Evasión en la huerta

El Día
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Usuarios de organizaciones sociales de Logroño utilizan las parcelas cedidas por el Ayuntamiento para ocupar su tiempo y sociabilizar

José Luis (izquierda) y Bernardo trabajan en la huerta - Foto: Ingrid

Hay un intenso trajín de ir y venir de gente en el camino viejo de Viana en esta fría mañana de febrero. Luce el sol así que los huertanos no se lo han pensado dos veces, hay que aprovechar el buen tiempo para trabajar en la huerta. Acelgas, escarolas, puerros y cebollas asoman entre los renques de los huertos urbanos de Logroño. El Ayuntamiento de Logroño destina parte de las parcelas públicas a asociaciones y organizaciones sin ánimo de lucro que quieren incorporar el cuidado de la huerta como actividad en sus programaciones y proyectos. La incitativa lleva seis años en marcha y el resultado ha sido más que satisfactorio. A los veteranos como el centro municipal de Acogida de Logroño o el colegio Salesianos Los Boscos se suman asociaciones  primerizas como ARDACEA o ARPA. 

«El objetivo es que las asociaciones dispongan de un espacio y desarrollen una serie de objetivos con los usuarios de las mismas», señala Manel Reimi, jefe de Sección de Intervención Socioeducativa y Comunitaria del consistorio de la capital, «les cedemos las parcelas en las que podrán utilizar las canalizaciones de riego y las herramientas necesarias como azadas, mangueras, carretillas y botas».
Las parcelas rondan los 100 metros cada una pero una asociación puede solicitar dos dependiendo del número de usuarios. Estos tienen perfiles muy diversos: desde chavales de barrio que quieren pasar el tiempo aprendiendo cómo se cultiva un huerto hasta personas en riesgo de exclusión social o con alguna discapacidad.

Sara Sagredo, directora de la Asociación Riojana de Daño Cerebral Adquirido (ARDACEA) se muestra entusiasmada en la visita a los huertos. «Es la primera vez que participamos y teníamos muchas ganas», señala, «muchas de nuestros asociados ya no pueden desarrollar una ocupación profesional y creemos que esta actividad podrá dar muchas satisfacciones. Además, van a participar muchas personas, no solo llevando físicamente la huerta sino organizando y contarán con la ayuda de nuestros técnicos para lo que necesiten en este actividad».
trabajar a largo plazo. Un total de 10 personas de ARDACEA participarán en el proyecto con el que empezarán en primavera. «Como tampoco tenemos la presión de cumplir un plazo, podemos organizarlo con tiempo», apunta Sagredo. Uno de las organizaciones veteranas es Cruz Roja en La Rioja. Mario Pablo, educador del Programa de Acompañamiento a Jóvenes también ha acudido a la cita municipal. Observa los terrenos en los que empezarán a trabajar chavales de entre 16 y 25 años. «Llevamos tres años trabajando con chicos y chicas en el cuidado del huerto con resultados muy buenos», recuerda, «es una buena actividad para aquellas personas que no tienen opción de desarrollar relaciones sociales y venir a cuidar el huerto les proporciona la oportunidad de socializar». Hacer nuevos amigos fuera del entorno de la calle, en un lugar en contacto con la naturaleza y con la satisfacción de que el trabajo da sus frutos, y nunca mejor dicho.

También son jóvenes los usuarios de la parcela de la que se encarga el centro educativo Salesianos Los Boscos. Llevamos al menos cinco años con esta actividad y lo tienen claro: a los chicos les viene fenomenal salir del centro, realizar otras actividades y desarrollar otras competencias que van más allá de las académicas. «Suelen venir de 10 a 12 chavales, pero este número varía en función de la disponibilidad y de las ganas que tengan», afirma Nacho Sainz, orientador de Secundaria y FP del colegio, «peros los resultados son muy buenos. Cuando recolectan las verduras suelen repartirlas entre ello y o bien, si hay mucha cosecha, la llevamos al colegio».

Trabajar la huerta es una buena actividad también para personas que acuden al Centro Municipal de Acogida, al proyecto Alaska o bien, a los centros de Intervención Socioeducativa. Como afirma Óscar Tapia, educador social del Programa de Intervención con menores e infancia de Madre de Dios y San José, esta actividad tiene muchas ventajas. 
«Desde la concienciación de hábitos de vida saludable, mejorar las relaciones de padres e hijos y demostrar a los chicos y chicas el trabajo a largo plazo, que no todo se consigue de forma inmediata». Son jóvenes del barrio que contacta con los educadores y con los que se inicia una relación de confianza con el educador social. 

Iván Alonso, trabajador social del Centro Municipal de Acogida, echa un vistazo a las parcelas que han quedado libres, como imaginando a algunos usuarios del centro trabajando ya en ellas. El centro lleva cerca de cinco años incorporando la actividad del huerto a sus proyectos de integración social.  «Queremos darle continuidad a este programa que trabaja con personas en vulnerabilidad social y darles la oportunidad de desarrollarse en un ambiente más saludable», señala Alonso, «les incentivamos para que colaboren en el huerta, que salgan un poco del centro o de la calle. Luego, les proponemos que prueben los productos que han sido cultivados y que se coman, de vez en cuando, un tomatito en verano».

En el programa participan unas doce personas con edades y perfiles muy variados. «La experiencia es muy bonita y recomendable», asevera el trabajador social.
A todos ellos, la tierra, la azada y las semillas les están esperando para empezar a preparar el huerto de cara  a la primavera. Los frutos que se recojan en verano no tendrán únicamente forma de verduras y hortalizas.