Tres meses después sin lamentos y con mirada al futuro

Bárbara Moreno
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Una de las mayores colonias de refugiados de ucranianos de La Rioja se encuentra en Quel. Son 24 personas que dejaron todo atrás y muchas no quieren volver a su país al menos en muchos años, sino forjarse una estabilidad con trabajo e independencia

Todas las ucranianas adultas han conseguido ya trabajo - Foto: B.M.

Un 24 de febrero millones de personas se dieron cuenta de que en la realidad, la violencia de los malos era mucho peor que la de los más sangrientos de los personajes de ficción. Y tres meses después, este 24 de mayo, miles de personas siguen sufriendo las consecuencias de esa fría y cruda realidad que nunca hubieran imaginado. No hay más que ver las caras aún asustadizas a la vez que agradecidas de Natalia, Svetlana, o Verónica. Son tres ejemplos de los 463 refugiados ucranianos que hay en La Rioja. Ejemplos de las miles de mujeres que están fuera de sus casas sin sus maridos, hermanos, padres o hijos varones mayores de edad porque la guerra se los arrebató, porque algún que otro malvado se los robó.

 El pueblo ucraniano es fuerte, y sin lamentos, quieren mirar al futuro, y si no pueden volver en años a su país, tendrán que forjarse un futuro aquí, pero quieren su propia independencia. Y en eso trabaja una de las organizaciones no gubernamentales que se ocupa de varios grupos de refugiados en La Rioja, la ONG Coopera, con personas a su cargo en Aguilar, Quel, El Rasillo, Fuenmayor, Nalda, o Lodosa.

Quel es una de las localidades riojanas en las que se asienta una de las colonias de refugiados más numerosa de ucranianos de La Rioja. La ONG Coopera se ocupa de la estabilidad, supervivencia e incluso de dar cariño a 24 ucranianos, gracias también a los voluntarios queleños que ayudan a estas personas que lo perdieron todo. 

Y  aunque pueda parecer que sus miradas están tristes por la ausencia de sus seres queridos, y la ruina del país, estos refugiados solo tienen palabras de gratitud. Como Natalia, que a través de un traductor del teléfono móvil asegura que no está triste, sino muy agradecida.

La coordinadora de los refugiados en Quel de la ONG, Reneé Freire, explica a El Día de La Rioja que  nada más pasar el primer mes de su estancia aquí, llegaron un 11 de marzo, lo que más desean estas personas «es tener su propia independencia para poder tener un futuro aquí. Nos dicen que no se quieren marchar, que quieren quedarse aquí e incluso traer a los varones que han dejado allí». 

Ya tienen trabajo

Hoy 18 de los refugiados viven en el albergue de Quel, cedido por el Ayuntamiento. Y  otra familia de 6 personas, que vinieron por su cuenta, también son atendidos por la ONG. Son en total 24 personas, 8 de ellos niños, de los 3 a los 13 años. Y otras 3 son demasiado mayores como para trabajar, (una señora tiene 89 años).  Los adultos ya han conseguido trabajo. «Es lo que ellos demandaban, no quieren vivir de la caridad, sino de su propio trabajo», explica Freire. De hecho, el 14 de junio concluye el convenio por el que están viviendo en el albergue. Y a partir de ahí se supone que vivirán por familias en casas alquiladas. Están trabajando ya en champiñoneras, en conserveras o en empresas de calzados en Arnedo. Y se da la casuística de que hay familias con hasta cinco miembros, una niña de ocho años que ha venido afectada del corazón y está siendo atendida en Cardiología o una madre con cinco hijos que solo ha podido venir con las niñas. 

4 mujeres de ejemplo.

