Una oportunidad histórica

SPC-Agencias
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MidCat, el frustrado proyecto para construir un gasoducto hasta Francia por los Pirineos, se alza ahora como el trampolín que podría transformar a España en el gran suministrador comunitario de este valioso recurso

Una oportunidad histórica

Más allá del fragor de la batalla en tierras ucranianas, un conflicto llamado a cambiar según muchos el orden mundial hasta ahora conocido y que ya supera los seis meses de duración, la amenaza del chantaje energético de Moscú a la Unión Europea y un eventual cierre del grifo del gas natural ruso han hecho resurgir con fuerza una palabra que inevitablemente obliga a mirar al pasado: MidCat. Nada más y nada menos que el frustrado proyecto para construir un gasoducto desde España hasta Francia por los Pirineos. O, visto de otra manera, la oportunidad histórica para el país de convertirse en el gran suministrador comunitario de este valioso recurso estratégico.

Pero materializar una infraestructura de esta magnitud no parece tarea fácil. Y es que, mientras los Veintisiete se afanan en llenar cuanto antes las reservas de hidrocarburo para estar preparados a la llegada del invierno, surgen varias incógnitas sobre este as en la manga de cara al futuro del suministro energético del bloque.

¿Es viable y rentable recuperarlo? ¿Cuenta con suficientes apoyos entre los socios comunitarios? Y lo más importante: ¿Qué supondría realmente para España y para la UE? Estas son las claves de un proyecto que está dando y dará mucho que hablar en los próximos meses y que pondrá a prueba las aspiraciones nacionales de dar un paso adelante en un momento histórico para exprimir al máximo el potencial energético español.

El nombre de MidCat corresponde al megaproyecto para materializar un gasoducto que conecte España con Francia a través de Cataluña. Una ideal real, ya que las tareas de construcción llegaron a ponerse en marcha con importantes logros en el tramo español. La infraestructura transcurre por el Mediterráneo desde la ciudad argelina de Orán hasta Almería, pasando por la estación murciana de Cartagena hasta unir Barcelona con Hostalric. Precisamente, es en la comarca de Gerona donde la iniciativa se quedó varada en 2019, algo que ocurrió por varias razones.

La primera, y determinante, fueron las objeciones que pusieron los reguladores de España y Francia y que acabaron por suspenderla. La Comisión Nacional de Mercado y la Competencia (CNMC) y la Commision de Régulation de l'Énergie (CRE) anunciaron en su día los motivos: su elevado coste, la falta de interés en el mercado o la transición a energías limpias que iba a recorrer Europa, todo esto antes de declarar el gas y la nuclear energía verdes. La otra razón de la paralización fue la movilización ciudadana y ecologista con la que se topó y que fue escuchada también en el plano político. El 23 de enero de 2018, la Diputación de Gerona aprobó una moción de la CUP en contra de la construcción del MidCat, que apoyaron ERC y el PSC con la abstención del PdeCat.

Cuestión de confianza

Si hay un término que no ha dejado de salir a colación ante cualquier eventual duda sobre el suministro de gas es el de «socio fiable». Da igual que se trate del Kremlin asegurando que no faltarán a su palabra a pesar de las sanciones por invadir Ucrania, o del Gobierno de España, garantizando que no habrá cambios ante los últimos conflictos con Argelia tras el cambio de postura respecto al conflicto en el Sáhara Occidental.

A los ojos de Bruselas, Rusia ya no es considerado ni como socio ni como fiable, a pesar de que su gas sigue fluyendo a Europa. Así, a la pregunta de por qué se quiere resucitar ahora el MidCat se podría responder con otra. ¿Por qué no haberlo hecho hace dos años? 

La razón es el potencial con el que cuenta España a nivel de almacenaje y regasificación, el mayor de todo el bloque comunitario. El país cuenta con un tercio (35 por ciento) de la capacidad de almacenamiento de gas natural licuado (GNL), incluyendo también al Reino Unido. Es decir, el que llega por vía marítima en buques metaneros y después es procesado en algunas de las seis centrales españolas.

Sin embargo, todo esto sirve de poco ante la falta de grandes interconexiones con Francia, lo que genera un cuello de botella. Y, concretamente, ése es el problema que se solventaría completando el tramo que resta del MidCat.

Actualmente, España solo tiene dos interconexiones con el territorio galo, la de Larrau (Navarra) y la de Irún (Guipúzcoa), que permiten suministrar cerca de 8.000 millones de metros cúbicos anuales de gas natural. Con el MidCat ya acabado y en activo, esta cifra se podría duplicar.

No obstante, esta medida no arreglaría ni de lejos todos los problemas futuros de suministro de la Unión Europea. Los cálculos que barajan los expertos en la materia hablan de que esta iniciativa, a máximo rendimiento, podría cubrir el 2,5 por ciento de las necesidades energéticas de la UE.

Hidrógeno verde

La clave de la apuesta por resucitar el MidCat coincide con uno de los argumentos de España para hacer valer la necesidad del proyecto ante Bruselas. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo dejó muy claro desde el principio. El objetivo no pasa porque el futuro de esta infraestructura esté supeditado solo a un recurso que tiene fecha de caducidad. La idea es que el MidCat también sirva para transportar hidrógeno verde.

Considerado como uno de los potenciales candidatos a sustituir a los combustibles fósiles, este elemento es un recurso limpio que permite almacenar y emplear energía procedente de fuentes renovables. De hecho, se obtiene mediante el proceso de la electrólisis del agua impulsada por energía eléctrica renovable.

Conectado de manera directa con esta cuestión, en el marco de los proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica (PERTE) que ha impulsado el Ejecutivo a través de los fondos Next Generation de la UE, el de energía renovables cuenta con una partida de 1.600 millones solo para el hidrógeno verde.

El argumento de que el MidCat es la opción perfecta para transportar este combustible será uno de los que el Gobierno esgrimirá en la crucial cumbre que tendrá lugar en Fráncfort el próximo mes de octubre. Un encuentro en el que Sánchez y Scholz abordarán la conexión gasística de la península ibérica con el norte de Europa y en el que se dirá la última palabra sobre el desenlace de este proyecto.