Logroño, ciudad de sentidos y de contrastes

R. Muro
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Logroño acude, como hace quinientos años, a la llamada del casco antiguo mientras el resto de la ciudad descansa, ajena a 1521

Logroño, ciudad de sentidos y de contrastes - Foto: Óscar Solorzano

r.m. / logroño

Cuenta la historia, o al menos la leyenda, que hace ahora quinientos años los ciudadanos de Logroño se congregaron en la iglesia de Santiago para hacer frente a las tropas francesas de Asparrot que asomaban ya al otro lado del Ebro. Cinco siglos después, la ciudad cumple con la historia, o la leyenda, y celebra San Bernabé dejando a Logroño a merced de los sentidos y los contrastes. El casco antiguo, fundamentalmente desde la calle Portales hacia el sur, se sumerge durante el año en un silencio próximo a lo sepulcral, mientras el resto del municipio marca el latido propio de una ciudad en continuo movimiento. 

San Bernabé, porque ayer en Logroño además del Día de La Rioja, ya era San Bernabé, vacía la ciudad entre huidas a los pueblos y escapadas a la playa y rinde tributo a la zona histórica, esa donde quinientos años atrás los logroñeses acudieron a defender su posesión. El resto de la ciudad descansa.

Logroño, ciudad de sentidos y de contrastesLogroño, ciudad de sentidos y de contrastes - Foto: Óscar SolorzanoDesde primeras horas de la mañana, ya sin franceses de por medio, al menos de los que ansiaban conquistas, Portales, la plaza del Mercado y Barriocepo se erigen en el escenario idóneo para entregarse a los placeres de los sentidos. La vista de los más pequeños sucumbe al encanto de un gorila de enormes dimensiones que dominaba la plaza del Mercado y al vuelo de las aves rapaces exhibidas en la zona histórica entre florituras aéreas. Y entre especies animales, el colorido de las calles históricas se rinde, entre banderolas, a las hazañas de 1521.

Los de mediana edad, hacia arriba, prefieren dejarse guiar por el olfato puesto a merced de las degustaciones de choricillo, costilla, patatas o gulas, entre otras, dispuestas por las peñas de Logroño estratégicamente en diferentes puntos del casco antiguo y de los alrededores más próximos. Y al humillo de la cocina, no se resiste el gusto ante delicias  cocinadas entre cariño y y risas y regadas por vasos de plástico con buen vino, tinto o blanco a elegir. Olores y sabores que también brotan de los puestos de artesanos ubicados en Barriocepo y de una amplia colección de fragancias capaz de inundar buena parte del casco antiguo. 

al son de tambores. Lo del sentido del oído es ya para todos los públicos. Es lo que tiene San Bernabé, que lo mismo sorprende un batallón de antiguos guerreros logroñeses al son de sus tambores, que una batukada a media mañana a lo largo y ancho de Portales capaz de contagiar a pequeños, mayores y aún más mayores. Entre ambos sonidos, un «Viva Logroño» irrumpe desde el primero del batallón logroñés.

Logroño, ciudad de sentidos y de contrastesLogroño, ciudad de sentidos y de contrastes - Foto: Óscar SolorzanoMientras tanto, los más pequeños, absortos en los juegos de tinte medieval de la plaza del Mercado,  comprueban el tacto de un ajedrez gigante, e incrédulos, del gorila, para cerciorarse de si el animal es real o no. Por el mercadillo artesanal, quien más quien menos verifica la dureza y la maduración de alguno de esos productos gastronómicos no presentes en los establecimientos de a diario. 

Todo ello,  en una zona histórica engalonada para la ocasión, 

Logroño, ciudad de sentidos y de contrastes
Logroño, ciudad de sentidos y de contrastes - Foto: Óscar Solorzano
El resto de la ciudad, sencillamente, descansa, ajena a 1521. Escaso tráfico, calles prácticamente vacías y poco o ningún problema para aparcar. Descanso también para algún local hostelero que, conocedor de los contrastes de San Bernabé y de las tradiciones logroñesas, las de aquí y las de la playa, cuelga el cartel de 'cerrado por vacaciones'.