Entre todos hay una preciosa familia formada por cuatro generaciones que se dan fuerte la mano en esta entrevista: la abuela de 80 años, Taicisa, la hija de 60, Elena, la nieta de 40, Svetlana, y la hija de esta última Emilia, de 3 años. Es decir, la biznieta de Taicisa. Son cuatro mujeres que han vivido los acontecimientos más horribles de su país, desde el accidente nuclear de Chernobil, hasta los años y años de amenazas de Putin, que por segunda vez ha cumplido la peor de ellas y está destrozando el país. Svetlana, la que ocuparía la tercera generación, asentía mientras una de las voluntarias, Marian Oñate, le preguntaba con su traductor del móvil si se encontraba bien en este hogar provisional. En este lugar en el que asegura estar tranquila, y contenta, pero en el que seguro que nunca hubiera querido estar por nada del mundo. Emilia con solo tres añitos, aún con vergüenza fue la primera que saludó en castellano, y que casi quería traducir en su vocabulario de bebé lo que su madre intentaba decir. Y la abuelita Taicisa  lloraba justo después de posar para la foto que acompañan estas líneas. Guapa y con miedo mientras sujetaba a su hija, de 60, preguntándose quizás dónde estarán ahora sus dos hijos que quedaron en Ucrania. Estas cuatro mujeres de Nikolaev, ciudad entre Crimea y Odesa, salieron  nada más comenzar la guerra, a sabiendas quizás de que el malvado iba a destrozar pronto lo que encontrara en esta zona. Y el mismo 7 de marzo la ciudad fue azotada. El 11 ellas ya estaban en Quel asentadas. Estas cuatro mujeres salieron juntas de la mano,  sospechando que quizás nunca más volverían. Estas cuatro mujeres, que representan cuatro generaciones claramente diferenciadas son solo un ejemplo del desastre que en este siglo se está permitiendo.

Más de 50 voluntarios en Quel

En cuanto se solicitó ayuda para acoger a refugiados de Ucrania, Quel no lo dudó, se puso manos a la obra y a trabajar para poder ofrecer un hogar a estas personas que habían perdido todo.

Y pronto numerosos queleños se pusieron a recolectar ropa y enseres, comidas, y todo tipo de productos que los recién llegados aquél 11 de marzo pudieran necesitar. Más de 50 voluntarios se volcaron desde el principio.Y están perfectamente organizados por áreas para desarrollar diferentes papeles. Está desde el equipo de comidas, hasta el de tesorería, almacén, de compras, de albergue o coordinación o acompañamiento. Elisabeth Martí es la responsable de comunicación de los voluntarios con la ONG Coopera, que es la que trajo a los refugiados ucranianos a Quel. Martí explicaba a El Día de La Rioja que la función de los voluntarios es la de acompañar y proporcionarles no solo materiales, sino cariño. 

El Día deLa Rioja ha podido comprobar in situ cómo es el día a día de estas familias y también de algunas de las voluntarias que ocupan buena parte de su tiempo en ayudar, desde a hacer la compra hasta acompañar al médico. «El mayor problema es la barrera del idioma, por eso vamos al médico o donde nos necesiten», explica la voluntaria Marian Oñate.

La concejal de Servicios Sociales de Quel, María Rodríguez, explicaba que al principio no sabían ni cuántos ucranianos iban a llegar, «solo sabíamos que queríamos ayudar». Y para la localidad esto ha supuesto algo muy gratificante, «ya que nos hemos unido mucho más como pueblo. Gente muy variada y de muchas edades teníamos el mismo fin: ayudar. Y ha sido gracias a los voluntarios que han dado el mil por ciento».

 Desde la ONG Coopera están muy agradecidos con los queleños, apunta la responsable Reneé Freire. «Llegaron las fiestas de la Cruz de Mayo, e intentaron integrar a todos. Familias de Quel se ocupan de llevar y traer a los niños al cole con sus niños. O han realizado un mercadillo para sacar dinero».

Por su parte, las ucranianas lo tenían claro, se les propuso terapia psicológica para poder sacar el dolor que están pasando por la guerra, «pero no quisieron». Lo que quieren es seguir adelante, no remover el pasado. «Por eso hacemos talleres de pintura, de música  eso sí, tienen  horas de español». 

Durante un año al menos la ONG Coopera les seguirá acompañando. Para entonces, estas fuertes mujeres y sus niños se habrán  formado en sus puestos de trabajo, conocerán el castellano y este será su hogar. Hoy aún es pronto para no sentir temor.