«En Huércanos disfruto porque soy uno más, el hijo de la Loli»

Javier Alfaro
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Cocinar, embotar, asar, pasear o jugar a pelota a mano son algunas de las aficiones que el magistrado Javier Marca, al frente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja, disfruta haciendo en su pueblo

Javier Marca, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja, con varios amigos en Huércanos. - Foto: Óscar Solorzano

En el imaginario colectivo, un juez suele ser alguien recto, seco e incluso parco en palabras. Sin embargo, cuando el magistrado cuelga la toga y se toma un descanso, es uno más. Javier Marca, presidente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja, es simpático, campechano y tiene don de gentes. Pochanquero hasta la médula, su afición es su pueblo, Huércanos, donde nació en 1961 y adonde va cada momento que puede, también cuando ejercía en Cataluña. Tanto, que incluso como profesor de nuevas generaciones de jueces, «todos los años organizaba un viaje y me los traía a ver La Rioja, a las bodegas, a Logroño a disfrutar en la Laurel y a mi pueblo».


Los motivos sobran. «El festival de la vaca asada, fiestas, actividades en las que hay cabritos asados, las épocas de asar pimientos, embotar tomate o hacer mermeladas». En definitiva, la vida rural que tan bien defiende el magistrado de mayor rango de la comunidad. 


Para Marca la vida está ahí, junto a los amigos y la familia. Señala la casa de su vecino, Celso Morga, «el arzobispo de Mérida y Badajoz», también muestra el Ayuntamiento y presume de historia, con el 'Rollo' jurisdiccional, talla de piedra que hace 500 años indicaba que la localidad contaba con normas propias.

El juez Javier Marca muestra sus habilidades jugando a pelota a mano en el frontón de Huércanos.El juez Javier Marca muestra sus habilidades jugando a pelota a mano en el frontón de Huércanos. - Foto: Óscar Solorzano


Se acerca al frontón nuevo, de 2014, donde le pide unas pelotas al alguacil -del que destaca su destreza- y se anima con la pelota a mano, otra de sus aficiones. «Cuando estuve de magistrado en Gerona me las ingeniaba para ver los partidos, aunque fuera en diferido», subraya. De hecho, recorriendo la instalación deportiva presume de los grandes ídolos del pueblo homenajeados en sus paredes: los campeones Iruzubieta, Gorostiza y Santi.


«Aquí disfruto porque soy uno más, soy el hijo de la Loli y José». La vida de pueblo implica pasar ratos con los amigos.Cocinando, comiendo o tomando unos vinos, blanco o tinto, siempre de la marca Campellares, de la cooperativa San Pedro Apóstol, la del pueblo y «la segunda más grande de La Rioja, después de Aldeanueva», apunta uno de ellos. Una instalación de la que no duda en presumir como si fuera suya. «En parte podría decirse que lo es, porque es del pueblo y todo Huércanos trae aquí la uva, incluido mi hermano, que es agricultor».


A veces la estancia es más sencilla, «unos paseos con mi mujer, que también doy por salud porque a partir de ciertas edades te los prescribe el médico» y leer. 


«Me paso la vida leyendo, tanto actualizando mis conocimientos legales para estar siempre al día, como por placer disfrutando de novela policiaca, autores suecos, histórica, que me encanta el Posteguillo, teatro, también textos romanos como las Catilinarias de Cicerón. De hecho, toda la oposición la estudié aquí, bajando una vez por semana a Zaragoza», indica con orgullo.