"Siento que no se haya podido consensuar la Ley de Memoria"

Gustavo Basurto
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Escritor, cantautor y miembro de La Barranca, es un referente indiscutible al hablar de memoria histórica, sobre lo que acaba de legislar La Rioja. Jesús Vicente Aguirre lamenta que se haya hecho sin consenso

Jesús Vicente, en el despacho de su casa. - Foto: Óscar Solorzano

Su libro Aquí nunca pasó nada levantó en su momento acta en el sentido de que en La Rioja sí pasó algo. Desde la asociación de recuperación de la memoria histórica La Barranca, de la que es parte activa, se ha allanado un camino en ese objetivo al que ahora una Ley da cobertura oficial. Pese a saludar su promulgación, Jesús Vicente Aguirre encuentra lagunas en la nueva norma, la primera de ellas la falta de consenso político en su aprobación.

 

Hace un mes, el Parlamento de La Rioja aprobaba la Ley de Memoria Democrática. Usted ha participado en una comparecencia en calidad de experto ante los grupos políticos. ¿Qué sentimiento le generó la aprobación de esta norma?

Yo comenzaría hablando de la Ley de 2007, la de Zapatero, que no era como tal una ley de memoria histórica. El texto decía textualmente que era una ley para reconocer y ampliar derechos y establecer medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil o la dictadura. Esa ley tuvo  su interés, pero faltaron dos cosas fundamentales, una de ellas la condena al franquismo. En este país no hemos acabado de condenar el franquismo como dictadura, como totalitarismo, como de alguna manera se ha hecho en Italia, con el fascismo de Mussolini, o en Alemania, con Hitler y el nazismo.  Eso es un hándicap muy grande que hemos ido pagando, porque al no estar prohibido, cualquier asociación o fundación puede  hacerse a tenor de aquellas ideas. Y tampoco se hizo otra cosa fundamental, y más en España, donde todos, aunque algunos no nos sintamos dentro de la iglesia católica, sabemos lo que es enterrar a los muertos como Dios manda. Veníamos de una dictadura en la que a los asesinados por el franquismo no se les había enterrado, sino que se les dejó tirados. Y eso tampoco lo hace la ley de Zapatero, asumir ese problema como Estado. Sí se hicieron cosas, pero otras ya venían de la época de Suárez, que dio dinero a las viudas de militares republicanos, a presos, a los niños de Rusia...Pero no ha habido nunca en este país una sensación de juntarnos y hacer algo entre todos; lo que unos hacen, los otros lo ven en contra.

Y a la vista de esos antecedentes, ¿qué aporta la ley riojana?

Para empezar, en nuestra ley echo en falta una aportación didáctica, que tampoco existe en las otras. Explicar para qué es esta ley y por qué tenemos que tomar medidas, para que lo comprenda una persona de la calle. Hubo una república constitucional y una sublevación. Falla el golpe de estado, resisten y hay una guerra civil, en la que no solo está el fragor del combate, sino también una retaguardia en la que hay miles de muertos, en los dos lados. Y es pedagógico decirlo de esta manera. Hay una diferencia fundamental tanto con Franco y Queipo de Llano, pero especialmente Mola, que dice desde el principio que la represión debe ser especialmente violenta. En el lado de la República hay una ruptura en esa historia de que nos respetamos, y mueren en las checas, se matan curas u ocurre Paracuellos del Jarama, y no son cuatro descamisados. Hay también una responsabilidad y todo esto hay que contarlo. Franco gana la guerra y durante la dictadura a los que consideran mártires se les pone como caídos en las paredes de las iglesias y se les repara en su identidad. En el otro lado, las cunetas y las paredes de los cementerios. Luego llegó la Transición, que fue pacífica, que a muchos no nos parece mal en el sentido de que es lo que pudimos hacer, pero no es todo lo que tendríamos que haber hecho. Ahora hay otra ley (de memoria histórica) que se está haciendo a nivel nacional y algunos de los que la hacen creen que hubiera sido bueno que las leyes de las comunidades hubieran esperado a la estatal, para que sirviera de paraguas. Y esta ley que se hace en La Rioja no lleva esta consideración inicial de tratar de explicar a la gente por qué es importante hacer esto. Sí cubre aspectos interesantes, pero que ya se estaban haciendo. 

¿Por ejemplo?

