Calahorra, el cohete más esperado

Pablo Sáenz
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Tras dos años de parón por la pandemia, Calahorra vuelve a celebrar con una «normalidad considerable» las fiestas de San Emeterio y San Celedonio y ayer lanzó al cielo un chupinazo lleno de ilusión

Calahorra, el cohete más esperado - Foto: Óscar Solorzano

Marco Fabio Quintiliano, postrado frente al Ayuntamiento de Calahorra, se vuelve a vestir de gala. Miles de calagurritanos celebraron ayer el comienzo de las fiestas de San Emeterio y San Celedonio y ataron el pañuelo rojo al cuello del famoso retórico hispanorromano y fundador de la ciudad. Tras dos años de parón por la pandemia, ayer volvió a resonar en el cielo el estruendo del chupinazo que trajo de vuelta las fiestas y, con ellas, la ilusión.

Una vez explotó el cohete a las 20.00 horas, un grito de júbilo anunció lo que los calagurritanos llevaban aguardando como agua de mayo: los días de festividad popular, las reuniones entre amigos y familia, los conciertos, las rondas, las catas de zurracapote, los bailes y todo un entramado de actividades culturales y tradicionales que giran en torno a las fiestas de marzo y que durarán hasta el domingo, 6 de marzo. 

Vestidos de blanco y ataviados con las camisolas que lucen los colores de sus peñas, los presentes emprendieron, a ritmo de charanga, el desfile hasta el Raso para vivir uno de los momentos más emblemáticos del año en la cultura popular calagurritana. Bajo un gran cartel con letras doradas que cuelga de lado a lado en la calle Grande, los ciudadanos aguardaron de rodillas el momento de cantar a voz en grito «Chorra, tú eres Calahorra, la más hermosa del mundo entero». 

Desde el Ayuntamiento de Calahorra, Antonio León, concejal de festejos, señala que estas fiestas «se pueden celebrar con bastante normalidad», algo que, según advierte, «la gente tenía ganas de recuperar». No obstante, recuerda la importancia del uso de mascarillas. Si bien las actividades se han organizado en la calle, León apunta que los actos planificados «invitan a la aglomeración». Por ello, el Ayuntamiento repartió entre la ciudadanía una remesa de 4.000 mascarillas. «Son de color rojo, el color festivo, y con el escudo de Calahorra», apunta el concejal. Se trata de «un gesto bonito y simbólico para el chupinazo. Una manera de favorecer que la gente tome medidas durante estos días» y de que «todo salga lo mejor posible».

«Entre los peñistas hay ilusión, ganas e incredulidad de haber vuelto» 

Javier Calvano, presidente de la Peña El Sol, reconoce que entre los peñistas que visten la camisola verde hay «ilusión, ganas e incredulidad de haber vuelto a las fiestas con normalidad, a las fiestas de verdad tal cual las conocíamos». Además, Calvano apunta que las de marzo son unas fechas más entrañables porque «las fiestas son más locales, no son como las de verano que viene mucha gente. En estas estamos los de casa». 

Esta peña lleva meses organizando su itinerario de actividades tradicionales como las degustaciones de zurracapote o sopas de ajo, el vermú musical con charanga o la chupitada en su local. Como novedad, Calvano explica que este año las seis peñas han organizado conjuntamente el día 5 una actividad infantil para los más pequeños con un taller de chapas y un cuenta cuentos en la carpa del Raso. «Se trata de una actividad novedosa», advierte el calagurritano.

 

«Teníamos muchas ganas de que volvieran las fiestas para levantar cabeza»

En pleno corazón de Calahorra, el restaurante Jamonero, ubicado en la calle del Mercadal, ha sido testigo de los estragos causados por la pandemia en la hostelería. El regreso de las fiestas supone un haz de luz para el gremio. «Teníamos muchas ganas de que volvieran las fiestas para levantar cabeza después de todo lo vivido estos años con la pandemia», asegura Jheila Orbes, camarera en este establecimiento calagurritano.

Ayer tuvieron las primeras reservas para comer y en su agenda ya tienen otras tantas anotadas, «sobre todo para el viernes y el sábado», apunta la camarera. Desde este local hostelero palpan el ambiente jovial y festivo que ya se respira en Calahorra. «La gente sale de casa con su pañuelo y sus trajes de fiesta», observa Jheila, quien espera que, a pesar del pronóstico meteorológico, «no llueva y el tiempo perdone», ya que de esa manera tendrán «más jaleo».