Era el secreto peor guardado del mundo, un libro escondido que pedía a gritos ser encontrado, pero que por alguna razón su autor nunca quiso publicar en vida: Proyecto Silverview, la obra póstuma de John Le Carré, ve ahora la luz, un año después de su muerte, para mostrar la amargura del novelista británico ante la podredumbre moral en su país.
Si los servicios de inteligencia fueron para Le Carré la metáfora ideal de la sociedad británica, en su último libro (publicado en español por Planeta) apenas hay ya resquicios para la esperanza. Los mosqueteros no vendrán al rescate ni el espía George Smiley sacará a Excalibur de la roca, como explica el hijo de Le Carré, Nick Cornwell.
Cornwell (conocido como escritor por su alias Nick Harkaway) recibió el encargo de su padre de terminar cualquier obra que hubiese dejado pendiente en el momento de su muerte. Cuando uno recibe una tarea así, lo más humano es arrinconarla en algún lugar del cerebro. Pero Le Carré murió, y su hijo recordó la promesa.
«Estaba en un escondite muy llamativo, un lugar no muy secreto. Estaba guardado, pero nunca demasiado lejos», recuerda entre risas Cornwell, quien a día de hoy se sigue preguntando por qué su padre nunca quiso que la novela, escrita en 2014, viese la luz.
En el epílogo que escribió para la edición de Proyecto Silverview, Cornwell sugiere que tal vez describir el fallecimiento de una mujer mayor le recordase demasiado a la proximidad de su propia muerte y la de su mujer, Jane. Quizá, aventura también, se debiese a que ya no se veía capaz de albergar toda la trama de una novela en su cabeza.
Pero de lo que no hay duda es que representar a un servicio de espionaje decadente, atravesado por las disputas internas y sin asideros morales supuso un desgarro para el autor de El espía que surgió del frío o El topo, cuyo desencanto con el devenir de la sociedad no dejaba de crecer.
«Él tenía la sensación de que los servicios de inteligencia ya se habían politizado mucho bajo Tony Blair, y eso no se había revertido en los sucesivos gobiernos conservadores. Pero describir a un servicio sin posibilidad de redención, inútil, inefectivo... para él era excesivo. Ser tan despiadado con la organización a la que seguía siendo tan leal habría sido demasiado para él», conjetura.
A pesar de ello Proyecto Silverview teje la misma red de historias entrecruzadas donde apenas existen las casualidades, algo muy propio de este maestro de las novelas de espionaje, fallecido en diciembre de 2020 a los 89 años.
Pululan por sus páginas protagonistas reconocibles, que se mueven siempre en una amplia escala de grises, pero que todavía son capaces de moverse por principios, sean del tipo que sean, como el misterioso inmigrante polaco Edward Avon.
No es casual el origen europeo de Avon. La obra póstuma de Le Carré está habitada por una galería de europeos de Este, que todavía formaban parte del paisaje de Inglaterra, pero que el Brexit está mermando.
«Estaba absolutamente en contra del Brexit. Le parecía lo opuesto a la política: desdeñar la esperanza y el futuro en busca de un pasado que nunca existió. Veía ridícula la prolongación en el siglo XXI de la nostalgia imperial británica», cree su hijo.
Sobre Proyecto Silverview planea la sospecha de cuánto de sus experiencias reales como espía pudo usar Le Carré para construir su trama y sus personajes.
Cornwell se atiene a lo que siempre le dijo su padre en público y privado: su carrera en los servicios de inteligencia fue «menor y corta», por lo que no parece plausible que se estuviese retratando en la novela.
Sin embargo, como recuerda su cuarto hijo, no hay que olvidar que Le Carré (nacido David John Moore Cornwell) era un maestro del engaño: «Podía mentirte sobre algo aunque tuviese delante la prueba de que era falso. Era muy persuasivo».
Pese a ello, Cornwell apenas tiene adjetivos para describir la relación paterno-filial que mantenían ambos. «No voy a decir que no discutiésemos, pero entre nosotros no quedó nada pendiente. En los últimos años tuvimos muchas conversaciones y había claridad. ¿Cómo lo hicimos? Sinceramente creo que fue mérito suyo, porque su padre fue un monstruo, y su mayor motivación era no ser un monstruo», recuerda.
Le Carré murió en plena pandemia. Inevitable pensar qué novela podría haber salido de su pluma con el tema. Cornwell está seguro de que habría sido un libro «muy rabioso», pero que no versaría directamente sobre la enfermedad, sino que sería el contexto.
«Él se habría preguntado quién está haciendo el mal en la sombra, quién se está enriqueciendo. Vería más o menos interesante hablar de por qué el Gobierno británico decidió comprar equipos de protección a una compañía de tarjetas de felicitación, pero aún más interesante preguntarse cuántos millones desaparecieron por esa vía».
A juicio de su hijo, Le Carré nunca le habría dicho a nadie que tiene que ser mejor persona, con una sola excepción: «Posiblemente, a Boris Johnson».