El profesor e historiador Carlos Gil dirige a un grupo de profesores que llevan dos años trabajando el tema de cómo llevar a las aulas un currículum escolar con una historia que pueda contarse. O el hecho de que en cuanto ha habido posibilidad de hacer una exhumación, fundamentalmente la asociación La Barranca se ha preocupado de buscar indicios suficientes y dinero para llevarlo a cabo. O las visitas a La Barranca, que se hacen desde hace mucho tiempo. En 2006  se hizo una declaración en el Parlamento de La Rioja y en 1998, con José Luis Bermejo de alcalde, se hizo un homenaje, a propuesta de Izquierda Unida pero con el apoyo de todos, a más de 200 funcionarios del Ayuntamiento de Logroño que fueron represaliados. Y de 2009 a 2011 funcionó una comisión, que hizo propuestas de cambios de calles y constituir otro memorial en el cementerio de Logroño, en donde están enterradas unas 400 personas. Y la declaración de La Barranca como Bien de Interés Cultura fue una propuesta socialista que se aprobó con el Gobierno de Ceniceros. ¿Cuál debe ser el sentido de la Ley? Que todo esto que se está haciendo permanezca en el tiempo y tenga sentido si dentro de un año o de cuatro hay otro gobierno diferente. Y la Ley de Memoria Democrática de La Rioja no tiene ese consenso. 

¿Y qué consecuencias tendrá que la Ley se haya aprobado sin el respaldo de todo el Parlamento riojano?

Las mismas que con la ley de educación a nivel nacional, que cada cuatro años la cambiamos, a veces cada ocho. Quizás si nos pusiéramos a discutirlo a fondo...si es posible consensuar otras cosas, por qué no hacerlo con una ley de memoria que nos valga a todos, que mantenga las cosas que vayamos consiguiendo. En los cuatro años anteriores, con el anterior Gobierno del PP, tuvimos la suerte de tener una consejera de Presidencia, Begoña Martínez, que tuvo un trabajo respecto a la memoria muy digno, de seguimiento, y estuvo muy bien. Podíamos aspirar a eso, lo mismo que existe un respeto consolidado y aceptado a La Barranca en La Rioja, con todos los gobiernos. Y eso es lo que me hubiera gustado con esta Ley, que hubiera habido ese intento de consensuar para continuar en el tiempo con todas esas medidas que plantea, que algunas son novedosas y otras venían de atrás. Por desgracia no ha sido posible. Siento enormemente que no se haya podido consensuar de alguna manera.

¿Para las familias de los represaliados la Ley cierra un capítulo de agravio y de olvido?

Las familias vienen cerrando las heridas, que nunca las han abierto, porque estaban ya abiertas. Las han ido cerrando como se ha podido. Desde el siglo pasado, sobre todo en los años 79 y 80, se hicieron muchas exhumaciones, sobre todo en La Rioja Baja, en Calahorra, Arnedo, Alfaro o Cervera, y San Vicente de la Sonsierra, en La Rioja Alta. Aparecieron algunos libros en los que se hablaba de esta gente. Cuando en 2007 publiqué Aquí no pasó nada, de alguna manera mucha gente dijo: ¡aquí están, esta gente existía! Y en este siglo hemos hecho exhumaciones en Altable, con la gente de Sajazarra; en Viguera con la gente de Villamediana, de Entrena y en Uruñuela; en Montenegro, con la gente de Torrecilla, de Nieva y Ortigosa. Hemos hecho exhumaciones en muchos sitios y algunas de ellas fallidas, que es muy doloroso. Son avances que se van dando.

La Ley dice que es necesario promover la cultura democrática. ¿Después de más de 40 años, es preciso seguir haciendo proselitismo en favor de la democracia?

Yo creo que se está tratando de hablar del currículum escolar, a través de los profesores de historia, de literatura o de filosofía y ética, en el sentido de reflexionar y conocer los hechos que ocurrieron durante la Guerra Civil. En este sentido, la Ley puede pretender que estas historias se conozcan para que no se repitan. Conocer la importancia del siglo XX, que es el que nos ha marcado un poco nuestra forma de vida y nuestros problemas actuales.

¿Cree que los jóvenes conocen lo que pasó?, porque parafraseando a su libro, aquí sí paso algo.

Hay muchos que sí; ojalá fueran todos. Pero es lo mismo que preguntarse si la gente sabe o no lo que ha pasado con el rey Juan Carlos. Seguramente, o al menos eso me temo, mucha gente joven ni lo sabe ni le importa. Por eso, algunos creemos y queremos que se estudie en el currículum y que se cambie la dinámica para enseñar la historia sin que se llegue al final del curso sin que dé tiempo. Porque me parece fundamental que se conozca lo que significó la guerra, la represión y la dictadura para el futuro de la gente, para que los chavales tengan una conciencia democrática en el sentido de cuestionarse las cosas; que se pregunten si siempre fue así, por qué  fue así y cómo debe de ser; un sentido crítico al que ayudaría conocer algo que ha sido la mayor tragedia que hemos vivido como país.

El cementerio de La Barranca es un símbolo de las víctimas de la represión. ¿Es suficiente ese memorial?

Estamos tratando de señalar y recordar aquellos lugares de La Rioja donde mataron a mucha gente. Por ejemplo, después de La Barranca, donde hay algo más de 400 personas, está el cementerio de Logroño hay también sobre 400. En Cervera del Río Alhama, en el Carrascal de Grávalos, había 29, que se sacaron en su día. Hay cifras importantes que conviene recordar, pero con esa idea de que las generaciones jóvenes sepan que algo pasó para poder tener ese sentido crítico de la historia y de su propia vida; y que podamos decidir que nunca debiéramos imponer nuestras ideas a los demás de forma violenta, sabiendo lo que ha significado la guerra. A partir de ahí tendríamos conciencia de que no podemos volver a hacerlo. Tenemos que ir hacia un país en el que nos respetemos todos, sabiendo que no todos pensamos igual.  

