Los civiles y combatientes ucranianos atrincherados en la planta química de Azot, en la ciudad de Severodonetsk, resisten a duras penas el bombardeo del Ejército ruso, pero rechazan, por el momento, las demandas de rendirse o deponer las armas.
"Les hemos propuesto muchas veces (a los civiles) ser evacuados, pero no quieren", aseguró Serhiy Gaidai, gobernador de la región de Lugansk, según la agencia UNIAN.
Mientras Moscú acusa a las tropas ucranianas de utilizar a los civiles, como ocurriera en Mariúpol, como "escudo humano", Kiev denunció hoy nuevos bombardeos masivos, lo que convierte en "imposible" un posible repliegue de civiles y militares.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, anunció hace dos semanas el control sobre Severodonetsk, pero este no será completo hasta la toma del polígono industrial, es decir de Azot.
Azot, foco de resistencia
Gaidai estimó en 568 el número de civiles refugiados en la planta, entre ellos 38 niños. Se trata de los trabajadores de la planta, sus familias y algunos vecinos de Severodonetsk que se niegan a marcharse a toda costa.
"Salir, ahora, es imposible. Físicamente, es posible, pero es muy peligroso debido a los constantes disparos y bombardeos. Si alguien sale, tiene un 99 % de posibilidades de morir", dijo el funcionario.
Al mismo tiempo, negó cualquier paralelismo con Azovstal, aduciendo que esta no es una gran zona industrial comunicada a través de túneles, sino varios refugios subterráneos separados unos de otros.
Según las autoridades locales, esos civiles cuentan con suficientes víveres, aunque estos no han sido completados en las últimas dos semanas.
Mientras el presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró el viernes que no quiere convertir las ciudades conquistadas en el Donbás "en una especie de Stalingrado", Kiev acusa a Moscú de transformar Severodonetsk y sus alrededores en una segunda Mariúpol por la intensidad de los bombardeos.
Los prorrusos acusan al Ejército ucraniano de desplegar morteros en los accesos a la fábrica para impedir la salida de los civiles en dirección a las zonas controladas por las tropas rusas.
Soldados rusos y milicianos separatistas prorrusos iniciaron hace varios días una operación especial para "limpiar" Azot, pero aún no han logrado sitiar la zona por los cuatro costados.
Avances rusos en Severodonetsk
Después de unos días sin grandes novedades en el frente de Severodonetsk, el general ruso Ígor Konashénkov, destacó que "la ofensiva transcurre con éxito".
De hecho, en su parte diario anunció que las milicias prorrusas "con el apoyo del Ejército ruso" han conquistado Metiolkine, localidad pegada a Severodonetsk.
Además, destacó que las unidades enemigas han abandonado también algunas de sus posiciones en Lisichansk, el último bastión ucraniano en Lugansk.
Las tropas rusas continuaron aplicando la táctica de tierra quemada en el este del país con la destrucción de una fábrica de reparación de tanques en Járkov y de dos lanzaderas múltiples Grad en Donetsk, además de la aniquilación de varios cientos de soldados ucranianos.
"Todas las declaraciones de los rusos de que controlan Severodonetsk son falsas. Sí, controlan gran parte, pero no toda la ciudad", replicó Gaidai.
Además, subrayó que la aviación y artillería rusa no deja de machacar la estratégica carretera que une Lisichansk y Bajmut, vía clave para asaltar el distrito fortificado Sloviansk-Kramatorsk, pero matizó que ésta sigue bajo control ucraniano.
Para corregir el tiro de su artillería los rusos utilizan drones Orlán-10 de fabricación rusa, según informó el Estado Mayor General ucraniano.
Golpe ruso al mando ucraniano
Rusia dijo hoy haber matado a más de 50 oficiales ucranianos en un ataque perpetrado el sábado con misiles de crucero Kalibr contra un centro de mando en la región de Dnipró, en el este del país.
En el centro de mando se celebraba una reunión en la que participaban generales y oficiales del Ejército ucraniano, en particular, de las unidades y tropas aerotransportadas que operan en las regiones sureñas de Zaporozhia y Mykolaiv, según el parte militar ruso.
Además, otro ataque con Kalibr destrozó en una fábrica en Mykolaiv una decena de cañones Howitzer de 155 milímetros, además de una veintena de blindados, entregados recientemente a Kiev por parte de EEUU.
La aviación rusa también habría destruido un convoy ucraniano con otros 30 tanques y blindados en una estación de tren en Dnipró.