echada venden o alquilan los puestos, mientras tienen que hacer frente a los gastos generales del espacio. Lo que temen algunos de los comerciantes que aún mantienen la actividad es que les presionen para vender. 

¿Hay alternativa? Para Gisela Echarri, de Carnicería Gisela de Milicias, la solución es clara: «que venga gente nueva, joven, a llevar los puestos». «Ricos no se van a hacer pero van a vivir bien», asegura esta carnicera que lleva al frente de su negocio 41 años que aún mantiene en pie. «Cuando entramos era la más joven y ahora soy la más mayor», relata. De hecho será la próxima del mercado en jubilarse.

«La crisis de los mercados, las bajas rentabilidades y el tipo de negocio que es, muy esclavo, hace que no se abran nuevos negocios», considera el presidente de la Asociación del Mercado del Corregidor, Enrique Rituerto, que entiende que no haya jóvenes que quieran tomar el testigo de los que ahora se jubilan.

«calidad y calidez». Todos los comerciantes que desarrollan su actividad en un mercado tradicional coinciden en destacar por calidad y singularidad de los productos y calidez humana. «La gente sigue acudiendo al mercado porque encuentra calidad y calidez. En un supermercado no se encuentran los productos que tenemos aquí», asegura Iturriaga. 

En la misma línea apuntan en Milicias. «Los supermercados compiten con nosotros en precio, pero no en calidad ni en el trato con la gente más cercana», sostiene Echarri, de una de las tres carnicerías que hay en este mercado. De hecho, es en la carnicería Martínez,  donde vende su propio producto, ternera de Robres delCastillo.

«Somos garantía de calidad. Vendemos a los clientes producto fresco, de temporada y de aquí», según Rituerto.

SOBREVIVIR. Renovarse o morir. Los comerciantes del Mercado del Corregidor han apostado por reinventarse y apostar por el uso de las nuevas tecnologías como una herramienta más de trabajo. El detonante lo marcó la pandemia. Fue en ese momento, cuando los propietarios de los negocios decidieron apostar por recoger pedidos de los clientes a través de whatsapp o la página web y agruparse para entregarlos a domicilio, llegando incluso a hacer entregas en localidades de Navarra o del área metropolitana de la capital riojana. «Eso nos dio visibilidad y nos permitió ganar nuevos clientes», asegura el carnicero Enrique Rituerto y presidente de la Asociación del Mercado del Corregidor, quien insiste en la idea de que «un mercado no solo son los vecinos de alrededor». 

A partir de ahí se sucedieron otras acciones para captar nuevos clientes y mejorar la actividad de los 25 comercios que levantan la persiana cada día. Una de ellas fue la colocación de taquillas refrigeradas que permiten guardar los pedidos y compras de los clientes para que los recojan cuando puedan, un servicio que permite tener «el mercado abierto las 24 horas los siete días de la semana». Una iniciativa que ha recibido recientemente una mención honorífica en el IV Concurso de Ideas Tecnológicas para el Comercio Minorista del Ministerio de Industria recientemente. 

«Tenemos que dar facilidades a los clientes. Ahora estamos recuperando a la más joven, que se va donde se lo ponen más fácil, como es el supermercado», remarca Rituerto.

El Mercado de San Blas también contará este año con un servicio de taquillas refrigeradas para reforzar el de pedidos que sus comerciantes también ofrecen a sus clientes. «Es una gran iniciativa. Si algo funciona hay que copiarlo», afirma el presidente de la Asociación Plaza de Abastos, Alfredo Iturriaga.