En su libro Aquí no pasó nada usted hablaba de 2.000 muertos en La Rioja por la represión franquista. ¿El paso de los años hace necesario revisar esa cifra?

Sí, de vez en cuando aparece alguno más. Hace poco apareció alguien, relativamente mayor, que sabíamos que había estado en la cárcel porque era el padre de un chico que se pasó del ejército de Franco a la República y aparece como familiar de desertor y murió en la cárcel;es un dato que hemos sabido hace poco. En La Barranca tenemos una página web en la que aparecen los nombres y vamos haciendo los cambios. Pero también hemos descubierto algún caso de alguno que creíamos muerto y que se libró. Eran dos tenientes de Aviación que estaban en Recajo y creíamos que habían matado a los dos y resultó que uno de ellos había viajado a Madrid dos días antes, estuvo en la Aviación republicana y acabó exiliado en México. Es una lista abierta y por desgracia no hubo, y menos en este lado, una relación exhaustiva. 

¿Hay aspectos de ese periodo trágico aún por investigar? 

A mí hay dos temas que parecen fundamentales, que son trágicos, pero muy interesantes. Por ejemplo, el tema del magisterio en la República, el intento de llegar con la enseñanza a todo el mundo, y de la represión de los maestros. Y otro es el de las mujeres, viudas e hijas de la gente que murió, de su ejemplo de dignidad, de mantener a las familias con muchos hijos, pero con un mayor estudio sobre las mujeres que estuvieron en la cárcel. Por entendernos, estudiar la represión de la mujer.

¿Y en ese sentido tiene en mente algún proyecto de investigación?

El proyecto sería que apareciera gente, nuevos historiadores que quieran hacerlo, porque algunos ya tenemos años. Y ojalá pudiéramos encontrar a las gentes que sabemos que todavía están tiradas por ahí, pero por desgracia en estos momentos no tenemos ni un solo indicio de dónde están, porque si lo tuviéramos, estaríamos allí.

¿Quedan, por tanto, fosas por abrir?

Sí quedan, pero no tenemos indicios de dónde pueden estar. Entre La Barranca y el cementerio de Logroño estamos hablando de unas 800 personas y en el siglo pasado sacaríamos como 200 personas más en La Rioja Baja, con la Ribera navarra, y en La Rioja Alta. Y en este siglo hemos hecho más. Vamos sumando y podría haber 400 personas por localizar; y eso es duro.

Se habla en la ley de investigar también los robos de niños y niñas, sustraídos a sus madres y padres y adoptados de forma ilegítima.

No tenemos constatación de un solo caso en La Rioja, lo cual no significa que no pudiera haber existido. Si existiera, ya tenemos la Ley.

Usted, Carmen Medrano e Iñaki Ramos lucharon con la música por la consolidación de la democracia en España y defendieron la autonomía de La Rioja, cuyo Estatuto cumple este año 40 años, con aquella famosa canción La Rioja existe, pero no es. Hoy, ¿La Rioja sí es?

¿Podía haber sido otra cosa, que hubiéramos podido llegar más lejos y ser mejores...? Por eso seguimos mucha gente trabajando y reivindicando cosas. Pero más allá de muchas cosas, hemos avanzado, hemos mejorado como sociedad, tenemos un número de alumnos mayor y de alumnas increíblemente mayor, la mujer se ha incorporado a muchas cosas, tenemos un gobierno más cercano, y somos más críticos. Tenemos defectos estructurales, como la falta de respeto a las ideas de los demás, y por eso la educación democrática es importante, pero por lo demás estamos avanzando y hemos mejorado. 

Aquella canción se convirtió en un auténtico himno popular. Hoy, la región tiene himno, con su música, pero sin letra oficial, como el de España. ¿Es una anécdota o indicio de que quedaron flecos pendientes en el proceso autonómico?

Cuando se discutió el tema, parecía evidente que se le reconociera al maestro Pinedo la música que había hecho para el himno. José María Lope Toledo hizo la letra, que era muy de la Virgen de Valvanera. Y se llegó a decir que se asumía la música de Pinedo y que la letra se haría algún día, pero no se llevó a efecto. Y si quieres mi opinión, como ocurre con el himno de España, para una vez que hemos conseguido no rompernos la cabeza con las letras, casi mejor que sigan siendo solo musicales.  

Hoy, si tuviera que componer otra canción que aludiese a La Rioja y a sus retos, ¿qué título le pondría?

Yo haría algo animando a no quedarnos nunca con lo que tenemos, pero partir de lo que tenemos y no despreciarlo.